determinismo

El determinismo pretende mostrar que los sucesos históricos a gran escala no pueden salirse de un curso específico que apunta en un sentido igualmente específico: el Imperio Romano había de disolverse, la sociedad industrial había de nacer en Inglaterra, el Imperio Chino había de anquilosarse. Estos hechos obedecen a causas, e investigar estas causas necesarias podría incluso proporcionarnos enseñanzas prácticas a la hora de afrontar un futuro que se regirá igualmente por causas necesarias. Aquí no se pretende negar cierto determinismo. Muy al contrario, la doctrina nazi estaba condenada, como el comunismo soviético, a acabar siendo barrida del curso histórico (aunque recordemos que la debacle del comunismo soviético al final del siglo XX no fue prevista por nadie) y todo parece indicar que sí existe un curso de desarrollo histórico que apunta a la instauración gradual de mayores controles de la violencia social que permitan una cooperación humana más eficiente para el beneficio del mayor número posible de individuos. Evidentemente, la ideología nazi cumplía estos requisitos todavía menos que el marxismo soviético ya que, al basarse en una doctrina racial, la mayor parte de la humanidad habría debido de verse necesariamente perjudicada por el dominio de la supuesta raza superior. Pero donde el determinismo histórico sí se equivoca lastimosamente es en el tratamiento mítico dado a la Segunda Guerra Mundial con posterioridad a 1945. No solo en obras de ficción escritas o audiovisuales, sino también en libros de historia, se nos muestra el resultado final de la guerra –la dramática derrota de Hitler y sus aliados japoneses- como una especie de western, donde los buenos derrotan a los malos gracias a su habilidad con las armas. Es como si pretendiesen tranquilizarnos demostrándonos que los malvados, por serlo tanto, están incapacitados para ganar las guerras. Se nos pretende convencer de esto arguyendo complicados razonamientos sobre economía, política u organización administrativa. Esto es absurdo. Hitler pudo ganar. Pudo ganar incluso cuando ya estaba en guerra, a la vez, contra la Unión Soviética, los Estados Unidos y el Imperio Británico, y, de hecho, es sorprendente que no ganara. Una sociedad totalitaria y militarista como la de la Alemania nazi poseía los medios suficientes para alcanzar ese triunfo y, si no fue así, se debió única y exclusivamente a la pura casualidad de que un solo hombre no tomó en un determinado momento una sola y lógica decisión; esta decisión habría sido de tipo meramente militar, estratégico, en absoluto afectada por la ideología ni por las condiciones económicas y sociales. El nazismo, por supuesto, hubiera acabado fracasando, pero no tal como sucedió en realidad, al cabo de una especie de gran espectáculo bélico en el cual los justos vencieron a los malvados. El bien se impone al mal, sí, muy probablemente, pero la guerra es un terreno para el cual el mal, a veces, está mejor cualificado. Es un hecho que, de todas formas, fue la Unión Soviética, un régimen tan totalitario y casi tan maligno como el III Reich, quien acabó derrotando a la Alemania nazi (y aquí no es el lugar para discutir si hubieran podido hacerlo sin ayuda). El relato que extensamente se presenta en este espacio comienza, pues, con la toma por Hitler de una sola decisión concerniente a una determinada iniciativa estratégica de tipo militar (esencialmente, cerrar el Mediterráneo con el fin de que la flota italiana entre en el Mar Negro). Es conveniente seguir el relato desde el principio con ayuda del Índice, y para su comprensión más exacta es preciso informarse lo mejor posible acerca de los sucesos de la historia militar de la guerra. Se acompañan los episodios de una Cronología, donde se diferencia lo real de lo ficticio, y se aportan algunos links útiles (la Wikipedia es muy completa y contiene pocos errores). La historia militar abarca cuestiones sociales, políticas y económicas (incluso geográficas), así que puede resultar también instructivo en muchos otros aspectos. Cuenta, asimismo, con un componente lúdico… y este mismo componente lúdico conlleva las correspondientes implicaciones psicológicas y sociales.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

20. Operación "Zitadelle" en el Cáucaso




 Con el deshielo de la primavera de 1943, el mando soviético no puede más que esperar la tercera ofensiva de verano del enemigo tras el relativo fracaso de la segunda contraofensiva de invierno del Ejército Rojo.

  En la primera ofensiva de verano, los nazis no lograron derrotar a la Unión Soviética, pero conquistaron el Báltico (excepto Leningrado), Bielorrusia y Ucrania. En la primera contraofensiva de invierno, los soviéticos alejaron a los nazis de Moscú, mantuvieron Leningrado, liberaron Rostov y frenaron el avance enemigo más allá de Ucrania.

   En la segunda ofensiva de verano, los nazis conquistaron el Mar Negro y un campo petrolífero del Cáucaso. En la segunda contraofensiva de invierno, los soviéticos frenaron de nuevo al enemigo (dañando gravemente a los ejércitos rumano e italiano) y recuperaron algunos territorios, pero no reconquistaron ni el Mar Negro ni el campo petrolífero perdido y tuvieron que abandonar Stalingrado.

  ¿Cuál es el objetivo de la tercera ofensiva nazi de verano?, ¿y hasta cuándo puede prolongarse el macabro juego de ofensivas alemanas de verano y contraofensivas rusas de invierno?

  Para Stalin y sus generales de la Stavka, está claro que el desgaste les está afectando más a ellos que a los alemanes. La URSS se ha reducido a 130 millones de habitantes (60 millones de ciudadanos soviéticos se encuentran bajo dominio alemán), en combate se pierden seis soldados rusos por cada soldado alemán (en 1942, 500.000 bajas irrecuperables alemanas frente a 3.200.000 bajas soviéticas irrecuperables... sin contar los inválidos, aproximadamente uno por cada dos muertos en combate), los alemanes han destruido cuatro tanques rusos por cada tanque propio perdido y además reclutan constantemente tropas auxiliares de toda procedencia, incluidos renegados ex soviéticos, al paso que las deserciones aumentan constantemente en el Ejército Rojo (diez mil al mes, de promedio). La ventaja para los soviéticos estriba en que todavía cuentan con reservas de hombres y mujeres movilizables, también cuentan con una base poblacional más joven que la de los alemanes, lo cual los beneficia a la hora de incorporar nuevos reclutas, así como mantienen su formidable nivel de producción de armamento, mejoran el adiestramiento de sus oficiales y otros especialistas, y se incrementa el suministro de productos americanos de todo tipo (alimentos, medicinas, vehículos, material industrial y más armas); fuera de Rusia, los angloamericanos entretienen tropas alemanas con sus tres frentes en la periferia del Mediterráneo y han desatado una terrible ofensiva de bombardeos aéreos masivos sobre las ciudades y zonas industriales de la Europa controlada por los nazis. 

  Pero el problema es que los alemanes se están fortaleciendo industrialmente a medida que ponen en marcha la explotación de los recursos de materias primas capturados y que políticamente siguen siendo los vencedores, de modo que pueden seguir reclutando nuevos aliados y más hombres, como soldados o como obreros. Y las reservas de tropas soviéticas se están acabando. Afortunadamente, todavía tienen una buena oportunidad porque a primeros de 1943 comienzan a movilizar a los jóvenes nacidos en 1926, con apenas 17 años. En 1926 la situación en Rusia había mejorado lo suficiente para que llegaran al mundo más de tres millones de varones soviéticos. Es cierto que no todos llegaron a cumplir 17 y que muchos tenían solo 15 años cuando Bielorrusia y Ucrania fueron invadidas, de modo que muy pocos pudieron huir, pero en cualquier caso se puede contar con dos millones de ellos para nutrir las filas. 

  Por otra parte, de febrero a julio de 1943 se ha combatido poco en Rusia (menos bajas) y casi un millón de heridos restablecidos se ha reincorporado al Ejército Rojo. También se incorporan mujeres. Numéricamente, por tanto, son más fuertes que durante la batalla de Stalingrado, y aún les quedan -calculan- entre cuatro y siete millones de hombres en la reserva (dependiendo de cómo se cuenten, dada que su fiabilidad y preparación es muy variable). En cualquier caso, tendrán que hacer uso de ellos si las pérdidas de 1943 son como las de 1942.

  Podrán sumar seis millones y medio de hombres (y mujeres) en el frente pero si, como en 1942, pierden tres millones de muertos y desaparecidos (prisioneros) más un millón de heridos que quedarán inútiles, esas reservas apenas llegarán para 1944 porque la mayoría de los siete millones de reservistas -la cifra más optimista para el cálculo- son hombres que se han dejado intencionadamente como último recurso, "el fondo del barril": hombres necesarios en la industria, musulmanes, hombres de edad y sospechosos de deslealtad de los campos de concentración y las columnas de trabajo. En realidad, esos "siete" millones solo cuentan en la medida en que la victoria favorezca a los soviéticos, si no... apenas se podrá contar con la mitad de ellos. Muchos rehuirán el reclutamiento (los asiáticos intentan utilizar las rutas de contrabando de Asia Central para escapar) y otros se entregarán al enemigo. Y si faltan las importaciones de los países aliados necesitarán más obreros para producir los bienes mínimos necesarios...

  En cambio, los alemanes aún podrían disponer de más reservas si proceden a una movilización total de su población masculina: la movilización total que los rusos ya hicieron al ser invadidos y que, lógicamente, ya no pueden repetir... de modo que la gran acumulación de hombres y recursos que los soviéticos van a preparar para el verano de 1943 será la última ocasión de contar con una clara mayoría numérica en el frente mientras que los alemanes no solo pueden recuperar tropas desmovilizadas de Francia y los Balcanes, sino reclutar más hombres, tanto alemanes como no alemanes. Ahora los alemanes cuentan con más trabajadores extranjeros para reemplazar a los movilizados, y la Europa nazi permite mayores aportaciones industriales por parte de naciones como Francia e Italia, incluso de países neutrales como Suecia o Suiza; también pueden movilizarse mujeres para ciertas funciones. Para el verano de 1943, los alemanes reunirán 3 millones de hombres en el frente del Este... sumados a uno y medio de no alemanes. También se formarán más pilotos para recuperar terreno en el aire a lo largo del año. Se trata de cumplir ahora los objetivos de la ofensiva del verano pasado en el Este y que quedó inconclusa: el Cáucaso y Leningrado.

   Con la llegada de los nazis al Cáucaso, estos han encontrado unos aliados seguros entre los pueblos ex-soviéticos: los musulmanes. Hasta entonces, con la sola excepción de los estonianos y letones del Báltico, todos los pueblos de la URSS han sido maltratados por los invasores. Sin embargo, desde finales de 1941 (en Crimea) han llegado instrucciones a los mandos alemanes de que se trate a los pueblos musulmanes como posibles aliados. En el Cáucaso viven casi cinco millones de musulmanes, y en Asia Central hay otros veinte millones, más importantes minorías en otros puntos de Rusia, lo que, en total, supone una quinta parte de la población soviética que queda. La URSS, en las circunstancias extremas en que vive tras dos años de guerra, los necesita como soldados o, al menos, como obreros. ¿Cómo controlarlos, cómo vigilarlos, si se extiende entre ellos el rumor de que los nazis los consideran aliados suyos, a diferencia de todos los demás ciudadanos soviéticos?

  Al cerrar el Mediterráneo, Hitler se ha convertido en el campeón de los musulmanes. Ha libertado a los egipcios y a los marroquíes y tunecinos, ha ofrecido su alianza a los reticentes turcos y el muftí de Jerusalén bendice al Führer, salvador de los árabes musulmanes.

  Además, Hitler quiere el petróleo. Ha tomado el campo petrolífero de Maikop que, a 150 kilómetros del puerto de Tuapse en el Mar Negro, está en buena situación para ser explotado (cuenta con oleoducto, ferrocarril y carreteras). Pero no es muy grande. Hitler querrá también Grozni, en plena Chechenia, más hacia el interior. Y, por supuesto, Bakú, en el Caspio, el campo petrolífero más rico de todos, y que cuenta también con un prolongado oleoducto que llega al Mar Negro, por lo que no hay muchas dudas acerca de hacia donde va a dirigir Hitler su tercera ofensiva de verano: hacia el mar Caspio, para terminar la conquista del Cáucaso, apoderarse del petróleo, cortar el "corredor persa", por el cual los americanos envían suministros a la URSS, y, de paso, liberar a los musulmanes del dominio soviético. Los soldados que pierda en la lucha los recuperará con los esperados reclutas musulmanes del Cáucaso.

  A partir del mes de abril de 1943, con el mar de Azov totalmente libre de hielos, los suministros para la ofensiva van llegando a los puertos del este del Mar Negro: Rostov y Yeysk en el Mar de Azov, Anapa en la península de Taman, y Novorossisk, Gelendzhik, Tuapse, Sochi, Sujumi, Gagra, Poti y Batumi en la costa del Cáucaso. Buques mercantes alemanes, italianos, franceses, rumanos, húngaros, búlgaros y hasta turcos y españoles transportan armas, alimentos, munición, combustible, maquinaria... También el río Don es ahora navegable, y los alemanes pueden hacer uso de él para abastecer toda la región en torno a Stalingrado, donde se asienta el poderoso 6 Armee y un ejército rumano.



  La ruta más probable de ataque nazi es la del río Terek, la misma que ya se utilizó en el otoño de 1942 (con el 1 Panzerarmee). Entonces los nazis fracasaron a las puertas de Grozni e incluso tuvieron que retroceder para concentrarse en la emergencia de romper el cerco al 6 Armee en Stalingrado. Ahora sin duda van a utilizar recursos mayores para alcanzar, por el mismo río Terek, el mar Caspio, y con ello cortar en dos el territorio soviético, embolsando la región petrolífera de Azerbaiyán (Bakú). Después liquidarán esta bolsa con la participación también, muy probablemente, del ejército turco, que ya lleva casi un año preparándose para el previsible fin del estatus de neutralidad.

  Ante tal situación, solo hay dos cosas que los soviéticos pueden hacer:

  -Concentrar fuerzas suficientes en el montañoso camino que va del Mar Negro al Mar Caspio. Y con abundantes reservas.
  -Crear frentes alternativos que obliguen al enemigo a dispersar sus fuerzas.

  A pesar del desgaste de la batalla de Stalingrado (y resto de batallas del invierno), los rusos han reconstruido unidades, han fabricado más tanques, más cañones, más aviones y han seguido beneficiándose de la ayuda norteamericana. Se acusa el daño sufrido pero hasta el más ignorante soldado ruso sabe que no hay opción a seguir luchando: para hacer la paz, Hitler no se conformará con menos que la línea Arkangelsk-Astrakhan, todo el margen occidental del Volga, y eso significaría, entre otros horrores, la destrucción de Leningrado y Moscú. Por lo tanto, el derrotismo no va a resolver nada.

  El Ejército Rojo dispone de seis millones y medio de hombres y mujeres en el frente distribuidos en unos sesenta ejércitos (otros dos millones cubren y guarnicionan el resto de las fronteras de la Unión Soviética, más otros tres millones en Aviación, Marina, adiestramiento, convalecencia y otras circunstancias). Nunca han podido reunir tantos y nunca más podrán volver a reunirlos si fracasan. Entre estas tropas se incluyen las de cuarenta y cuatro cuerpos de tanques, equivalentes a las divisiones Panzer enemigas, que suman casi diez mil unidades de tanques y artillería autopropulsada operativos (y están seguros de que el enemigo cuenta, a lo más, con la tercera parte de eso). No están, por tanto, en absoluto indefensos.

  La Stavka considera que los alemanes no atacarán a fondo, por lo menos, hasta finales de junio. Así que disponen de tiempo para preparar las fortificaciones y los ejércitos de reserva. Calculan los soviéticos que Hitler puede contar con hasta tres millones de soldados alemanes en el frente ruso (más que en el verano anterior) y, si intervienen los turcos, con más de millón y medio de tropas no alemanas. La superioridad numérica soviética puede ser, pues, de alrededor de 1.5 a 1. No es mucho. Es menos que en la campaña del verano anterior, pero el Ejército Rojo ha mejorado a nivel táctico y tiene buenas armas. Además, los nazis atacarán y los soviéticos contarán con la ventaja de estar a la defensiva en un escenario geográfico de montaña, muy apropiado para sus propósitos.

  De norte a sur, el dispositivo soviético de defensa del Cáucaso, constituido en Frentes (o grupos equivalentes a los Armee alemanes formados por ejércitos pequeños por el estilo de los cuerpos de ejército alemanes) es el siguiente:
  
   La reserva, al mando de Koniev, que queda situada en la zona de la estepa Kalmik, en las proximidades de Astrakhan, con los ejércitos 27, 47 y 53, 5 de guardias y 5 de tanques de guardias.

   Los Frentes Primero y Segundo del Cáucaso con los ejércitos 65, 70, 13, 60, 38, 40 y 69, 1 y 2 de tanques, y 6 y 7 de guardias. Suman nueve cuerpos de tanques o mecanizados, y sesenta y ocho divisiones de infantería. Esta poderosa fuerza ocupa dos sectores, uno al norte, frente a Salsk (donde a partir de abril se está ubicando el 4 Panzerarmee), que es el Primer Frente al mando de Rokosovsky, y el otro al sur, frente a Armavir y Pyatigorsk (donde están el 1 Panzerarmee y el 17 Armee), que es el Segundo Frente al mando de Vatutin. Durante semanas y meses se construirán todo tipo de obras defensivas, trincheras, fortines y campos de minas, aprovechando las características de la región. Básicamente, se trata del mismo escenario donde se combatió en el verano anterior, los pasos que comunican, al este de Armavir y Pyatigorsk, al rio Terek y la salida hacia los valles que acaban en el mar Caspio (donde está el puerto de Makhachkala, la capital del Dagestan).

  El Tercer Frente del Cáucaso, dividido en dos sectores, uno en el área de Tbilisi (ejércitos 18, 56 y 58, al mando del general Maslennikov, que es también el comandante general del Frente), que se opone al 12 Armee, y otro en la misma frontera sur del Cáucaso (37 y 9, al mando de Chuikov) que enfrenta la amenaza del tercer ejército turco -cuya beligerancia parece probable-, al que se considera menos temible que el 12 Armee.
 
    La reserva es muy importante porque si los dos Frentes del Norte del Cáucaso resisten el previsible asalto alemán, los cinco ejércitos de reserva, entre los cuales hay algunos muy buenos, podrán lanzarse sobre la zona del Don, donde Hitler parece haber vuelto a cometer la torpeza de situar a los débiles ejércitos de cobertura italiano y húngaro (aunque también está constituyendo allí un nuevo ejército alemán defensivo, el 8 Armee).

  De hecho, el Ejército Soviético dispone de suficiente fuerza como para, a pesar de la prevención defensiva en el Cáucaso Norte, robustecer el Frente del Don (general Golikov), al norte de Stalingrado, desde donde podría emprenderse una ofensiva de distracción. Este gran "Frente" engloba a los ejércitos 24, 51, 64, 66, 3 de guardias y 5 de choque. Stalin da una gran importancia a que más allá de donde está posicionado el Frente del Don se encuentra la región del Donbass, en Ucrania oriental, la mayor concentración de la industria siderúrgica soviética que los rusos arrasaron en su retirada pero que los tenaces ingenieros alemanes están poniendo de nuevo en funcionamiento, sobre todo para producir enormes cantidades de municiones. Si lo logran (y podrían conseguirlo a finales de 1943, de acuerdo con fuentes fiables), se trataría de otra ventaja más para el enemigo en esta terrible guerra de desgaste. Ya es bastante malo que se haya perdido la industria de Stalingrado y la navegación por el Bajo Volga, muy importante para el transporte de las materias primas, pero si los invasores son capaces también de producir munición en el territorio ex soviético con las materias primas ex soviéticas y los obreros esclavizados ex soviéticos, entonces ya no habría esperanza.




                 El desarrollo alternativo para la batalla de "Zitadelle", julio de 1943 

  A lo largo de la primavera, el poderoso 4 Panzerarmee se ha desplazado desde la región Donbass-Don hasta el norte del Cáucaso para la gran ofensiva que se prepara, siendo relevado en la protección del Donbass por el nuevo ejército alemán, el 8 Armee. La Stavka considera probable que este nuevo ejército alemán, casi por completo de infantería, resulte de poca ayuda para sostener a los italianos y húngaros, considerados las peores tropas del Eje. Los rusos también saben que el 8 Armee se ha formado en buena parte con tropas desmovilizadas de Francia, donde ya solo quedan fuerzas alemanas en la zona del Canal Inglés. Stalin confía en que no pasarán la prueba si son atacados por fuerzas soviéticas seleccionadas.

    Ante el mismo Stalingrado, en posición defensiva, está situado el Frente de Stalingrado al mando del general Tolbukhin, que engloba al 2 ejército de Guardias y los ejércitos 44 y 28. Del lado nazi se encuentra el 6 Armee del mariscal Paulus (al que se suma un ejército rumano). Un ataque soviético impedirá que parte de estas fuerzas enemigas se sume a la ofensiva nazi prevista en el norte del Cáucaso.

  Si las ofensivas del Frente del Don y el Frente de Stalingrado son un éxito y la resistencia de los dos Frentes al norte del Cáucaso es también un éxito, los ejércitos de la Reserva inclinarán la balanza de la ofensiva rusa contra el punto enemigo que se considere más débil.

  Éste es el plan, y todo depende de que la capacidad de las fuerzas soviéticas esté a la altura de las fuerzas del Eje. Se trata de una batalla industrial, de desgaste, de capacidad de resistencia.

  A finales de junio de 1943, cuando el Ejército Rojo efectúa los últimos preparativos, los generales rusos se indignan ante la, en opinión de ellos, fácil victoria de Rommel en Próximo Oriente frente a los británicos. Pese a su supremacía aérea, su superioridad numérica y las magníficas armas norteamericanas, los mandos soviéticos constatan que las tropas del general Alexander (8 y 9 ejércitos británicos) se han retirado casi sin lucha de Palestina y Siria. ¡Y esto ha llevado a Turquía a declarar la guerra a la URSS pero no a los angloamericanos!

   Tampoco hay que perder de vista a Japón, que podría atacar Siberia Oriental con las tropas de las que disponen en el norte de China (el "Ejército de Kwantung"). Todo indica que a los japoneses no les va bien en la guerra aeronaval que tiene lugar en las islas del Pacífico y que por eso estarían interesados ​​en contribuir a acelerar la derrota rusa a cambio de que después los alemanes les ayuden a salir del aprieto en el que se han metido en su lucha contra los Estados Unidos. Es entonces cuando los consejeros de Stalin le esbozan a su líder supremo la posibilidad de una "conexión ártica" con sus opulentos aliados capitalistas: un ataque rusonorteamericano contra el norte de Japón desde Siberia Oriental y el Pacífico Occidental que asegure la conexión logística entre la URSS, China y los Estados Unidos. Si se adelantan a los japoneses se puede evitar lo que parece que Hitler planea: aislar a la gran URSS del resto del mundo cegándole todas sus vías de suministros (Murmansk, corredor persa y Vladivostok ...). Stalin sopesa la estrategia propuesta, pero no la planteará a menos que el Ejército Rojo fracase en su intento de detener la ofensiva alemana en ciernes.

    Para dirigir la defensa soviética, el general Zhukov establece su cuartel general en la ciudad de Makhachkala, en la costa del Caspio. Desde allí comandará casi directamente al Primer y Segundo Frentes del Cáucaso, la flor y nata de las fuerzas armadas soviéticas. Desde su nuevo cuartel general, Zhukov tendrá que tomar la decisión crítica de mover sus reservas, situadas, de momento, en la estepa de Kalmik (o "Kalmukia"), al sur de Astrakhan. Sabe, por supuesto, que Stalin, desde Moscú, tiene siempre la última palabra.

   Tras la victoria en Próximo Oriente sobre los británicos, la Luftwaffe comienza a desplazarse desde los aeródromos egipcios a los recién ocupados en Siria y, desde allí, casi un millar de cazas y bombarderos alemanes (una Flota aérea al completo) sobrevuelan Turquía hasta la costa del Mar Negro. Son los preparativos finales para la gran ofensiva: los alemanes no disponen de fuerza aérea suficiente como para hacer más de una gran ofensiva a la vez y por eso dependen de estos desplazamientos de las unidades de la Luftwaffe de un frente a otro. Al mismo tiempo, tienen que socavar recursos de la defensa aérea del propio suelo alemán, circunstancia que aprovecha el mando británico de bombardeo...

  La ofensiva nazi comienza, sin sorpresas, el 5 de julio de 1943.

  Los alemanes atacan con lo mejor que tienen: el 1 y el 4 Panzerarmee, el 17 Armee y, como punta de lanza, el Cuerpo Panzer de las Waffen-SS con dos batallones de tanques Tigre (el 501 y el 503, que tomaron parte en la batalla de Stalingrado pero que ahora han sido reequipados): ciento cincuenta tanques Tigre en total y un centenar de enormes cañones de asalto "Ferdinand"; en lo demás, la fuerza acorazada está formada por dos mil tanques y cañones propulsados en total (los soviéticos cuentan con casi ocho mil). En el aire, los nazis mantienen una escasa superioridad aérea gracias a la movilización de sus reservas.

    Desde su base logística de Salsk, abastecida por ferrocarril por los puertos del Mar Negro, el 4 Panzerarmee avanza por el sur de la llanura de Kalmukia, hacia la desembocadura del rio Kuma, al norte de Mahachkala. Pero la fuerza principal de ataque son el 1 Panzerarmee y el 17 Armee, que presionan hacia el rio Terek en un frente muy concentrado en el mismo centro del Cáucaso: de Pyatigorsk hasta Grozni hay una ruta de doscientos kilómetros repletos de obstáculos.

    A los cinco días de batalla, Zhukov toma una decisión salomónica: despoja al Frente de Reserva de dos unidades, envía al 5 ejército de tanques de guardias a la defensiva a la misma estepa de Kalmukia, donde el 4 Panzerarmee, ya alejado de su base en Salsk, está acercándose peligrosamente al mar Caspio (y antes de llegar al mar ya cortaría el ferrocarril de Astrakhan a Mahachkala), y al 5 de guardias al Don, donde el Frente del general Golikov va a intentar la ruptura sobre todo para aliviar la presión que sufren los ejércitos soviéticos en el Cáucaso. La ofensiva del Frente del Don contra el 8 Armee -"Operación Kutuzov"- comienza el día 12 de julio. 

  Pero entonces, y sin hacer caso de la ofensiva del Don, el 19 de julio el cuerpo Panzer del 6 Armee de Stalingrado (general Hube) y otro cuerpo rumano atacan directamente la región de Kalmukia, con el objetivo de inmovilizar las reservas mientras más al sudeste avanza el 4 Panzerarmee. Zhukov tiene que enviar entonces el ejército 47 para hacer frente a la nueva presión, desatando con anticipación la ofensiva del Frente de Stalingrado -la prevista "Operación Rumiantsev"-. De modo que esto deja a Zhukov con solo dos de las unidades de reserva disponibles, los ejércitos 27 y 53. ¿Será suficiente?, ¿los alemanes tienen más reservas que él?

  Muy pronto se ve que no ha dado resultado la ofensiva soviética en la zona del Don. Eso no quiere decir, por supuesto, que el Frente del Don del general Golikov deje de atacar  -la operación "Kutuzov"-. Tiene que hacerlo para prevenir que los alemanes se lleven tropas de la zona para enviarlas al horno en la zona del río Terek, donde continua el frenesí destructivo.

  A los diez días de batalla, todo indica que, en la zona del Baksan, afluente del Terek, los dos ejércitos rusos que estaban en contacto con la ofensiva enemiga han quedado fuera de combate, pese a la contribución del poderoso 5 ejército de tanques de guardias de la reserva. Zhukov tiene que enviar ahora al ejército 53. Ya no queda más que un ejército de reserva, el 27, mientras que en el Don no se ha logrado romper el frente. Todo lo que puede hacerse ahora es resistir. Hay casi cuatro millones de soldados rusos luchando desde la frontera turca hasta el río Don, haciendo uso de los mejores tanques y el mayor contingente artillero nunca reunido por los soviéticos, el fruto del tenaz esfuerzo de la industria de la guerra de un Estado que en su joven vida ha tenido como prioridad económica el desarrollo de la industria pesada.

  Zhukov se da cuenta de que los tres ejércitos nazis atacantes (alemanes en un 95%) reciben sin pausa suministros por los cuatro puertos del Mar Negro a su disposición, capacidad que supera la de los ferrocarriles soviéticos para transportar sus propios suministros hasta el frente donde lucha el Ejército Rojo, y aunque el poder de la aviación soviética se está incrementando, no hay forma de cortar desde el aire el paso al constante flujo de los refuerzos, combustible y munición del enemigo. En cuanto a la ayuda que podría suponer para los rusos el esfuerzo de los angloamericanos contra las tropas alemanas, los aliados de Stalin solo llevan a cabo una única ofensiva, en Marruecos... que ha quedado detenida en las montañas del Atlas por un ejército enemigo de fusileros, en su mayor parte marroquíes y españoles.

  Cada hora, hay informes de destrucción de tropas, de suministros insuficientes, de contraataques que no dan resultado... Los alemanes llegan al Terek, reconquistando Nalchik y avanzan ahora más rápido hacia Mozdok, tras lo cual están los campos petrolíferos de Grozni y los valles abiertos hasta el Mar Caspio.

  No solo el martillo del 1 Panzerarmee, 4 Panzerarmee y 17 Armee es poderoso, sino que su fortaleza no es la consecuencia de haberse debilitado los nazis en otros frentes. Incluso los soldados italianos y húngaros están concentrados de tal forma que son eficaces contra los soviéticos en la zona del Don. Y de la frontera turca llegan también malas noticias: el ejército turco (Tercer ejército, a las ordenes del general Killigil, con doce divisiones, divididas en dos cuerpos independientes) ataca al este por las montañas próximas a Alexandropol (Leninakan o Gyumri) y más al oeste por el río Kura, que pasa por la capital de Georgia, haciendo retroceder a los dos ejércitos soviéticos de la zona, demasiado poco dotados, de modo que, finalmente, y pensando en la defensa de un reducto en el sudeste del Cáucaso, en torno a Bakú, Zhukov decide enviarles su último ejército de reserva, el 27, lo que logra detener a los turcos.

  El 12 Armee, que ataca hacia Tbilisi desde la costa sudeste del Mar Negro, con casi veinte divisiones, tiene inmovilizados a los otros tres ejércitos rusos en la zona. La única solución es retroceder hacia líneas defensivas naturales en plena montaña. Pero eso solo da un respiro temporal.

  El 21 de julio se produce el desastre: los alemanes han tomado Grozni, donde fueron detenidos en noviembre del año anterior. Por lo menos, tres ejércitos rusos han sido totalmente desbaratados. Los alemanes, pese a sus fuertes pérdidas, se están acercando al Mar Caspio

    Zhukov comunica a Stalin que ya han desaparecido tres ejércitos soviéticos (13, 69 y 2 de tanques) y de los que le quedan (65, 70, 60, 38 y 40, 1 de tanques, 6 y 7 de guardias y 5 de tanques de guardias) su fuerza ofensiva es mínima (hay dos mil tanques destruidos y otros dos mil averiados). Recomienda una concentración en una línea que vaya desde el Caspio, al norte de Bakú, y hasta Tbilisi, en el interior, y que pase por Yerevan, en Armenia. Así la resistencia dependerá de los suministros que se envíen a Bakú, por mar y por ferrocarril, y se puede contar con la valiosa ayuda de la aviación angloamericana de la zona del Golfo Pérsico, porque el único punto débil de los alemanes es el poder aéreo.

    Stalin tarda dos días en decidir, y en ese tiempo los alemanes avanzan cincuenta kilómetros más y dan cuenta de los restos del 70 ejército ruso, tomando Gudermés, con lo que han conquistado toda Chechenia, donde los nativos que no han sido previamente deportados por los soviéticos reciben a los nazis como libertadores, y ante los nazis se abren las llanuras que llevan hasta el Caspio. Stalin cede y Zhukov y sus generales (Rokosovsky y Vatutin) comienzan el repliegue, permitiendo a los alemanes tomar el Dagestan. El 26 de julio de 1943, el general SS Paul Hausser y su Panzerkorps (que ha sufrido un 60% de bajas en el duro avance) llegan al mar Caspio e inmediatamente la noticia se conoce en el mundo entero: los nazis han conquistado otro gran campo petrolífero (Grozni) y han cortado en dos el territorio soviético, creando una bolsa en torno a Bakú, donde se refugian los seis ejércitos que constituyen el Tercer Frente del Cáucaso, y los ocho ejércitos que han sobrevivido a "Zitadelle" (Primer y Segundo Frentes); todas estas fuerzas son reorganizadas con la denominación de "Frente del Caspio". Suman casi dos millones de hombres en conjunto.

  En esta primera fase, los alemanes habrán hecho 200,000 prisioneros, matado unos 100,000 adversarios y obligado a evacuar a otros 100,000 heridos. Tres mil tanques rusos han sido liquidados y algunos de ellos pueden ser reparados y usados ​​por sus enemigos. Al haber quedado dueños del terreno, los alemanes no solo han podido capturar muchos tanques sino también asegurar la reparación de los suyos. Los alemanes cuentan aún con casi tantos vehículos blindados como cuando iniciaron la ofensiva (algo menos de dos mil ahora), mientras al enemigo le queda menos de la mitad (menos de tres mil).

  Las bajas del Eje en "Zitadelle", incluidas las de todos los ejércitos que han tomado parte (1 y 4 Panzerarmee, Panzerkorps Waffen-SS, 6, 12 y 17 Armee, ejércitos turco y rumano), han sido de 90,000 muertos (80,000 alemanes) y 200,000 heridos. El Panzerkorps Waffen-SS ha asumido la tercera parte del total de bajas y, tras su gran victoria, se retira a Rostov para reponerse y constituir, por sí mismo, una reserva en la zona vital del Don en caso de que se produzca otra ofensiva soviética.

  La campaña final de conquista del Cáucaso queda a cargo del 1 y 4 Panzararmee, los 12 y 17 Armee, y el tercer ejército turco. Mientras tanto, el 6 Armee y los rumanos avanzan hacia el delta del Volga tras haber sido reequipados. El fracaso de la ofensiva soviética del Frente de Stalingrado -Operación Rumyantsev- lleva ahora a la contraofensiva del 6 Armee del mariscal Paulus que quiere vengarse de las angustias pasadas durante el terrible mes de cerco al que los rusos lo sometieron en Stalingrado a finales de 1942.

  Stalin puede mandar fusilar a Zhukov, pero sabe que no va a ganar nada con eso. A lo peor, una rebelión de los militares. La derrota tiene varias causas, aparentemente ninguna más importante que otra. Los alemanes han sido superiores en la logística, ya que reciben suministros por los puertos del Mar Negro mientras que los soviéticos tienen que enviar sus fuerzas desde el lejano norte. El factor numérico se tiene en cuenta, sobre todo por el gran número de tropas no alemanas, pero no es decisiva la diferencia en calidad del armamento. Tal vez si el ataque hubiera tenido lugar en una zona más abierta, donde los rusos hubiesen podido concertar mejor sus contraataques, los alemanes se hubieran dispersado.

  Aún, sin embargo, se puede resistir en torno a Bakú. Al menos, ahí se cuenta con los suministros norteamericanos que llegan por el ferrocarril de Persia y se espera que la aviación angloamericana también contribuya a la defensa. Los rusos no quieren para nada a los soldados del 9 ejército británico destacado en el norte de Irak en agosto de 1943, pero sí que necesitan todos los pertrechos y el apoyo aéreo que sus aliados les envíen.

  La mayoría de la población musulmana del sur del Cáucaso recibe a los nazis como libertadores. Los georgianos y armenios, cristianos, tratan de contemporizar (sobre todo los primeros, juzgados más fiables para los nazis que los armenios), y tropas búlgaras y rumanas del 12 Armee se encargarán de ocupar y pacificar estos territorios poco conflictivos, una vez conquistados por los alemanes.

  Hitler se traslada al Cáucaso y se instala en el mismo Grozni el 6 de agosto desde donde supervisa la batalla que dirige el mariscal Manstein y también supervisará la dirección política, entrevistándose con los líderes musulmanes. El horror de la reciente destrucción de Hamburgo por la aviación británica impacta al Führer y le hace ver que la victoria sigue lejos. Por otro lado, cada soldado musulmán que se enrola en el Eje puede suponer para Alemania un fusilero alemán menos que puede convertirse en un obrero especializado en las fábricas de armamento o incluso en un piloto que luche contra la RAF.

   Para cuando cae Bakú, a primeros de septiembre, se calcula que alrededor de cien mil musulmanes del Cáucaso ya han tomado las armas del bando de los nazis como fuerzas irregulares, con lo que casi desaparece la superioridad numérica que mantienen los soviéticos. Esto significa que los alemanes podrán contar con un ejército de infantería musulmán completo para el verano de 1944. Habrán desaparecido, sí, muy buenos soldados alemanes, pero se ha recuperado un número mayor de útiles fusileros musulmanes, leales y bien motivados.

  El "Frente" del Bajo Volga de Koniev (en Astrakhan, antes "Frente de Stalingrado") recibe refuerzos desde Rusia, incluidos dos cuerpos de tanques, para intentar abrirse paso hacia Daguestán, e inicia su contraofensiva el 12 de agosto. Eso obliga al 4 Panzerarmee a retirar tropas valiosas del intento de avance hacia Bakú, ahora a cargo sobre todo del 1 Panzerarmee.

  El 26 de agosto de 1943, Koniev ya ha desistido de sus intentos de romper el cerco nazi en torno a Bakú, y el 4 Panzerarmee se incorpora a la ofensiva final sobre los campos petrolíferos. Al oeste, Tbilisi ha quedado totalmente cercado por el 12 Armee, y los turcos del 3 ejército han superado el obstáculo de Leninakan (Gyumri) y están sobre el suelo de Azerbaiyán, donde san recibidos por sus alborozados primos azeríes. El 30 de agosto, Stalin autoriza a Zhukov para que comience a evacuar parte de sus fuerzas de la bolsa antes de que el desastre supere todo lo sufrido por el ejército rojo hasta el momento.

  El 6 de septiembre de 1943, las vanguardias del 1 Panzer entran en la ciudad de Bakú, arrasada e incendiada. Los soviéticos han retirado por mar, hasta Asia Central, unos trescientos mil hombres, pero la mayoría, ochocientos mil supervivientes, han pasado a Persia, donde están las tropas soviéticas de ocupación y las británicas de los ejércitos 9 y 10. En la confusión, muchos soldados rusos desertarán, prefiriendo entregarse a los soldados turcos.

  En total, sumando las diversas fases de la ofensiva, los nazis habrán hecho quinientos mil prisioneros al ejército soviético. Al igual que sucedió el verano anterior, correrán mejor suerte que los dos millones de prisioneros del verano de 1941, la gran mayoría de los cuales murieron de hambre y frío. Ahora Hitler necesita más y más esclavos para sus fábricas y sus campos. También hay oportunidades para los que desean renegar. Incluso aparece un banderín de enganche de la Legión Extranjera francesa (los franceses están creando un gran ejército africano de voluntarios). Solo en el caso de los judíos, los comunistas y las mujeres soldado no varía el trato que dan los nazis a los prisioneros con respecto a años anteriores.

  Más interesados en las máquinas que en los hombres, los generales nazis se jactan del botín del armamento pesado soviético. Calculan que, en dos meses, doce mil tanques y cañones autopropulsados soviéticos han entrado en combate. Siete mil han sido "borrados" y por lo menos mil han sido capturados y serán puestos al servicio del Reich al cabo de unas semanas. Petróleo del Cáucaso ex soviético, soldados musulmanes ex soviéticos y tanques nazis ex soviéticos. La guerra está ganada para Hitler.

Ooo

  Para muchos historiadores, la Operación "Zitadelle" (también llamada la batalla de Kursk) mostró la inevitabilidad de la derrota alemana en el Frente Oriental. Tras el desastre de Stalingrado, los alemanes hicieron un esfuerzo final para acumular tropas y recursos en el verano siguiente que les permitiera en cierto modo vengarse, obtener una victoria importante a nivel local y tal vez llegar a unas negociaciones de paz con los soviéticos. Las tropas alemanas en el frente ruso, reducidas a 2.2 millones tras Stalingrado (marzo 1943), experimentan un gran incremento al hacer uso los alemanes de sus reservas (e incluso ampliándolas, movilizando a obreros de las fábricas de armamento) y logran alcanzar los 3.4 millones de hombres en julio de 1943, a punto para la batalla. Las tropas del Eje no alemanas, sin embargo, experimentaron un descenso desde Stalingrado que no pudo ser reparado: pasaron de 1 millón a 0.5 millones... Los soviéticos, crecidos tras su victoria, también incrementaron sus fuerzas hasta más de 6.7 millones de hombres en el frente. 6.7 millones en la defensa ante el ataque de 3.9 millones de enemigos... Estas son, en particular, las cifras que maneja el historiador militar David Glantz, aunque pueden variar un poco según otras fuentes.

  En cuanto a la Operación "Zitadelle" en particular (en el centro de Rusia, cerca de Kursk), las cifras muestran una proporción parecida: los alemanes atacaban con 900.000 hombres contra 1.300.000 rusos a la defensa. Los rusos doblaban la artillería alemana y superaban también a sus enemigos en tanques (cuatro a uno), y para concentrar toda la fuerza de ataque los alemanes hubieron de reducir los contingentes en los flancos norte y sur de la zona escogida para el avance, de modo que, una vez que los alemanes se desgastaron en la ofensiva sin alcanzar el éxito, los rusos pudieron utilizar sus reservas en sus propias contraofensivas al norte y al sur de la zona crítica inicial -contraofensivas "Kutuzov" y "Rumiantsev"- contando con una proporción de fuerzas de, al menos, dos a uno en hombres (mucho más en tanques y otras armas). Al norte de Kursk, el Ejército Rojo logró un avance moderado, pero al sur lo que se obtuvo fue una sucesión de victorias que llevó a la liberación de Ucrania, cayendo Kiev en noviembre, cuatro meses más tarde de que los alemanes iniciaran su ambiciosa ofensiva con tan desastroso resultado final.

  Si en la realidad, por tanto, la derrota alemana fue inevitable, en esta historia alternativa la derrota rusa también lo es. Todo como consecuencia necesaria del cierre del Mediterráneo y la invasión naval del Mar Negro en junio de 1942. 

      Para que esta información sea completa, es preciso que se tenga en cuenta que en julio de 1943, en la realidad, había unas veinte divisiones alemanas comprometidas en Italia, o bien ya en la defensa de Sicilia (cuatro) o bien que estaban comenzando la ocupación de la Italia continental a lo largo de los meses de julio y agosto (por lo tanto, no estaban disponibles en Rusia ni cumplían ninguna otra función en otra parte). Éstas son, en esta historia, las divisiones que, muy reforzadas por tropas no alemanas (marroquíes, españoles, italianos, egipcios), se reparten en los tres frentes periféricos al sur y al este del Mediterráneo (Marruecos, Sudán y el Golfo Pérsico). Todavía hay veinte divisiones alemanas más para ayudar a la defensa del Canal (Francia, Bélgica, Holanda) y un poco más para Dinamarca y Noruega (en la realidad, también la defensa costera de Noruega se reforzó durante el verano de 1943). También queda algo para formar más pilotos de la Luftwaffe y para mantener algunos obreros especializados en las fábricas de armamento. Sobre todo si contamos también que en estas fechas, en la realidad, de entre las divisiones alemanas situadas en el frente ruso, había unas veinte en funciones de lucha antipartisana y que en este escenario alternativo la actividad partisana no podría haber sido nunca tan fuerte (las actividades partisanas son mucho más dependientes del factor moral que las del frente regular y la victoria rusa en Stalingrado produjo un fuerte aumento de reclutamiento partisano... y de deserción de ex soviéticos colaboracionistas).

   Si en la realidad los alemanes movilizaron 1,2 millones adicionales de sus reservas para la batalla de Kursk (con lo que la suma de fuerzas alemanas en el frente ruso alcanzó la cifra record de 3.4 millones), en esta historia alternativa los alemanes pueden bastarse para su ofensiva del verano de 1943 con 3 millones de hombres (menos que en la realidad), sin llegar a la movilización total a la desesperada (casi "a la soviética") que se llevó a cabo en el intento de compensar el desastre de Stalingrado. Sin movilizar las reservas "totales" (es decir, sin necesidad de pasar de una exención al servicio en las fuerzas armadas del 45% de los varones a apenas, por ejemplo, una del 26%... como hacían los soviéticos) los alemanes pueden movilizar para esta campaña de verano más hombres que los 2.5 millones que utilizaron para su ofensiva del verano anterior, llegando a los 3 millones. Y, además, entre esos 3 millones hay valiosos veteranos del 6 Armee, y no tantos reclutas inexpertos y apresuradamente movilizados como entre los 3.4 millones de la realidad. El "Ostheer" alternativo no hubiera valido menos, a nivel de tropa, de lo que sirvió el de la realidad, pese a ser algo menos numeroso. Recordemos de nuevo que habrían hecho falta menos fuerzas de seguridad en la retaguardia y tampoco hay defensa costera en el Mar Negro, por supuesto.

  En la realidad, tras el desastre de Stalingrado, el Frente del Este alemán acabó con 2.2 millones de hombres. Pero si no se han perdido los 0.3 de Stalingrado y tampoco el 0.1 del desastre de Túnez en mayo, solo esto ya da una cifra de 2.6. La desmovilización parcial de Francia (solo quedan tropas alemanas en la zona del Canal) les permite subir a 2.9 y el traslado a Rusia de las tropas que estaban en los Balcanes nos lleva a los 3 millones, teniendo en cuenta, además, como ya se ha mencionado, el descenso de la actividad partisana y la inexistencia de una defensa costera en el Mar Negro, lo que permite que estos 3 millones sean tan efectivos como los 3.4 millones de la realidad y todo ello sin ninguna movilización extraordinaria de reclutas. También la Luftwaffe puede dedicar hombres a formarlos como pilotos con vistas al desquite contra los británicos y americanos en el verano de 1944 (habrá combustible y material industrial suficientes para ello gracias a los nuevos recursos económicos).  En cuanto a los no alemanes, se podrán sumar 0.2 más de los que ya contaron cuando Stalingrado (por la defensa costera del Mar Negro que ya no es necesaria, más los que habrían sido añadidos de diversas naciones tras el verano de 1942, impulsados por la buena marcha de la guerra para los nazis) y 0.3 de soldados turcos. Por supuesto, se habría reemplazado a los soldados rumanos, húngaros e italianos perdidos en las duras batallas del invierno. La suma de soldados no alemanes para "Zitadelle" habría sido entonces alrededor de millón y medio, casi el triple de los que hubo en la realidad por estas fechas. 

   En la línea del frente, estos 3 millones de alemanes hubieran, probablemente, valido tanto o más que los 3.4 millones que Hitler puso en juego, arriesgándolo todo, en el auténtico verano de 1943. A finales de 1943 los alemanes tienen 8 millones de hombres en armas (incluidos convalecientes, "ejército de reserva" y tropas en adiestramiento). Esta cifra se divide aproximadamente en 2 en la Luftwaffe, 1 en la Kriegsmarine, 3 en el frente del Este, 1 en los "frentes periféricos" y el otro millón en la defensa costera del Atlántico (pocos), más convalecientes, reserva, reclutas en adiestramiento y otros destinos.
   
   Puesto que para intentar reparar el desastre de Stalingrado los alemanes hubieron de movilizar sus últimas reservas humanas, esto dañó en la realidad las posibilidades de recuperación industrial. En esta historia, no han perdido tantas fuerzas no alemanas y han reclutado más gracias al curso en general victorioso de la guerra. También cuentan con más trabajadores extranjeros y una mejor disposición en general de la industria europea a su favor, especialmente en Francia e Italia. 

   Según los datos que tenemos, al finalizar Stalingrado (marzo 1943), a los alemanes les quedaban solo 0.5 millones de soldados en la reserva. Hasta finalizar el año, eso significa 50.000 reemplazos mensuales, sumados a los 50.000 aproximadamente nuevos reclutas (jóvenes que cumplían años) que se incorporaban al mes procedentes de los campos de adiestramiento. Las bajas "irrecuperables" alemanas se estima que eran de un promedio mensual de 50.000 muertos y desaparecidos a los que había que sumar aproximadamente 30.000 inválidos. Por lo tanto, en esta historia alternativa, Hitler podría agotar sus reservas para llegar a fin de año, siempre con la esperanza de que para Navidad de 1943 la guerra acabe y que fuese suficiente con las tropas con que cuenta para seguir la guerra por la misma senda victoriosa. Pero, en todo caso, los generales tendrán que prevenir que la guerra continúe un año más... y, por tanto, entonces sí necesitarán movilizar más reservas (disminuir el número de exenciones, sacar obreros de las fábricas) para que estén a punto para 1944. La movilización de la "guerra total", que los alemanes hicieron tras Stalingrado (marzo 1943), en esta historia alternativa podría esperar a octubre o incluso enero de 1944. Y probablemente no sería tan extremada.

  Las fuerzas soviéticas hubieran sido algo menos por las pérdidas adicionales experimentadas en Crimea en el verano del 42 (0.2 millones de bajas irrecuperables adicionales por la imposibilidad de evacuar tropas por el mar desde Crimea... más el aumento de deserciones al acercarse la guerra a la frontera turca). Por tanto, en el enfrentamiento del frente ruso del momento de "Zitadelle", en lugar de 6.7 soviéticos contra 3.9 del Eje, habrían sido 6.5 contra 4.5 millones. Los uniformados soviéticos eran un total de 12 millones. Aparte de los 6 millones del frente europeo, había 1 millón de convalecientes, 2 en aviación, 1 en la Marina, y el resto disperso en la vigilancia de las enormes fronteras de la URSS (con especial atención a la amenaza japonesa en el Lejano Oriente) y en otros servicios.

  También hay que tener en cuenta que durante los desastres de Stalingrado y Túnez desaparecieron siete divisiones Panzer completas (10, 14, 16, 21, 22, 24 y 27), todas las cuales hubieran sobrevivido en esta historia alternativa. En la realidad, cuatro de las divisiones desaparecidas en los desastres fueron reconstituidas durante 1943, capacidad de recuperación de la industria y el ejército alemán que, en esta historia, equivale a la lógica aparición de divisiones Panzer adicionales (numeradas 28, 29, 30 y 31). Durante 1943, los alemanes llegaron a contar con algo más de 11.000 tanques y cañones autopropulsados, y los soviéticos unos 30.000, contando con unos 3000 entregados por los angloamericanos. En esta historia, los del Eje deben contar con un mínimo de 15.000, considerando que no se han producido las pérdidas de los desastres, un ligero aumento de producción (por más materias primas, más mano de obra y mayores expectativas de los factores de producción; esto sobre todo se notaría al final del año) y, sobre todo, las aportaciones de las industrias francesa e italiana. Los soviéticos quizá no alcancen los 28.000 porque sus aliados no podrán enviarles tantos, porque al final de 1943 les escasearán las materias primas (petróleo del Cáucaso) y falta la gran fábrica de tanques de Stalingrado... más los problemas inherentes a las menores expectativas (factor moral). La diferencia entre ambos bandos se reduciría de forma significativa. Y decisiva: en la realidad, en el momento de iniciarse la batalla "Zitadelle", los alemanes disponían de unos 3000 tanques operativos en el frente del Este, y los soviéticos 10000; al final del año, los alemanes se habían quedado en 1000, pero los soviéticos también en unos 5000, lo cual detuvo los avances soviéticos hasta el verano siguiente (cuando los alemanes, entre otras cosas, hubieron de defender Francia del inminente desembarco angloamericano); en esta línea alternativa, quizá en julio de 1943 las cifras serían muy similares a las de la realidad, pero no al final del año, cuando la producción del Eje se habría relanzado, los soviéticos habrían sufrido pérdidas aún peores, tendrían problemas de producción y apenas recibirían armas de sus aliados... por supuesto, tampoco sería de temer desembarco aliado alguno en Francia. 

  Hemos visto que, en la batalla de julio de 1943, los alemanes atacaron con 900,000 hombres contra 1.300.000 rusos a la defensa. En esta nueva versión estas cifras estarían más igualadas. El mantenimiento del bloqueo del Volga a la altura de Stalingrado también perjudica la industria militar soviética en los meses previos a la batalla. En tanques, en lugar de una proporción de casi uno a cuatro en la batalla de Ciudadela ("Kursk" en la realidad) habría sido de uno a tres, aunque en conjunto la diferencia no habría sido crítica (aunque sí a tener en cuenta sumándose a los otros factores). En el transcurso de la batalla frontal, los tanques alemanes (entre los cuales estaban los nuevos y formidables modelos Tiger, Panther y Ferdinand) tuvieron éxito, eliminando siete tanques enemigos por cada uno perdido. En la versión alternativa hubieran aprovechado más la victoria, pues quedarían dueños del terreno, recuperando mucho material dañado y apoderándose del material enemigo.

  Y, finalmente, el factor logístico: en la realidad, la operación "Zitadelle" fue la ofensiva contra Kursk, en el centro de Rusia, donde las distancias a cubrir por la logística alemana eran mayores y los transportes alemanes quedaban expuestos a ataques partisanos. En esta historia, "Zitadelle" tiene lugar en el centro del Cáucaso y los ejércitos alemanes se abastecen por los puertos del Mar Negro, no muy distantes- siempre por ferrocarril- de la línea inicial de avance. En cuanto a los rusos, a ellos en la realidad les favoreció la posición de Kursk en el centro de Rusia. En esta historia, les perjudica la situación en el sur, y ha de tenerse en cuenta que ya no se puede usar el río Volga para el transporte debido a que los alemanes están en Stalingrado.

  En la realidad, el mal resultado alemán en "Zitadelle" se agravó por la urgencia de enviar algunas de las mejores divisiones al frente de Italia a mediados y finales de julio (donde ya había, de todas formas, un mínimo de quince divisiones alemanas). Ahora no se da nada de eso, pues la ofensiva angloamericana "Husky" alternativa (con menos medios que la real, pues los angloamericanos tienen otros frentes que atender) solo puede ejecutarse en el sur de Marruecos, y allí no se requiere la implicación de muchas fuerzas alemanas de primera línea.

  El Panzerkorps Waffen-SS se ve reforzado en esta historia con dos batallones especiales de tanques pesados, y no solo uno, puesto que no se da la batalla de Túnez. Así, para "Zitadelle", los nazis cuentan con los batallones 501 y 503. Todavía queda un 504 para Rommel en Próximo Oriente (en la realidad, este se envió a Italia). 

  En esta versión alternativa disminuye el flujo de envíos americanos a Rusia por la ruta del "corredor persa" que en esta historia son necesarios para los mismos anglosajones a fin de abastecer urgentemente a sus propias fuerzas en Próximo Oriente, gravemente amenazadas por el PAA de Rommel, que ha cruzado el canal de Suez. También hay que contar con el comercio con Turquía, que los aliados no pueden interrumpir pues se trata de una condición de los turcos para prolongar su neutralidad. Los suministros enviados por el corredor persa supusieron la cuarta parte aproximada de los envíos norteamericanos a la URSS. La ruta del Ártico supuso un poco menos, y la ruta del Pacífico (Vladivostok) fue la utilizada por la mitad de los suministros de este tipo (en especial, los que no incluían armamento). 

  Existió también un factor táctico: los generales y oficiales rusos demostraron cierta habilidad en el verano de 1943, muy superior a la torpeza que en ocasiones demostraron el verano anterior. Nada hace pensar que puede ser diferente en las circunstancias de esta historia alternativa, pero los datos reales informan de que incluso aunque los generales y oficiales rusos mejoraron, de todas formas los alemanes siguieron destruyendo más tanques enemigos por cada uno perdido.

  La derrota en el Cáucaso hubiera supuesto para los rusos la pérdida de más yacimientos de petróleo. En cuanto a la población de cinco millones de musulmanes del Cáucaso, Stalin habría visto enseguida que esto hubiera significado que, antes de un año, los nazis podían obtener de ellos otras diez divisiones de fusileros. La lealtad de los restantes veinte millones de musulmanes -en su mayor parte de Asia Central- que quedarían aún en el territorio soviético (casi 20 millones de entre 120 millones de habitantes de la URSS "residual" en total) iba a ser entonces totalmente cuestionada, lo que supondría un desastre quizá incluso peor para la resistencia rusa. Los soviéticos tendrían que cancelar cualquier plan de contraofensiva, simplemente porque sus reservas humanas se estarán agotando. 

  Con una movilización máxima (solo el 26% de los varones soviéticos de 16 a 55 años quedaban exentos del servicio de armas) los soviéticos contaban con un potencial movilizable de 32 millones de hombres en el momento de empezar la guerra. Sin el desastre alemán de Stalingrado, para julio de 1943 habría 12 millones en armas, 9 millones que habrían sido ya eliminados (muertos, desaparecidos, inválidos), 4 que estarían en territorio ocupado por el enemigo y quedarían, a lo más, 7 de reserva (aproximadamente la mitad según otras fuentes), entre ellos un millón de heridos convalecientes, de dos a tres millones de hombres "poco fiables" (en el Gulag o en las "columnas de trabajo") más un número indeterminado de musulmanes asiáticos de edad madura (que ni siquiera hablaban ruso). Para finales de 1943, de seguir el ritmo de pérdidas, estas reservas, cada vez de menor fiabilidad, se reducirían a cinco millones (cuatro millones de bajas irrecuperables en ese año, compensadas por menos de dos millones de nuevos reclutas que cumpliesen la edad mínima y sacar otros dos millones de las reservas). En el curso de esta historia alternativa, para finales de 1943 los soviéticos verían que apenas les quedaba un año de reservas humanas, en el mejor de los casos (dependería del aumento de deserciones y de la moral, sobre todo de la de los reservistas "menos fiables"). Los alemanes, por su parte, apenas necesitarán movilizar más hombres, pues sus pérdidas serán menores, tendrán que dedicar menos hombres a tareas de ocupación, seguridad y defensa costera, y contarán con más fuerzas no-alemanas del Eje (incluyendo un aumento de renegados ex soviéticos). Y aunque los alemanes acabasen sus reservas establecidas en 1944, aún podían reducir su promedio de hombres eximidos del reclutamiento (45% antes de Stalingrado... comparado con el 26% de los rusos) y ampliar sus reservas gradualmente (un descenso del 45 al 40% de exentos ya aumentaría las reservas de tropa en 0.9 millones de hombres). Los rusos siempre se iban a agotar antes.

  Tras la derrota en la "Zitadelle" del Cáucaso, a los rusos solo les iban a restar dos razones para continuar la lucha: salvar Leningrado y salvar Moscú. Nadie iba a pensar ya en la victoria.