determinismo

El determinismo pretende mostrar que los sucesos históricos a gran escala no pueden salirse de un curso específico que apunta en un sentido igualmente específico: el Imperio Romano había de disolverse, la sociedad industrial había de nacer en Inglaterra, el Imperio Chino había de anquilosarse. Estos hechos obedecen a causas, e investigar estas causas necesarias podría incluso proporcionarnos enseñanzas prácticas a la hora de afrontar un futuro que se regirá igualmente por causas necesarias. Aquí no se pretende negar cierto determinismo. Muy al contrario, la doctrina nazi estaba condenada, como el comunismo soviético, a acabar siendo barrida del curso histórico (aunque recordemos que la debacle del comunismo soviético al final del siglo XX no fue prevista por nadie) y todo parece indicar que sí existe un curso de desarrollo histórico que apunta a la instauración gradual de mayores controles de la violencia social que permitan una cooperación humana más eficiente para el beneficio del mayor número posible de individuos. Evidentemente, la ideología nazi cumplía estos requisitos todavía menos que el marxismo soviético ya que, al basarse en una doctrina racial, la mayor parte de la humanidad habría debido de verse necesariamente perjudicada por el dominio de la supuesta raza superior. Pero donde el determinismo histórico sí se equivoca lastimosamente es en el tratamiento mítico dado a la Segunda Guerra Mundial con posterioridad a 1945. No solo en obras de ficción escritas o audiovisuales, sino también en libros de historia, se nos muestra el resultado final de la guerra –la dramática derrota de Hitler y sus aliados japoneses- como una especie de western, donde los buenos derrotan a los malos gracias a su habilidad con las armas. Es como si pretendiesen tranquilizarnos demostrándonos que los malvados, por serlo tanto, están incapacitados para ganar las guerras. Se nos pretende convencer de esto arguyendo complicados razonamientos sobre economía, política u organización administrativa. Esto es absurdo. Hitler pudo ganar. Pudo ganar incluso cuando ya estaba en guerra, a la vez, contra la Unión Soviética, los Estados Unidos y el Imperio Británico, y, de hecho, es sorprendente que no ganara. Una sociedad totalitaria y militarista como la de la Alemania nazi poseía los medios suficientes para alcanzar ese triunfo y, si no fue así, se debió única y exclusivamente a la pura casualidad de que un solo hombre no tomó en un determinado momento una sola y lógica decisión; esta decisión habría sido de tipo meramente militar, estratégico, en absoluto afectada por la ideología ni por las condiciones económicas y sociales. El nazismo, por supuesto, hubiera acabado fracasando, pero no tal como sucedió en realidad, al cabo de una especie de gran espectáculo bélico en el cual los justos vencieron a los malvados. El bien se impone al mal, sí, muy probablemente, pero la guerra es un terreno para el cual el mal, a veces, está mejor cualificado. Es un hecho que, de todas formas, fue la Unión Soviética, un régimen tan totalitario y casi tan maligno como el III Reich, quien acabó derrotando a la Alemania nazi (y aquí no es el lugar para discutir si hubieran podido hacerlo sin ayuda). El relato que extensamente se presenta en este espacio comienza, pues, con la toma por Hitler de una sola decisión concerniente a una determinada iniciativa estratégica de tipo militar (esencialmente, cerrar el Mediterráneo con el fin de que la flota italiana entre en el Mar Negro). Es conveniente seguir el relato desde el principio con ayuda del Índice, y para su comprensión más exacta es preciso informarse lo mejor posible acerca de los sucesos de la historia militar de la guerra. Se acompañan los episodios de una Cronología, donde se diferencia lo real de lo ficticio, y se aportan algunos links útiles (la Wikipedia es muy completa y contiene pocos errores). La historia militar abarca cuestiones sociales, políticas y económicas (incluso geográficas), así que puede resultar también instructivo en muchos otros aspectos. Cuenta, asimismo, con un componente lúdico… y este mismo componente lúdico conlleva las correspondientes implicaciones psicológicas y sociales.

martes, 25 de marzo de 2014

12. Operación "Torch"

  Durante todo el verano de 1942 los jefes militares angloamericanos han barajado cuál sería la respuesta adecuada al cierre del Mediterráneo por el Eje, así como cuál sería la mejor forma de hacer sentir la creciente implicación de los Estados Unidos en la guerra de acuerdo con el compromiso de “"Alemania, primero"”. Debe quedar claro el reconocimiento por parte de los principales dirigentes políticos y militares norteamericanos de que, dada la peligrosidad de la Alemania nazi, se debe dar prioridad a la lucha contra Hitler en perjuicio de la lucha en el Pacífico contra Japón, aunque todos son conscientes de que la opinión pública norteamericana está más interesada en derrotar a los japoneses que en derrotar a los alemanes.

    Roosevelt y sus asesores saben que los alemanes ahora pueden explotar los recursos económicos de materias primas conquistados en el Mediterráneo y el Mar Negro, de modo que quizá dentro de un año o dos podrían ser ya invencibles. Si hay que lanzarse sobre ellos, esto ha de hacerse, en la medida de lo posible, cuanto antes.

  De todos los objetivos estratégicos tenidos en cuenta por los grandes jefes militares angloamericanos (Marshall, Brooke, Eisenhower...), el único viable, y aun así arriesgado, es la conquista de las islas Canarias, que los británicos intentaron ya en julio, pero que fue frustrada entonces por el rápido despliegue de la Luftwaffe en las islas.

  Este mismo factor decisivo, la presencia de la Luftwaffe, haría que un desembarco en la costa europea atlántica acabara en seguro desastre, porque a las dificultades iniciales de los ataques aéreos se sumaría la llegada por tierra de las fuerzas Panzer, y los angloamericanos aún no están preparados para enfrentarse a ese tipo de fuerzas enemigas. Por supuesto, el intento, acabase como acabase, sí alcanzaría el objetivo de detraer recursos alemanes del frente ruso, pero Roosevelt no puede exponerse a un fracaso, a una repetición de las desastrosas retiradas aliadas frente a los alemanes en Noruega, Dunkerque, Grecia, Creta y Dieppe (en agosto de 1942): la opinión pública norteamericana no tendría la misma tolerancia que la británica para reveses de ese tipo.

  Roosevelt lo que necesita es un objetivo con ciertas probabilidades de éxito, allí donde la Luftwaffe sea más débil y donde no puedan aparecer los Panzer. Por eso, la única opción viable, de momento, dados los recursos que se podrán reunir para el otoño de 1942, sería la conquista de las islas Canarias... una vez establecidas poderosas bases aéreas aliadas en el próximo archipiélago de Madeira (conquistado por los británicos al neutral Portugal en julio).

  Para incrementar tales probabilidades, Roosevelt y Churchill han acordado mantener la neutralidad francesa mientras sea posible, a pesar del Tratado de Francia con el III Reich y del estado de guerra de los franceses contra la Unión Soviética. Las negociaciones secretas entre los petainistas y los americanos han supuesto, al menos, mantener a la Luftwaffe y la Kriegsmarine fuera de los puertos atlánticos de la Francia colonial (principalmente Casablanca y Dakar), y esto ya es una ventaja. Por supuesto, los alemanes y españoles sí están usando los ferrocarriles, carreteras y aeródromos del Marruecos francés para el transporte a fin de armar sus posiciones más al sur (Cabo Juby, Ifni y la base germanoespañola de Cabo Blanco, que está particularmente bien situada estratégicamente), pero eso siempre es mejor que tener a la Luftwaffe en Dakar, desde donde los alemanes podrían llegar hasta Brasil en vuelos de ida y vuelta. A cambio de este pacto, Estados Unidos se ha comprometido a enviar algunos suministros a Francia por Casablanca, sobre todo de “ayuda humanitaria” (para los alemanes, este acuerdo es también positivo, ya que les permitirá extraer proporcionalmente más recursos alimentarios de Francia en un momento de agudo racionamiento en toda Europa). Mientras tanto, como nadie sabe cuánto durará el mantenimiento de la neutralidad francesa, la Luftwaffe y la Kriegsmarine están tratando de mejorar las instalaciones aeronavales en las colonias españolas del Sahara Occidental. El aeródromo español en Cabo Blanco (La Güera) permite a los cazas alemanes incluso alcanzar Dakar y Cabo Verde, si bien no es tan fácil mejorar de forma notable instalaciones tan remotas y las prioridades de la Luftwaffe en otros frentes hacen que las unidades establecidas tan al sur sean, de momento, poco más que testimoniales.

   De esta forma, para los aliados conquistar las Canarias no solo es un buen objetivo político, y no solo posibilitará un avance a través de Marruecos hasta Gibraltar, sino que eliminará una amenaza al tráfico marítimo por el Atlántico, ya que los submarinos alemanes e italianos están haciendo estragos. Con el cierre del Mediterráneo, casi toda la fuerza naval italiana se concentra ahora en el Atlántico, y aunque los submarinos italianos no son tan efectivos como los alemanes, tienen unos cincuenta operativos y están logrando hundimientos. La flota de superficie italiana, de momento, va estableciéndose en Lisboa, Cádiz y Tánger, aunque la escasez de combustible limita su peligrosidad. En todo caso, tal despliegue fuerza a los aliados a gastar más recursos en su control.

  A finales de julio de 1942, a tiempo para el viaje de Churchill a Moscú, y tras el fracaso del primer intento británico, el alto mando aliado acepta, pues, poner en marcha la operación para la captura de las islas españolas en el Atlántico mediante una invasión a gran escala apoyada por una poderosa fuerza aérea que se establecerá en Madeira.

  El plan, lento, pero seguro, sería tomar primero las Canarias y, desde las Canarias, Marruecos, y avanzar después hasta la reapertura del estrecho de Gibraltar en diversas etapas que permitirían un despliegue gradual de los recursos norteamericanos, relativamente próximos al otro lado del Atlántico. Es un plan conservador, pero el único posible y adecuado a la que es, de momento, la principal ventaja de los angloamericanos: su poder aeronaval. Este plan de avance a través de Marruecos ya se contemplaba cuando los británicos planearon y ejecutaron la captura en julio de las islas de Madeira y también la pequeña isla, pero aún más próxima a Canarias, de Grand Salvagem.




  Durante agosto, septiembre y octubre de 1942, el general Eisenhower coordina el esfuerzo organizativo para concentrar en los archipiélagos atlánticos, sobre todo en Madeira, la fuerza que hará posible la conquista de las islas.  Se trata de un ingente trabajo de ingeniería, intendencia y logística que para finales de octubre habrá superpoblado el pequeño archipiélago portugués. Incluso se llega a crear una base avanzada de cazas en el islote de Grande Salvagem, de apenas dos kilómetros cuadrados.

   A nivel político, los aliados establecen un consejo nacional portugués que no es todavía un gobierno portugués en el exilio pues, como los alemanes han respetado en teoría la soberanía portuguesa (solo han realizado una ocupación militar “preventiva, por el estilo de la de Dinamarca, en abril de 1940”), los angloamericanos no quieren arriesgarse a socavar la autoridad política que el presidente Salazar pueda conservar en Lisboa. Para los aliados, el caso portugués es muy diferente al español, ya que la República española derrotada en la guerra civil de 1939 ha sido reconocida ahora como el gobierno español legítimo y, como tal, se ha sumado a los aliados. De momento, para la organización portuguesa se ha logrado la adhesión y el liderazgo de un apacible erudito exiliado en Brasil, el doctor Jaime Cortesao. En cualquier momento puede ser reconocido como el Presidente de una república portuguesa aliada de las democracias y de la URSS.

                              Jaime Cortesao, intelectual y político democrático portugués

  A nivel bélico, a mediados de octubre los aeródromos de Madeira permiten asolar las defensas del archipiélago español al tiempo que ejecutar más ataques de distracción contra otros objetivos del Eje…, siempre evitando el Marruecos francés. También en Madeira se concentran decenas de miles de hombres para las operaciones de asalto. Otro factor importante es que la flota aliada patrulla las aguas y bloquea las Canarias, aunque bajo la amenaza de los aviones y submarinos enemigos... y asumiendo el riesgo de que la flota alemana en la zona de Gibraltar realice una salida (se trata de los acorazados "Scharnhorst" y "Gneisenau", más otros buques menores); la flota italiana causa menos inquietud, aunque a mediados de octubre llegarán al puerto español de Málaga los acorazados "Vittorio" y "Littorio".

  Para finales de septiembre de 1942, Franco y Kesselring, el representante de Hitler en Madrid para el esfuerzo bélico, ya suponen que el objetivo aliado es Canarias. Dudan que sea Gibraltar, Portugal o Marruecos, así que los alemanes envían, en un convoy fuertemente escoltado por aire y mar, un regimiento de paracaidistas para contribuir a la defensa de Gran Canaria, que será sin duda la isla más codiciada por el enemigo (por su aeródromo junto al mar y su buen puerto). También refuerzan las posiciones más al sur, sobre todo los aeródromos y puertos de Cabo Blanco (La Güera) y Villa Cisneros, donde continúan los trabajos. Para mejorar la defensa de toda esta red de aeródromos y puertos en parajes muy desérticos, se ha designado a uno de los mejores generales de Franco, Barrón, que tendrá el mando sobre un combinado de contingentes de tropas coloniales españolas, reclutas peninsulares, y algunos destacamentos alemanes.

  El 24 de octubre llegan las noticias del ataque aliado contra Egipto, pero Kesselring logra convencer a Berlin de que no se descuide el refuerzo aéreo de las Canarias: en Egipto, Rommel podrá defenderse solo y no necesita más aviones. Al mismo tiempo, las noticias del frente ruso tampoco son tan buenas como podía esperarse: ni Stalingrado, ni Leningrado ni el Cáucaso han caído a pesar del dominio nazi del Mar Negro, y no se puede bajar la guardia tampoco en la batalla aérea sobre el mismo suelo alemán. Parece claro que la guerra no terminará a fin de año.

   Los alemanes mantienen en Francia un grupo de divisiones de élite listas para ser desplazadas adonde sean requeridas haciendo uso de la vía logística que supone el Mediterráneo. Entre estas fuerzas están las divisiones Panzer 6, 7 y 10 del Heer, las divisiones Waffen-SS Leibstandarte, Das Reich y Totenkopf, dos batallones especiales de tanques Tigre y la división motorizada de la Luftwaffe Hermann Goering. Muchas de estas unidades descansan y se reequipan del esfuerzo de la campaña invernal en Rusia.  Sospechándose ya un posible contraataque soviético en invierno, a finales de octubre la 6 Panzer es destinada al frente ruso, a la zona de Stalingrado. Es la primera en probar el nuevo modo de desplazamiento hacia el teatro de operaciones de la zona del Mar Negro: por ferrocarril hasta los grandes puertos franceses del Mediterráneo de Marsella y Tolón, donde es embarcada rápidamente en buques de transporte franceses e italianos, a lo que siguen nueve días de singladura hasta el puerto ruso de Novorossisk en el Mar Negro desde donde una línea ferroviaria se extiende hasta el mismo Stalingrado o sus proximidades (entre quinientos y seiscientos kilómetros de trayecto).

  El día 5 de noviembre de 1942 se dan por terminadas las operaciones aliadas ofensivas en Egipto: el Ejército del Sudán, con el apoyo de la flota británica en el Mar Rojo, ha capturado Hurghada, el campo petrolífero, y la entrada al golfo de Suez, y el Octavo Ejército de Montgomery se ha retirado sin sufrir grandes daños al otro lado del canal. El resultado no es malo, aunque sin duda en Moscú no habrán quedado tan complacidos, pues la ofensiva angloamericana no parece que haya logrado detraer recursos alemanes del frente ruso.

  Ese día comienzan los bombardeos concentrados sobre objetivos estratégicos específicos de las islas Canarias, y Eisenhower llega a Funchal, la capital de Madeira, donde se reúne, aparte de con el doctor Cortesao, con un nuevo personaje en la guerra: Indalecio Prieto, al que Roosevelt y Churchill han reconocido como presidente de la república española antifranquista. Los dirigentes españoles derrotados en la guerra civil en 1939 han estado disputando todo el tiempo entre ellos sobre quién sería el legítimo representante del régimen vencido por el alzamiento de Franco y los militares. Finalmente, el elegido por los aliados ha sido Prieto, por un motivo fundamental: él tiene el control sobre el gran contingente de ex soldados antifranquistas refugiados en Latinoamérica tras la guerra civil española, sobre todo en México. En total, se considera que hay unos 30.000 exiliados antifranquistas en el continente americano, y los aliados calculan que, con el apoyo de Prieto, la mitad de ellos podrán vestir el uniforme para enfrentarse al Eje en las Islas Canarias.


               Indalecio Prieto, máximo dirigente de los exiliados españoles antifranquistas en México

   Gracias a la nueva alianza con el exilio antifranquista español, los norteamericanos forman una división de infantería completa de españoles que incluye también a algunos voluntarios hispanoamericanos antifascistas, mientras que otra división se ha formado con portugueses, principalmente con portugueses de las colonias, de las islas, y voluntarios brasileños (los brasileños han declarado la guerra al Eje). Los portugueses se encargan, de momento, de la defensa de sus propios archipiélagos.

  Pero los hombres de Prieto y los portugueses no son un contingente importante para la proyectada invasión. En total, participarán en el desembarco principal en Gran Canaria la 78 división británica, la 1 división de infantería norteamericana y la 1 división blindada norteamericana (incompleta). La 34 división americana se encargará de tomar las islas occidentales de Lanzarote y Fuerteventura, donde hay también dos aeródromos y que están muy poco habitadas y no muy defendidas; en caso de que fracase el asalto a Gran Canaria, los aliados contarán, al menos, con estas dos bases. La 9 división de infantería americana se mantendrá en Madeira como reserva.

  En el lado del Eje, Franco y Kesselring han organizado la defensa de las islas Canarias de acuerdo con antiguos planes ya esbozados en 1940. En las islas, el mando recae en el capitán general -gobernador- Serrador, un hombre de la mayor confianza de Franco y al que se considera próximo a Falange. En total, Serrador cuenta con unos cincuenta mil hombres para defender Canarias, cuarenta mil de ellos en las dos islas principales (Gran Canaria y Tenerife). El mando alemán, subordinado al español, es del general Von Broich.

  En Gran Canaria, que se supone que será el objetivo principal de los aliados, está la unidad que más temen estos: el 5 regimiento paracaidista alemán, con tres mil soldados; y hay otros dos mil alemanes que integran otras unidades. A estos cinco mil alemanes se suman diez mil soldados españoles del ejército regular (cuyo adiestramiento supervisan los alemanes) y otros cinco mil de milicias.  En Tenerife hay unos cinco mil soldados coloniales de Marruecos, considerados de entre la mejor tropa española, otros diez mil soldados del ejército regular y otros cinco mil de milicias. Los diez mil soldados restantes se reparten en las otras cinco islas principales. Lanzarote y Fuerteventura, con sendos aeródromos, suman unos tres mil soldados en cada una.

  El plan de Kesselring, aceptado por Franco, consiste en resistir en las montañas del interior, donde menos puedan ser afectados por la artillería naval enemiga. Los aliados se verán entonces enzarzados en una dura lucha en los cerros y barrancos volcánicos y, mientras tanto, la Luftwaffe y los submarinos irán liquidando su apoyo naval. Al final, los aliados tendrán que reembarcar y marcharse.

  Eisenhower, por su parte, sabe que todo depende de la capacidad de concentrar el fuego aeronaval y en bloquear las islas para que no reciban suministros ni refuerzos. Y no sabe si va a poder llevarlo a cabo: depende de cuál sea la fuerza aeronaval del Eje en la zona y también del estado del mar. No pierde de vista a la flota nazi en el Estrecho, con tres buques capitales y bastantes destructores. Se supone que los franceses no intervendrán, y se duda mucho de que los italianos puedan aventurar su flota mediterránea en el Atlántico.

  En total, la flota que vuelve a comandar el almirante británico Cunningham (aunque más de la mitad de las unidades son americanas, lo cual genera graves problemas de coordinación), transporta unos doscientos cazas y bombarderos a bordo de una docena de portaaviones (la mayoría de escolta). El Mando británico de la RAF en Madeira suma unos cuatrocientos cazas y bombarderos. Y la 12 Fuerza Aérea norteamericana sumaría un millar más de cazas y bombarderos. Se trata, por tanto, de la mayor concentración de poder aéreo hasta el momento para una operación de desembarco (mil quinientos cazas, torpederos y bombarderos). El problema es cómo desplegarlos en la zona de Canarias de forma eficiente contra una fuerza aérea del Eje (alemana, italiana y española) bien establecida en aeródromos de tierra y que suma unos ochocientos aparatos operativos.

  Durante todo el verano y, sobre todo, durante el mes de octubre, los aliados han trabajado muy duro para convertir Madeira en un inmenso portaaviones. Y se espera que la rápida ocupación de los pequeños aeródromos de Lanzarote y Fuerteventura permita establecer pronto bases aéreas en las mismas islas Canarias. Esto requiere una gran coordinación y eficiencia.

  Una ventaja es que se podrá contar con aviones Spitfire, incluso a bordo de los portaaviones e incluso tripulados por norteamericanos. Una desventaja es que el estado del Atlántico en noviembre es imprevisible y podrían producirse graves tormentas.

  Para enfrentarse a esta tremenda fuerza aérea, Kesselring no dispone de muchos recursos añadidos. La ofensiva contra Egipto, los ataques de los grandes bombarderos sobre Alemania y, sobre todo, la campaña del frente ruso, sigue dejando la defensa de toda la inmensa costa atlántica desde Cabo Blanco hasta los Pirineos con poco más de un millar de cazas y bombarderos operativos entre alemanes (el 2 Cuerpo Aéreo), italianos y españoles. Los españoles, de hecho, siguen contando solo con apenas un centenar de aviones de cierto valor, y antiguos, aunque la Luftwaffe ya ha incorporado bastantes pilotos españoles en el 2 Cuerpo Aéreo. La defensa de las costas españolas quedará a cargo de muy pocos aviones una vez se inicien los combates. Kesselring confía en que los aliados también concentrarán toda su fuerza en las Canarias.

  En el momento del desembarco aliado, la Luftwaffe tiene unos trescientos cazas y bombarderos desplegados en los aeródromos en torno a las islas Canarias. Parte de ellos están en los aeródromos al sur de Marruecos: Ifni, Villa Cisneros y Cabo Juby, y una cuarta parte de los pilotos son españoles. A estos trescientos aviones alemanes se suman otros trescientos, en su mayoría italianos y unos pocos aviones españoles. Kesselring podrá reforzarlos con otros doscientos aparatos más al desguarnecer en buena parte la costa española. La aportación de la aviación francesa en Marruecos sería agradecida aunque los aviones franceses no son mejores que los italianos, pero los franceses siguen manteniéndose neutrales… y solo cooperan con los alemanes, de acuerdo con los términos del tratado, en permitir utilizar a los del Eje sus ferrocarriles, carreteras y aeródromos para transportar sus propios recursos. Está claro que los franceses no desean en absoluto que los aliados capturen esas islas desde las cuales podrían desencadenar la invasión de Marruecos.

  Por fin, el 8 de noviembre de 1942, con buenas condiciones del mar, y tras tres días de fuertes bombardeos aéreos, comienza la “Operación Torch” propiamente dicha con la flota estadounidense que abre fuego sobre el objetivo principal en la costa este de la isla Gran Canaria, donde se halla el principal aeródromo, que los alemanes evacúan inmediatamente y sin grandes pérdidas. Mientras tanto, la Royal Navy se despliega hacia el este, bloqueando las islas y previniendo una posible salida de las flotas alemana e italiana desde el extremo occidental del clausurado Mediterráneo.

   El gran poder de la artillería naval apenas puede ser contestado por el ataque de los aviones del Eje. Pronto comienzan a desembarcar más de treinta mil soldados aliados en una isla defendida, a lo más, por veinte mil soldados españoles y alemanes.

  Las tropas aliadas que desembarcan son, principalmente, las de la 78 división británica, con diez batallones de infantería, más la 1 división de infantería norteamericana y la mayor parte de la 1 división blindada norteamericana con tanques ligeros que no encuentran oposición aparte de algunos cañones antitanque alemanes. Entre estas tropas aliadas no faltan españoles antifranquistas, en ocasiones formando unidades completas tipo compañía, bajo el mando conjunto del general español Romero Giménez.

  En tanto que combatientes más veteranos, son los británicos los que inician el avance por tierra desde las playas del desembarco hacia la ciudad de Las Palmas, donde está el principal puerto de la isla. La ciudad es también furiosamente bombardeada desde el mar por un grupo de cruceros y acorazados norteamericanos y se producen numerosos desembarcos de distracción en varias bahías de la abrupta costa volcánica.

   Al mismo tiempo, una flota norteamericana transporta a la 34 división de infantería norteamericana hasta las islas de Lanzarote y Fuerteventura. Al final del día, el general Ryder se ha apoderado de ambas islas, con sus aeródromos y sus pequeños puertos, ha hecho unos dos mil prisioneros y obligado al resto de soldados españoles a huir hacia el interior. Los ingenieros americanos se ponen enseguida a trabajar para hacer operativos los aeródromos que los españoles han habilitado hace poco.

  El éxito de la 34 división será decisivo. Mientras tanto, al final del día 8 los aliados apenas han podido salir de las playas de Gran Canaria donde han desembarcado, pues la resistencia de los paracaidistas alemanes es fortísima y el aeródromo capturado no puede ser utilizado hasta que se reduzca el fuego enemigo desde los riscos próximos.

  El día 10, Eisenhower ordena que las fuerzas de la 9 división americana  y algunos contingentes de la 34 se sumen al duro combate en Gran Canaria. En el aire, poco a poco los Spitfire y los P-38 logran imponerse a la Luftwaffe y a la Regia Aeronautica a costa de grandes pérdidas. En el mar, el tiempo no ha empeorado mucho, los ataques submarinos y aéreos no han producido tampoco pérdidas catastróficas, y la artillería naval aliada sigue asolando los objetivos en las costas de forma incontestable.

  También en tierra la superioridad numérica y, sobre todo, la superioridad aliada en tanques y artillería, acabará por doblegar la resistencia. Los aeródromos de Lanzarote y Fuerteventura permiten apoyar desde la proximidad el avance aliado.

  El día 18 de noviembre, tras una semana de dura batalla, los aliados tienen operativo el aeródromo de Gran Canaria, han capturado la ciudad de Las Palmas y su puerto, y han creado un perímetro defensivo en la parte de la isla que ocupan. Las tropas del Eje, a pesar de lo favorecedor del abrupto terreno para la defensa, pronto no contarán con suficiente munición para seguir luchando contra los enormes medios de los aliados. Ese mismo día se produce un gran ataque aéreo británico contra Berlín: Kesselring no puede recibir más aviones.

  En Madrid, Franco está indignado: Kesselring había prometido que la Luftwaffe y la Kriegsmarine impedirían el bloqueo de las Canarias y ahuyentarían a la flota enemiga. Franco exige ahora que la flota alemana en el Estrecho zarpe hacia las Canarias, y que se fuerce a los italianos -e incluso a los franceses- a luchar. Nada de eso puede hacerse, pero el día 19, Hitler accede a que se envíen dos divisiones alemanas a reforzar la defensa al sur de Marruecos: se trata de la “Hermann Goering”, desde Francia, y la 15 división de infantería, desde Lisboa. Esto más bien demuestra que Hitler da por perdidas las Canarias, pero que quiere asegurarse de que el estrecho de Gibraltar no va a ser reabierto. Muy pronto, al producirse la gran contraofensiva rusa en Stalingrado, el frente del Este absorberá todo el interés del Führer.

  Franco entonces exigirá compensaciones políticas por la pérdida de las islas Canarias. Kesselring recomendará a Hitler que se concedan: no conviene que cunda el desánimo entre los españoles y las concesiones pueden hacerse de forma ventajosa para todas las potencias del Eje dentro de un gran acuerdo político.

  Eisenhower desembarca en Gran Canaria el día 20 de noviembre de 1942, cuando el riesgo es ya escaso, doce días después de la invasión. Con él desembarca Prieto, presidente de la República española, cuya bandera ya ondea en la arrasada ciudad de Las Palmas. 



  Los combates continuarán hasta final de mes, exigiendo que hasta cien mil soldados aliados se desplieguen en las islas, lo que incluye otra división británica (la 6 blindada). Cerro a cerro, son aniquilados los últimos reductos y los generales Serrador y Von Broich son capturados el 28 de noviembre (ambos heridos). Los aliados han hecho tres mil prisioneros alemanes (los prisioneros españoles son más de quince mil).

  Para Kesselring, lo importante ahora es hacer la victoria aliada lo más costosa posible, y en eso logra tener éxito. Desde Madrid se envían telegramas para que en Tenerife y las otras tres islas principales se resista igual que en Gran Canaria. Con todo, el desembarco en Tenerife, que tiene lugar el día 20 de noviembre, logrará la conquista de la isla en dos semanas. Aunque los aliados también experimentarán pérdidas en Tenerife, no les será tan costoso como Gran Canaria.

   Prácticamente asegurado el archipiélago, el 28 de noviembre los británicos atacan Dakar y los aeródromos españoles de El Aiuun, Cabo Blanco y Villa Cisneros. Estos ataques corren a cargo de la 46 división británica y elementos de la 6 Blindada británica más diversas pequeñas unidades de élite, y conllevan, un poco tarde, la declaración de guerra de Francia a Gran Bretaña y Estados Unidos, algo que en París se temía que iba a acabar pasando.




 Para primeros de diciembre, Eisenhower, por fin dueño de las islas Canarias, y también de todas las bases aeronavales del Eje hasta Cabo Juby (que sigue en poder del Eje), puede viajar a Londres a rendir cuentas de la situación.

  Su informe presencial ante Churchill, Brooke y resto de las autoridades no es, sin embargo, optimista: la conquista de las Canarias, Dakar y las posiciones españolas de Cabo Blanco y Villa Cisneros ha desgastado su fuerza, que ha perdido quinientos aviones, una docena de barcos de guerra y cuarenta transportes, han muerto cinco mil soldados y tres mil marinos y aviadores, otros veinte mil han quedado gravemente heridos, y todo ello ha desmoralizado a los que han quedado ilesos. A cambio, sí, han hecho tres mil prisioneros alemanes y matado quizá a otros dos mil, entre soldados, aviadores y marinos. Las imágenes en los noticieros de los fieros paracaidistas nazis hechos prisioneros, sin embargo, no logrará tener el efecto buscado en la opinión pública: no tienen el aspecto de hombres derrotados, aunque se les ve exhaustos y muchos de ellos heridos. En cualquier caso, hasta este momento no se habían hecho contingentes de prisioneros alemanes tan numerosos, excepto quizá durante la ofensiva Crusader en el norte de África, en noviembre de 1941. También entonces los alemanes quedaron aislados por falta de suministros debido a la superioridad aeronaval aliada; en todo caso, aquellos no eran soldados de élite.

   En cuanto a los españoles, estos han demostrado ser buenos soldados. España tenía poco que ofrecer a Alemania aparte de su situación geográfica y la supuesta bravura de sus hombres. Franco está informado de cómo valora Hitler el ímpetu de su tropa y desea destacarse en ello sobre italianos y franceses. La dura lucha en Gran Canaria habrá cubierto ese expediente.

   Políticamente, sin embargo, para los españoles es una catástrofe: aparte de perder las islas Canarias (que es territorio nacional, y no una colonia) y dos valiosas posiciones en el Sahara Occidental, se han perdido cincuenta mil hombres, de los que cinco mil han muerto y todos los demás han sido hechos prisioneros, aparte de más de tres mil muertos civiles en los terribles bombardeos sobre las poblaciones de las islas (sobre todo Las Palmas, que se ha visto arrasada). Para los de Madrid, lo peor de todo es, quizá, que ondee de nuevo la bandera tricolor de la República en suelo español. Franco y sus generales esperan obtener ahora una buena compensación política de los alemanes a cambio de esto.

  El 16 de diciembre, tras los acuerdos con Hitler tomados en Barcelona, los españoles anuncian la anexión de Portugal, y al día siguiente, como respuesta, los aliados reconocen definitivamente a Jaime Cortesao como jefe de gobierno de Portugal, con un programa político de tipo democrático.

Ooo

  En este episodio, una vez más, se adopta la perspectiva conservadora de que los aliados tomen siempre la decisión acertada y la lleven a cabo con eficiencia… lo cual no impedirá que los alemanes ganen, siempre y cuando ellos no tengan ni mala ni buena suerte.

  Para el otoño de 1942 era inevitable que los angloamericanos “hicieran algo” contra los alemanes, aparte de bombardear Alemania desde el aire y enviar suministros a los rusos. Sin embargo, para esa época no eran muchos los recursos militares del ejército de tierra del que podían disponer. Los británicos tenían sus mejores unidades enzarzadas en el Norte de África, los norteamericanos apenas estaban desarrollando su ejército y, para colmo, había un grave problema de transporte para llevar tantísimos hombres y material por largas rutas navales.

  Por supuesto, la exigencia de Stalin presentada a Churchill durante su visita a Moscú en agosto, de que hicieran cualquier cosa que pudiera aliviar la tremenda presión que sufrían los rusos, era absolutamente sensata. Aunque fracasasen, lo principal era que se lograra detraer el mayor número posible de unidades alemanas fuera del frente ruso. En ese sentido, el desastre de Dieppe, en agosto de 1942, había sido útil, pues demostraba que existía el peligro de un desembarco angloamericano en las costas de Francia y para eso había que tener, al menos, veinte divisiones alemanas guarneciéndolas. Divisiones que no estarían disponibles para luchar en Rusia.

  Pero el problema era que los angloamericanos (sobre todo los norteamericanos) no podían arriesgarse a más desastres: la opinión pública de unos países democráticos cuya supervivencia no estaba aparentemente en juego (el poder aeronaval los preservaba de una invasión nazi) no podía tolerar muchas pérdidas humanas. Sabemos, además, que en el verano de 1942, en la realidad, había mucha gente en Estados Unidos que no creía posible vencer a Alemania. La opinión pública norteamericana tampoco tenía tanto interés en vencer a Alemania como el que tenían de vencer a Japón. Esos son los hechos históricos.

  Por eso, la operación “Torch”, el primer ataque norteamericano “contra los alemanes” (en la zona europea o mediterránea) tenía que hacerse con garantías de éxito suficientes. Tenía que ser un objetivo fácil, viable. Los británicos habían tenido desastres y reembarques en Noruega, Francia, Grecia y Creta: los norteamericanos no podían permitirse una situación semejante. Y para los británicos, evidentemente, el límite a tanto desastre debía encontrarse en alguna parte también.

   Así, después de barajar durante toda la primavera y el verano de 1942 un objetivo viable, finalmente Roosevelt y Churchill acordaron la operación que luego sería bautizada “Torch”: el desembarco en Marruecos y Argelia. Allí no había alemanes (solo franceses, que se esperaba que no lucharan), tampoco estaba al alcance de la Luftwaffe y se esperaba que los alemanes no podrían presentarse a tiempo debido al rápido despliegue del poder aeronaval angloamericano que cortaría las comunicaciones marítimas. Además, se calculaba que coincidiría con una victoria del octavo ejército británico en Egipto… también gracias al poder aeronaval que obstaculizaba la llegada a África de los suministros a Rommel.

  El mismo Eisenhower admitía la existencia de riesgos en “Torch”. El peor de ellos, probablemente, era que los alemanes intervinieran a través de España (o que los alemanes forzaran a los españoles a intervenir), pero incluso en ese caso los aliados hubieran podido mantenerse en los puertos marroquíes del Atlántico. Y Rommel fue derrotado en El Alamein, gracias en buena parte a que el poder aeronaval británico interceptó una parte sustancial de sus suministros (y con la valiosa ayuda de "Ultra", el sistema británico de intercepción de los mensajes por radio del enemigo).

  Todo fue bien, aunque no tanto como se había planeado, ya que los alemanes tuvieron tiempo de instalarse en Túnez alargando la lucha en el norte de África siete meses.

  En esta historia alternativa, la situación es mucho más grave para los aliados. El Mediterráneo está cerrado, de modo que no hay forma de cortar los suministros del Eje que se envíen a través del mar. España está en el Eje, y eso significa no solo que Gibraltar está cerrado (naturalmente), sino que la Luftwaffe está desplegada en aeródromos de África Occidental que van desde Tanger y Tetuán hasta Cabo Blanco. Los franceses, en esta historia, aún no están en guerra con Estados Unidos y la Commoenwealth, pero no pueden dejar de cooperar permitiendo a alemanes y españoles el uso de su espacio aéreo, su ferrocarril, sus carreteras y sus aguas costeras para el transporte.

  Así que, aunque los franceses sigan siendo todavía “un poco neutrales” (han declarado, sí, la guerra a los soviéticos, dentro de un posicionamiento político anticomunista), desembarcar en Marruecos no puede hacerse sin que a los aliados les caigan encima inmediatamente, no solo la Luftwaffe, sino también las tropas alemanes y españolas, además de las francesas.

  El único objetivo viable para “Torch”, por tanto, es las Canarias: las Canarias pueden ser tomadas si se reúne una poderosa fuerza aeronaval apoyada desde los aeródromos construidos en las islas de Madeira (conquistadas en esta historia en julio de 1942, por la misma expedición que fracasó en el intento de tomar las Canarias en un primer golpe de mano).

  Los datos que tenemos indican que los aliados utilizaron alrededor de mil quinientos cazas y bombarderos en “Torch”. Recordemos que por esas fechas, alemanes e italianos mantenían unos ochocientos cazas y bombarderos (en Sicilia y Cerdeña) para enfrentarse a la RAF en Malta.

  No podemos cambiar estas cifras, y cabe preguntarse si esta superioridad aérea aliada de dos a uno habría sido suficiente para tomar las islas Canarias. En la historia, añadimos, al menos cien aviones españoles que, aunque anticuados, todavía eran capaces de enfrentarse a algunos aviones aliados (recordemos que no todos los cazas aliados de “Torch” eran magníficos “Spitfire” o “P-38”, también había otros menos valiosos).

  Al mismo tiempo, tendríamos una fuerte concentración de submarinos alemanes e italianos en toda la zona entre Gibraltar, Madeira y Canarias, más la amenaza de las flotas de superficie alemana y también italiana. Esto exigiría tal vez que la flota británica se desplegase a la defensiva mientras la flota norteamericana apoyaría el desembarco. Con todo, los aliados cuentan con una ventaja en esta historia con respecto a la realidad: los objetivos de desembarco son más pequeños; en lugar de la costa de Marruecos y Argelia, se bastarían con un ataque concentrado contra Gran Canaria y las islas casi deshabitadas de Fuerteventura y Lanzarote (que tenían aeródromos).

  Así pues, este “Torch” alternativo usa menos soldados (las divisiones norteamericanas 3 de infantería y 2 blindada no intervienen) pero se enfrenta a una fuerte oposición aeronaval. Otra desventaja es que el enemigo se halla en extrema alerta, no hay factor sorpresa.

  Contamos con suficientes datos acerca de los planes que se hicieron sobre las islas Canarias, sobre todo en 1940, cuando se temía la beligerancia española. Sabemos que tanto los aliados como los alemanes acertaban en cuanto al objetivo principal: la isla de Gran Canaria, debido a su aeródromo en la misma costa y su buen puerto. En cuanto a la tropa que defendería esta isla, un cálculo realista es el de veinte mil hombres, sumando cuatro o cinco mil alemanes y cinco mil de milicias. La fuerza aliada dobla el número de combatientes, cuenta con los tanques ligeros de la 1 división blindada norteamericana y, sobre todo, con la formidable barrera de la artillería naval.

   Los alemanes tienen tiempo de enviar fuerzas de élite una vez los bombardeos aéreos convenzan al general Kesselring (que sería el auténtico estratega de toda la operación de defensa) de que se prepara un inminente ataque, y estas fuerzas de élite equivalen en esta historia a la llamada “división Von Broich” que en la realidad se envió a Tunez en noviembre de 1942. Esta división contaba con el 5 regimiento de paracaidistas, que tuvo una muy brillante actuación en Tunez, y otro par de batallones de infantería alemana, complementándose el resto de la división con tropas italianas (en este caso habrían sido españolas).

  Con todo esto, y considerando cómo se calcula que los paracaidistas alemanes lograron en Túnez detener a fuerzas cinco o diez veces más numerosas, cabe considerar la posibilidad de un fracaso aliado. Pero hemos de ser conservadores y dar por sentado que los aliados demostrarán estar a la altura de su superioridad material (aérea, numérica, en blindados y apoyo de artillería naval), y se apoderan de las Canarias.

  Sabemos que las fuerzas norteamericanas en “Torch” cometieron muchos errores y demostraron inexperiencia, pero que al enfrentarse al ejército francés, mal equipado, poco motivado y sin esperanzas de recibir refuerzos, su gran superioridad numérica y de material les dio la victoria... aunque incluso así el general Eisenhower tuvo que pactar con el almirante Darlan, un petainista y probable autor de crímenes contra la humanidad.

  En esta historia, los aliados ganan también, aunque sufriendo más bajas y constatando sus limitaciones. De esta forma no atribuimos a los alemanes la buena suerte necesaria para rechazar un ataque aliado de tal magnitud, algo que, por lo demás, parece perfectamente posible. 

  Entre los factores que hubieran hecho explicable el triunfo aliado estaría la superioridad de la artillería naval aliada contra los objetivos en la costa, el desacierto de la aviación y los submarinos del Eje para detener a la flota aliada, el que los del Eje no cuenten con armamento antitanque eficaz para neutralizar a los tanques aliados desembarcados… y el que los soldados aliados, numerosos aunque inexpertos, no se derrumben frente a la experta resistencia de los paracaidistas alemanes y sus émulos españoles.

jueves, 20 de marzo de 2014

11. Rommel en Egipto

  A finales de septiembre de 1942, tras tres meses de asedio, la fortaleza de Gibraltar ya no cuenta con ninguna batería artillera operativa y sigue siendo bombardeada sistemáticamente desde tierra y desde el aire. En el otro extremo del Mediterráneo, Rommel ha comenzado sus preparativos para cruzar el canal de Suez, aunque no le mandan tanques nuevos ni mucho armamento moderno y el dominio aéreo enemigo desde Palestina se incrementa día a día. Cambiar eso dependerá de que se finalice la campaña en el Mar Negro y que entonces comiencen a derivarse hacia Egipto más recursos militares, particularmente de la Luftwaffe.



  El gran puerto de Alejandría, gravemente dañado por los británicos en su retirada, está en pleno funcionamiento (otros muchos puertos egipcios menos importantes también lo están), las divisiones alemanas han cubierto sus bajas de la pasada batalla y se están haciendo grandes progresos con el adiestramiento del ejército egipcio, que ya cuenta con diez divisiones operativas, una de ellas mecanizada a costa del botín de tanques hecho a los británicos. Algunos jóvenes oficiales egipcios, de poco más de veinte años, como Nasser y Sadat, en quienes los instructores alemanes han visto buenas cualidades, han sido ascendidos y puestos al mando de batallones y regimientos. En la medida de lo posible, Rommel quiere evitar que al ejército egipcio le pase lo que al italiano: que los altos oficiales ineptos acaparen puestos de responsabilidad, así que considera mejor instruir a los oficiales jóvenes por oficiales alemanes y ascenderlos rápidamente. A los oficiales egipcios más veteranos claramente inoperantes se les ofrecen cargos políticos y sinecuras donde no van a dar problemas, y puesto que el ejército egipcio original era bastante pequeño, deshacerse de estos oficiales veteranos no parece difícil. A nivel político, tras la derrota británica, el rey Farouk repuso en el poder al primer ministro Ali Maher, al que los británicos habían forzado a renunciar. Se mantiene el parlamento y una coalición de los principales partidos (Ittihad, Wafd...), sin que de momento surja un movimiento unificador de índole fascista. Hay problemas de escasez y de orden público, pero la fuerza alemana es respetada y el nacionalismo árabe sigue siendo aliado del Eje. Ha comenzado también la salida de trabajadores hacia Europa, lo que se espera que contribuya a la mejora económica.

   Rommel ha vuelto de Alemania donde, con su hazaña de cerrar el Mediterráneo, se ha convertido en el gran héroe del momento (esto es importante para la propaganda). Ha conferenciado con Hitler a menudo y ha sentido los celos de los otros generales. También ha disfrutado de unas buenas vacaciones y de un poco de tratamiento médico, pero ahora está muy restablecido, sobre todo porque se encuentra confortablemente instalado en El Cairo y acompañado por su esposa.

  Se le ofrecieron otros importantes mandos fuera de África, el que quisiese, pero, naturalmente, él decidió quedarse con su Panzer Armee Afrika. El Estado Mayor no es lo suyo, y no cree estar más capacitado que la mayoría de los oficiales de su rango que sirven en Rusia.

  Su misión ahora es preparar el cruce del canal de Suez, la conquista de Jerusalén y, prácticamente, acabar la guerra para la Navidad de 1942. Ése es el objetivo que le comunicaron Hitler y los demás jerarcas nazis.

  En una conferencia que ha tenido lugar en Vinnitsa, Ucrania, poco antes del regreso de Rommel a Egipto y ya no en presencia del Führer, los otros grandes generales del frente ruso, sin embargo, no se mostraron tan convencidos de que pudiese conseguirse que el fin de la guerra llegase tan pronto. Allí Rommel pudo hablar con Manstein, con Kluge, con Weichs, con List, con Bock… 

  El plan para el verano de 1942 ("Fall Blau"), todo el mundo lo sabe, consiste en completar la conquista de la costa del Mar Negro hasta la frontera turca, incluyendo Crimea, y a finales de octubre, a más tardar, se conquistaría Leningrado y Stalingrado. Seguirá la ocupación de todo el Cáucaso, hasta el Caspio y la desembocadura del Volga. Entonces, el último acto lo ejecutaría Rommel, cruzando el canal de Suez, alcanzando la frontera turca también y después hacia el Golfo Pérsico con el apoyo de los turcos, que entrarían entonces en guerra (si no lo hubieran hecho ya antes). Aparte de con el apoyo de los turcos, también iba a contar con la ayuda de un ejército de montaña alemán fogueado en la campaña del Cáucaso que marcharía desde Bakú, y con la ayuda de una rebelión árabe y de un avance de los japoneses desde Birmania hasta Bengala, todo lo cual provocaría el abandono del ejército indio aliado. El Imperio británico se derrumbaría y todo acabaría antes de que los Estados Unidos pudieran hacer una contribución estimable al esfuerzo bélico. 

  Ése es el plan, pero ya a primeros de septiembre se percibe la dureza de la resistencia soviética. Si bien la conquista de la costa del Mar Negro, ciertamente, es cosa segura, gracias al dominio marítimo, todo lo demás no parece fácil.

  De todas formas, Rommel no es pesimista y ha regresado a Egipto con esperanzas de que podrá llevar a cabo el esperado último movimiento: cruzar el canal y emprender la ofensiva final probablemente a primeros de diciembre de 1942. Para entonces podrá contar con el cuerpo anfibio y toda la flota italiana y, sobre todo, con suficiente apoyo aéreo. El apoyo aéreo, empieza a darse cuenta, es el factor que podría fallar…

   En septiembre de 1942 es la aviación británica la que tiene la supremacía sobre el cielo egipcio, y la cosa parece ir todavía a peor. Procedentes de sus aeródromos en Palestina y Sudán, los Spitfire y los Hurricane tienen acorralados a los aparatos de la Luftwaffe y la Regia Aeronautica. La campaña del frente ruso y la defensa contra los bombardeos de las ciudades alemanas (mil bombarderos británicos sobre Colonia mientras Rommel conquistaba Egipto) acaparan a las mejores unidades de caza alemanas. Esto inquieta a Rommel, ¿no están ellos ganando la guerra en todos los frentes?, ¿por qué la Luftwaffe es tan comparativamente débil?

   También parece extraño el duro racionamiento que sufre la población civil alemana y que el mariscal ha podido constatar durante su gloriosa estancia en Europa. Es verdad que, con tantas victorias, la gente lo soporta bien y aceptan las explicaciones de que “hay que mandar algo de alimentos” a los españoles y egipcios, pero en cualquier caso, todo esto demuestra que la superioridad alemana es de tipo estrictamente militar o, todavía más estrictamente: superioridad en las batallas terrestres. Ser dueños de toda Europa y el Mediterráneo (porque ahora está cerrado) no da la superioridad económica ni la superioridad aeronaval, tan relacionados con el poder industrial. Ambas siguen estando en manos de Estados Unidos, que mucho antes de la entrada en la guerra ha comenzado a enviar masivamente suministros a los enemigos de Alemania.

  Por supuesto, eso cambiará cuando los del Eje exploten los recursos económicos recién conquistados. Pero eso puede llevar años. ¿Se están enfrentando entonces a una guerra mucho más larga de lo que se quiere reconocer?

   A Rommel y a su esposa, en el lujoso hotel "Adolf Hitler" (antes "Shepheard´s") de El Cairo, desde luego no les falta de nada, viven como príncipes y, de hecho, a veces cenan con el joven rey Faruk de Egipto, aunque Rommel, por supuesto, pasa más tiempo con sus hombres, los hombres de las siete divisiones alemanas que componen el Panzer Armee Afrika, que pronto se llamará el Panzer Armee Asien… cuando crucen el canal.

  A Rommel le han mandado pocos reemplazos de tropa y ningún tanque. Todo hace falta en Rusia ahora y África es la última prioridad. Los mecánicos del PAA han reparado casi todos sus tanques dañados en la conquista de Egipto, y se ha sustituido a los pocos que eran irreparables con tanques “Grant” capturados a los británicos. Aún le han sobrado otros trescientos tanques capturados y en buen uso que ha cedido, en su mayor parte, a los italianos, y otros pocos a los egipcios e incluso a los franceses (enviados a través del Mediterráneo, ya que los petainistas están formando una división blindada “experimental” de voluntarios, destinada al frente ruso). También aprovecha los camiones capturados al enemigo. En el Delta hay algunas fábricas y las están usando a fin de producir repuestos para estos vehículos.

  En el Delta está también el ejército egipcio. A Rommel se le ocurre que, para diciembre, logrará que la infantería egipcia le rinda, al menos, como la infantería italiana le rindió el año anterior... y espera que, en adelante, la infantería italiana rendirá como la infantería francesa rindió en el verano de 1940. Rommel es un buen adiestrador de hombres.

  A nivel político, el idealismo pan-árabe parece estar haciendo algún efecto también fuera de Egipto, y Amin el Huseini, muftí de Jerusalén y líder de los palestinos árabes, es un buen propagandista y agitador para los pueblos al otro lado del Canal, donde, supuestamente, se espera a Rommel como si se tratase del arcángel Gabriel.

                              Amin el Husseini, líder árabe palestino aliado del Eje

   Lo más importante a nivel militar parecen ser las ambiciones personales de los jóvenes nativos. Los egipcios son pobrísimos y luchar en el ejército de Rommel les atrae aunque la paga sea escasa desde un punto de vista europeo. Sin embargo, también pueden impacientarse si la ocupación alemana y las penurias derivadas de la guerra se prolongan. 

  Rommel no se ocupa mucho de los asuntos civiles. Cuando se fue a Florencia con Mussolini dejó al general Crüwell a cargo del PAA y a diversos expertos nazis en el mundo árabe como asesores y diplomáticos. Solo sabe que Hitler tiene claro que en Egipto hay que apoyar al más fuerte. Y el más fuerte es el general Al-Masri, jefe del ejército egipcio. 

  Por cierto que, durante los más de dos meses que Rommel ha estado en Europa, los SS del Einsatzgruppe Ägypten al mando del oficial Walter Rauff se han encargado de hacer desaparecer a la mayor parte de los judíos egipcios. También se han tomado medidas contra los griegos de Alejandría, y los coptos cristianos están bajo sospecha. Eso favorece a los nacionalistas musulmanes puesto que permite recompensarlos con el consiguiente expolio de las minorías perseguidas. Dada la penuria económica en el Delta, todo lo que sea conseguir fuertes apoyos es conveniente, incluido el crear nuevas élites de arribistas y explotadores. De entre la gran mayoría de árabes musulmanes egipcios, nadie echa de menos a los ingleses, y en cuanto a las ofertas de trabajo en Alemania, tampoco faltan voluntarios entre los habitantes del Delta. El problema es transportarlos hasta los puertos europeos. Los italianos pueden mandar algunos transatlánticos capaces de amontonar hasta diez mil peones egipcios por viaje, aunque aún persiste el peligro aéreo e incluso submarino por parte del enemigo que se mantiene en el Mediterráneo oriental. En el momento de la toma del canal de Suez, la Mediterranean Fleet británica, replegada a los puertos de Levante (Haifa y Beirut, sobre todo) se limitaba a doce submarinos y diecisiete cruceros y destructores. Casi cada mes, los submarinos, aviones, destructores y campos de minas del Eje "borran" a alguno de ellos, pero hasta que queden liquidados todos hacen daño a los transportes y exigen formar convoyes de escolta. Evidentemente, tiene que ser el PAA el que acabe con ese estado de cosas, conquistando lo que queda de la costa mediterránea.

  Si bien no ha recibido tanques, Rommel, al menos, sí ha recibido artillería: los italianos están desmantelando todas sus baterías de defensa costera, ahora inútiles dado que el Mediterráneo es prácticamente un lago, y todas las piezas artilleras costeras que no se están mandando a España, se mandan a Egipto. Rommel ha situado buenas baterías navales en la entrada del Golfo de Suez, puesto que los británicos dominan el Mar Rojo, pero las de menor calibre las sitúa en el mismo canal: las usará para la salida a través de él cuando le toque cruzar. Discute con los ingenieros acerca de cómo se hará el salto. El canal de Suez no es muy diferente a un gran río europeo.

  Los italianos casi no están presentes en el Delta. Sus aviadores son útiles, dada la cortedad de los medios de la Luftwaffe, y, por supuesto, hay bastantes artilleros italianos que se hacen cargo de sus baterías recién instaladas, pero las diez divisiones móviles veteranas de las campañas de Libia han comenzado su propia aventura Nilo arriba para recuperar el Imperio en África Oriental que se perdió durante la primavera de 1941. Cuentan con el Nilo y el ferrocarril británico para apoyar la logística de su avance y están forzando a los británicos a constituir otro ejército en Sudán, lo que siempre es conveniente para los alemanes en cuanto a que dispersa la fuerza del enemigo. Los italianos, de momento, no avanzan mucho, pero Rommel espera que hayan aprendido lo suficiente ahora como para que no sufran un nuevo desastre (con todo, ha tenido que diseñar un plan de contingencia al respecto, por si acaso). A final del verano, en septiembre de 1942, los italianos se encuentran al sur de Aswan, todavía dentro de los límites de Egipto.




  Cuando Rommel cruce el canal lo hará con las cuatro divisiones Panzer con las que conquistó Egipto, las 15, 21, 22 y 23, y con tres divisiones de infantería móvil: las 28, 90 y 164 (esta última, desplazada desde Creta, donde ya no quedan más alemanes que algunos aviadores y marinos). Espera contar, para cuando llegue el momento, con dos cuerpos de infantería egipcios, unos ochenta mil fusileros lo suficientemente instruidos y armados. Y, sobre todo, espera contar con las tres divisiones anfibias germano-italianas desembarcando en algún punto de la costa de Palestina, con el respaldo de los cañones de la flota italiana (quizá también con el de una fuerza paracaidista). Hay mucho trabajo por hacer hasta entonces. Aunque dispondrá de suministros navales mientras avance a lo largo de la costa, gracias a las Motozattere (lanchas de desembarco), también tendrá que transportar todos los camiones que pueda, porque se intentará alcanzar el Golfo Pérsico cuanto antes. Eso sí, el PAA no va a recibir más vehículos: tienen que utilizar el botín capturado y sacar partido del nada desdeñable parque móvil que se le envió en la primavera pasada para la conquista de Egipto. Lo complicado será organizar la salida de todo este material a través de las cabezas de puente que pueda establecer al otro lado del canal de Suez.

  Del enemigo, Rommel sabe poco. Están recibiendo mucho material, muchas armas americanas, y divisiones nuevas. La ayuda americana se hace notar a todos los niveles. También tienen un nuevo general inglés al mando. Desde luego, Rommel no espera que lo ataquen. Él atacará.

  En estas fechas, a finales de septiembre, una tarde, tras otra aburrida cena con el rey egipcio el día anterior y tras pasar toda la mañana siguiente supervisando el adiestramiento de sus fuerzas alemanas y egipcias, el mariscal de Egipto recibe la visita del general Jodl, el jefe de operaciones de la Wehrmacht. Toman un té en una discreta reunión privada en las suntuosas habitaciones del hotel "Adolf Hitler" de El Cairo.

  Jodl también duda de que la guerra acabe en Navidad. Ya se ha alcanzado la frontera turca en Batumi, en el Mar Negro, pero recién ha terminado la limpieza de Crimea, y los rusos siguen resistiendo duramente en el interior de su inmenso país. Si para finales de octubre no han caído Leningrado y Stalingrado, es probable que haya un retraso. Y los turcos siguen sin adherirse al Eje.

  Rommel sabe que sin una fuerte concentración aérea no puede cruzar el canal… No entiende por qué el enemigo es tan superior en ese aspecto. Jodl comenta que Milch y Goering están impulsando la fabricación de más aviones y el entrenamiento de más pilotos (incluso algunos pilotos egipcios), pero que ese proyecto es más con miras a lo que pueda pasar en 1944 y no dará lugar a ningún cambio espectacular para 1943 (haya paz o guerra, la Luftwaffe tiene que expandirse para abarcar las inmensidades que va a alcanzar el III Reich futuro). Hasta entonces solo podrá contarse con apoyo aéreo en las ofensivas a costa de concentrar toda la fuerza disponible en un solo punto. Es decir: no pueden emprenderse ofensivas simultáneas en frentes muy alejados debido a la escasez de apoyo aéreo. Y eso cuenta también para 1943 si la guerra, como parece, se va a prolongar a ese año. 

  A que esto se supere en 1944 (según las previsiones más realistas) ayudará el petróleo del Cáucaso, y Jodl pregunta, de paso, cómo va la explotación del campo petrolífero de Hurghada, al sur de Suez. Rommel informa de que los ingenieros creen que para fin de año podrá rendir cincuenta mil toneladas mensuales de crudo, lo que no está mal (es una cuarta parte de lo que rinden los yacimientos de Rumanía).

  El mariscal de Egipto pregunta también por la Inteligencia. ¿Qué hace el 8 ejército de Montgomery en el Sinaí?, ¿cuántos tanques americanos ha recibido?, ¿es cierto que cuenta con una división norteamericana completa integrada en su ejército británico? Los informes del general Jodl dan una respuesta más bien afirmativa: los británicos no han perdido el ánimo y se están fortaleciendo día a día con ayuda americana.

  Y el puerto de Aquaba está a pleno rendimiento, lo que permite que las tropas del 8 ejército británico en Palestina reciban suministros en buena cantidad. Este puerto es el único que tienen en el Mar Rojo oriental, al sur de Palestina, y, aunque tendría que ser muy vulnerable a cualquier bloqueo desde Egipto, la superioridad aeronaval enemiga les permite mantenerlo operativo de momento.
















 

    Por primera vez, Rommel sospecha que Montgomery, el nuevo jefe del 8 ejército, podría hacer algo. Un ataque disuasorio tal vez…

     Es a partir de esta visita que comienza a diseñarse en el Egipto del Eje una estrategia también defensiva. 
  
  Si los británicos siguen recibiendo refuerzos y ellos apenas reciben nada debido a las prioridades del frente ruso, entonces no sería impensable un intento aliado de recuperar Egipto. En cierto modo, Egipto puede considerarse cercado entre el 8 ejército británico en el Sinaí y el igualmente británico ejército del Sudan en el sur. Y su poder aéreo, aún más importante en una guerra en tal escenario, no hace más que aumentar.

  En el plan defensivo de Rommel, éste cuenta con numerosas baterías artilleras italianas, con una buena red de ferrocarriles en el Delta que le permite una gran disponibilidad de sus fuerzas móviles y con un ejército egipcio que va mejorando poco a poco bajo la supervisión de los oficiales alemanes. Incluso el ejército italiano parece haber mejorado. No en todo favorece el paso del tiempo al enemigo.

  ¿Cuál puede ser el objetivo británico en un ataque desde el otro lado del Canal? 

  Quizá la mejor opción sea Suez. El gran puerto a la entrada del canal por el Mar Rojo está rodeado de desierto y es vulnerable a un ataque desde el mar por la poderosa Royal Navy si primero se realiza un asalto a las posiciones del Eje a la entrada del Golfo de Suez. Además, Rommel está preparando en el puerto de Suez un grupo naval germano-italiano con minadores, lanchas torpederas y pequeños submarinos, todo transportado por tren desde Alejandría hasta Suez pasando por El Cairo. Con ello esperan bloquear el puerto palestino de Aquaba en el Mar Rojo. Los británicos tienen que saber esto y tratarán de impedirlo.

  Con dificultad, la Inteligencia militar alemana confirma que el 8 ejército está construyendo carreteras en el Sinaí para transportar tropas a través del desierto, a lo largo de todo el lado oriental del canal de Suez.

  Así pues, durante el mes de octubre, mientras en Rusia no terminan de caer ni Stalingrado, ni Leningrado, ni el Cáucaso, Rommel organiza la defensa de Suez, de Ismailía y de la entrada al golfo de Suez, un poco al norte de los campos petrolíferos de Hurghada.

  Al otro lado del canal, el general Montgomery se impacienta: en efecto, ha planeado su contraofensiva gracias a los suministros que le están llegando y está también informado del reforzamiento de Suez… siendo Suez su obvio objetivo. Tiene que engañar a Rommel, haciéndole creer que va a atacar el canal por el centro, por Ismailía, pero el camuflaje no es tan fácil, sobre todo si se trata de mover miles de vehículos.

  Para el mando conjunto aliado, la ofensiva contra Egipto es importante porque, consiga lo que consiga (y capturar el puerto de Suez sería un magnífico resultado), servirá para detraer recursos del Eje de otros frentes donde se esperan contraofensivas en noviembre: el ataque a las Canarias (Torch) y las grandes contraofensivas soviéticas de invierno, de las cuales los generales angloamericanos (Marshall, Brooke, Eisenhower…) no tienen una información muy detallada, pero que se supone que serán formidables habida cuenta de la enorme cantidad de armamento moderno que los rusos han fabricado.

  La fecha fijada para el ataque aliado contra Egipto es el 23 de octubre de 1942, debido a la luna llena. Por el sigilo necesario para la operación, ésta es bautizada “Operación Lightfoot”, y estará coordinada con la ofensiva del nuevo Ejército del Sudán que dirige el general Godwin-Austen. En ambos ejércitos británicos estará presente la participación norteamericana, no solo en material, sino también en hombres que quieren probarse en acción.

  El 8 ejército británico comprende tres divisiones blindadas: la 8, llegada desde Inglaterra poco después de la pérdida de Egipto, la 10, formada en Palestina y que defendió Egipto después de que las divisiones 1 y 7 blindadas fueran aniquiladas, y la 2 blindada norteamericana, enviada con urgencia al producirse el desastre de Egipto en junio. Estas tres divisiones han sido reforzadas con tanques norteamericanos nuevos. Como infantería se suman la 50 de infantería británica (que también defendió Egipto y ha sido reforzada), las 44 y 51 británicas, llegadas durante el verano, la veterana 4 división india, la división neozelandesa y la brava 9 división australiana.

  El ejército del Sudán comprende la 5 división británica (trasladada desde Próximo Oriente), la 3 norteamericana, llegada durante el verano, la 1 sudafricana (que defendió Egipto), la 5 india y dos divisiones coloniales africanas que ya combatieron en la campaña de África Oriental en 1941.

  La ambiciosa ofensiva consistirá en dos ataques simultáneos. Uno del ejército del Sudán contra el ejército italiano al sur de Egipto, al que tiene que destrozar, por el estilo de lo conseguido por Wawell a finales de 1940 en Libia, y otro del 8 ejército de Montgomery mediante el cruce del canal de Suez en la zona sur del canal, y con el apoyo de la Royal Navy que atacaría la entrada del Golfo de Suez (aunque no se dispone de fuerzas de desembarco). Todo contando con superioridad aérea aplastante gracias a los cientos de aviones transportados a través del continente africano. La operación es arriesgada y lo que se espera de ella es poner a Rommel a la defensiva y, sobre todo, forzar a los alemanes a enviar más recursos a ese escenario, concretamente, aviones. El objetivo máximo sería la conquista del puerto de Suez, donde convergerían ambos ejércitos británicos y se sostendrían con el apoyo de la Royal Navy en el Mar Rojo y la supremacía aérea. Entonces, toda la presencia alemana en el Delta quedará amenazada, dando quizá lugar entonces a una larga batalla de infantería.

  Los mandos aliados dan su aprobación final y la batalla tendrá lugar...

  Montgomery tiene un gran éxito al lograr sorprender a Rommel el día 23 de octubre por la noche. Mientras tienen lugar algunos ataques de distracción en el centro del canal, los ingenieros británicos tienden sus puentes al norte del puerto de Suez y comienzan a cruzar el canal la 8 división blindada británica y la división de infantería australiana. Los acorazados británicos bombardean toda la zona entre Hurghada y la entrada al golfo de Suez, aunque la flota carece de medios para un desembarco a gran escala.

  A la mañana del 24, atacan Godwin-Austen y su ejército del Sudán contra el ejército italiano. Los del Sudán no cuentan con ninguna división blindada, pero sí con la 23 brigada acorazada independiente, mientras que la 3 división norteamericana cuenta asimismo con un refuerzo blindado que supone casi la tercera parte de los recursos de la 1 división blindada norteamericana (comprometida con la operación "Torch"). Tal como se espera, en pocas horas unos cien tanques Sherman con fuerte apoyo aéreo liquidan la débil fuerza blindada italiana de las divisiones Ariete, Trieste, Trento y Littorio. Los italianos ya están en retirada, pero se despliegan con suficiente habilidad como para eludir un cerco. El Ejército del Sudán hace unos diez mil prisioneros italianos y algunos egipcios. Ningún alemán.

  Durante los días 24, 25 y 26 de octubre, el 8 ejército de Montgomery cumple todos sus objetivos logísticos: las divisiones blindadas británicas 8 y 10, con el apoyo de la infantería australiana y los escoceses, logran de nuevo poner pie en tierra egipcia, rodear Suez y cortar el ferrocarril que conecta Suez con El Cairo. Lo que falta es tomar Suez, alcanzar después la salida del Golfo y anular la artillería italiana que defiende su puerto y mantiene lejos a los acorazados británicos. Entonces los británicos tendrán una fuerte posición en el borde mismo del Delta que podrán sostener gracias a su superioridad aeronaval.

  Pero dentro de Suez están la 28 división ligera alemana y la 22 división Panzer, junto con bastantes miles de soldados egipcios adiestrados por los alemanes. Montgomery tiene que tomar Suez con todo lo que tenga antes de que Rommel en persona aparezca desde El Cairo con la reserva blindada para romper el cerco. Pronto los alemanes se darán cuenta de que los demás ataques en el centro del canal son solo distracciones.

  Algo favorece a Montgomery: el ejército del Sudán avanza Nilo abajo a toda velocidad en persecución de los italianos derrotados. Eso exigirá que los alemanes acudan, una vez más, en su ayuda. Rommel envía la 23 división Panzer Nilo arriba.

  El 27 de octubre, Montgomery hace pasar el canal a la 2 división blindada norteamericana para que contenga a los alemanes de El Cairo mientras él realiza con los blindados británicos el asalto final sobre Suez. Al final del día, ha fracasado. Y en la madrugada del 28 contraataca Rommel con la 15 y 21 Panzer.

  A lo largo del día 28, solo la superioridad aérea permite salvar a los norteamericanos del desastre total. Montgomery ordena la retirada del entorno de Suez, ya que no quiere correr riesgos. Para él es una lástima, porque los del Ejército del Sudan sí que avanzan a buen ritmo hacia el Delta mientras persiguen a los italianos.

   Los días finales de octubre, el 8 ejército británico ejecuta su retirada al otro lado del canal en el mayor orden posible, mientras Rommel los acosa. Se dan violentos combates, destrucción de tanques y pérdida de vidas. Montgomery trata de no dejar nada valioso atrás: ni prisioneros, ni tanques que Rommel pueda capturar.

  El día 4 de noviembre la ofensiva “Lightfoot” ha terminado: los angloamericanos están al otro lado del canal de nuevo. Para Rommel sería una victoria… si no es porque los soldados del ejército del Sudán de Godwin-Austen están ya casi en el Delta avanzando desde el sur. El día 5, cruzando las colinas del Mar Rojo y contando con el apoyo de la flota, toman los campos petrolíferos de Hurghada, ya muy dañados por los ataques de la artillería naval británica. Assyut, la capital del sur egipcio también ha sido capturada. Las avanzadillas británicas han llegado hasta Faiyum.

 Rommel tendrá que organizar, más avanzado el mes, una contraofensiva para hacer retroceder a los británicos y que abandonen parte de sus posiciones conquistadas.

  Para cuando cesan los principales combates, en Londres se considera que Montgomery ha demostrado sus buenas cualidades: la sorpresa del enemigo ha sido completa, el difícil tránsito a través del canal de Suez se ha ejecutado con precisión y no se han sufrido muchas pérdidas... la peor parte se la han llevado los americanos de la 2 acorazada, pero los británicos se muestran condescendientes con la inexperiencia norteamericana. Curiosamente, se estima que Godwin-Austen, pese a su gran avance territorial no ha tenido tanto éxito, porque los italianos han corrido, pero no se han visto destrozados y en su retirada han demostrado cierta habilidad. Solo se han hecho diez mil prisioneros italianos.

  En Berlin nadie juzga que lo sucedido exija el envío a Egipto de más unidades de la Luftwaffe. Hacia el 5 de noviembre, cuando Godwin-Austen llega a Hurghada y allí se detiene, Hitler y sus generales estiman que el auténtico peligro es la ofensiva aeronaval que preparan los americanos en las islas Canarias. Rommel lo ha hecho más o menos bien, pero se considera que su posición en Egipto nunca estuvo en peligro. 

  Lo que es seguro, ya fuera de toda duda, es que la guerra no va a acabar en Navidad. Y que Rommel no va a cruzar el canal para vengarse de Montgomery en los próximos meses.

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  Las operaciones militares que se narran en este episodio parten del presupuesto (necesario para que esta historia sea realista y, por tanto, útil) de que los aliados lo hacen todo bien y de que los del Eje no tienen ni buena suerte, ni mala suerte.

  Sin embargo, es dudoso que mientras están preparando la “operación Torch” en el otro extremo del Mediterráneo, los aliados puedan llevar a cabo una ofensiva doble de tanta envergadura como ésta, con dos ejércitos británicos avanzando simultáneamente contra el Delta del Nilo desde posiciones distintas. Pero estas ofensivas demostrarían lo conscientes que han de ser los angloamericanos de que es preciso poner toda la carne en el asador cuanto antes a fin de evitar que los rusos se hundan tras perder el Mar Negro.

  En la realidad, se transportaron tres divisiones nuevas al 8 ejército en Egipto durante el verano de 1942: 8 blindada (que no combatió con ese nombre), 44 y 51 infantería. Y se enviaron muchos aviones y muchos tanques, más que suficientes para que Montgomery ganara su batalla de El Alamein, donde los británicos contaban con la buena posición defensiva mientras que los del Eje se encontraban con gravísimos problemas para abastecerse al final de una larga y difícil línea de transporte en pleno desierto.

   Todos estos valiosos suministros los recibieron los hombres de Montgomery al mismo tiempo que se hacían los preparativos para “Torch” (desembarcos en el Marruecos y Argelia neutrales) y al mismo tiempo que se enfrentaba la amenaza japonesa. Sin embargo, en esta historia alternativa los aliados lo tendrían todavía más difícil.

  En esta historia, se mandan las mismas tres divisiones británicas al Octavo Ejército pero, además, se manda la 2 blindada americana y, para el ejército del Sudan, a la 3 de infantería americana (en la realidad, estas dos divisiones americanas fueron destinadas a "Torch"), aparte de que se despoja de varias divisiones a los otros dos ejércitos británicos subsidiarios de Próximo Oriente (el Noveno y el Décimo), que quedan ahora muy debilitados (corriendo el riesgo, por tanto, de que un ataque enemigo desde Turquía o desde el Mediterráneo, o a través del Cáucaso cause un desastre). Y hay que equipar a divisiones africanas y etíopes. Y, por supuesto, fortalecer mucho la aviación e incluso ejecutar un despliegue naval a la entrada del Golfo de Suez. Y hace falta una enorme cantidad de vehículos, sobre todo para el avance del ejército del Sudan. 

  Además, para que Montgomery pueda mover su 8 ejército a todo lo largo del lado este del canal de Suez necesita construir carreteras por el Sinaí y necesita que el puerto de Aquaba, en el fondo del golfo del mismo nombre, esté plenamente operativo, pese a que está muy expuesto al bloqueo enemigo desde Egipto.

  Con el enemigo en una posición defensiva tan buena como era la del Delta del Nilo, el desalojo de los alemanes de Egipto sería imposible para los británicos, pues supondría enzarzarse en una campaña entre aldeas, canales, campos inundados… y con la población nativa (armada) en contra. Por lo tanto, el único objetivo aliado realista solo puede ser Suez (el puerto y todo el Golfo de Suez). Y los alemanes tienen que verlo también así. Suez sí está expuesto a la acción naval británica en el Mar Rojo, y está rodeado de desierto. Una vez capturado, podría fortificarse y abastecerse como un nuevo Tobruk.

  De todas formas, los británicos tendrían que ser muy buenos combatientes, muy organizados, para lograr hacer pasar cuatro o cinco divisiones en una semana a través del canal. Pero ya hemos dicho que en esta historia deben hacerlo todo bien a fin de demostrar que, bajo cualquier circunstancia, la victoria del Eje es inevitable.  En suma, en esta historia lo que cuenta es ser conservadores y no dar a los alemanes ningún golpe de fortuna.

   El puerto de Aquaba debe funcionar perfectamente para los aliados, en tres meses Montgomery construirá las carreteras que necesita por el desierto del Sinaí y cuando llegue el día de “Lightfoot”, 23 de octubre de 1942 por la noche, sus ingenieros tenderán espléndidos puentes a través del canal permitiendo que en pocos días el 8 ejército británico ponga casi mil tanques en suelo egipcio. Todo ello mientras el ejército del Sudán vuelve a derrotar a los italianos (que habrían aprendido poco en dos años de guerra) y se aproxima mucho al Delta en veloz persecución.

    Más no podemos fantasear. Pese a la superioridad aérea enemiga, Rommel no está escaso de combustible ni de soldados ni de tanques, cuenta con una decena de divisiones egipcias de infantería, artillería italiana, y la moral y eficiencia de sus hombres es altísima. 

  Aunque para la opinión pública de los países aliados se interprete el resultado de la batalla como una especie de fracaso, Montgomery habrá tenido su oportunidad de demostrar que es un soldado competente, retirándose a tiempo con pocas pérdidas y tras lograr el objetivo, al menos, de haber causado daños en el puerto de Suez, destruir de nuevo el campo petrolífero de Hurghada (esto lo haría sobre todo el ejército del Sudán) y derrotar otra vez a los italianos que, sin embargo, no pueden haber sufrido un revés de la misma magnitud que el que sufrieron a finales de 1940 en Libia.

  En cualquier caso, Rommel no va a poder cruzar el canal a finales de 1942 y la guerra no acabará esa Navidad. La guerra continuará, y los aliados tienen motivos para pensar que esa prolongación va a favorecerlos.

miércoles, 12 de marzo de 2014

10. Aktion Reinhard

  La decisión de exterminar a todos los judíos de Europa la toma Hitler durante los preparativos de la invasión de Rusia, en la primavera de 1941. Dentro del plan de explotación de los nuevos territorios a conquistar, el grandioso espacio vital alemán al Este, es evidente que puede aprovecharse la oportunidad para hacer desaparecer a todos los judíos de Europa (es decir, que compartan el destino de los judíos del Este, muy numerosos, cuyo exterminio se decide durante la planificación de la invasión a la URSS). Los límites de los futuros nuevos territorios del Reich, para aquella generación, se encontrarían en el Volga o en los Urales (Hitler siempre compara la futura expansión del Reich alemán hacia el Este con la expansión hacia el Oeste de los Estados Unidos de América: el Volga sería el Missisipi y los Urales las Montañas Rocosas) y dentro del plan de reorganización étnica correspondiente se eliminaría toda la población urbana de los eslavos. Eso implica el asesinato de unos veinte o treinta millones de eslavos, quedando los demás en "reservas" mientras fueran útiles como mano de obra no cualificada, más unos pocos que podrían ser "germanizados". En este contexto, la eliminación de once millones de judíos europeos (considerados no solo una raza inferior, sino además una raza perniciosa) no resulta una medida desproporcionada.



  El modelo para la operación sería, sin duda, el único precedente conocido por los nazis: el exterminio de los armenios por los turcos durante la pasada guerra. El sistema, deliberado o no, había sido efectivo: a los armenios “se los evacuaba”, y las caravanas de desterrados acababan en el desierto árabe donde la naturaleza hacía el resto. Para los nazis, el escenario del norte de la Rusia europea (el Ártico) podía ser tanto o más apropiado para tal fin.

   Una vez derrotada la Unión Soviética tras la ofensiva “Barbarroja”, los judíos serían transportados a estaciones de tren en el norte y acomodados precariamente. Si se podía sacar provecho de su trabajo, tanto mejor para los intereses del Reich, pero, en cualquier caso, el frío y la escasa comida los debilitaría, y en pleno invierno se les cortaría toda provisión de alimentos, de modo que ya fuese imposible el rebelarse o huir. Morirían fácilmente en tan remotos parajes y nadie iba a prestar atención al asunto. Al verano siguiente solo iban a quedar los huesos, que los animales carroñeros del Ártico harían desaparecer.

  Es a partir de esta idea que en julio de 1941, Goering firma la orden de la solución final al problema judío. En este momento nadie imagina que la invasión de Rusia no acabará resultando tan exitosa como se ha planeado y que la guerra va a prolongarse.

   A finales de 1941 se retoma el proyecto del exterminio, pero queda claro que ya no podrá hacerse, en plena guerra, de la forma organizada y a la vez sencilla que se había planeado en primavera, antes de la invasión de la URSS. Hitler acepta la sugerencia de que se utilicen los cauces ya abiertos por la “Aktion T4” de 1939, para eliminación de los deficientes mentales mediante el uso de cámaras de gas.


Publicidad nazi para favorecer el rechazo a los deficientes psíquicos. A pesar de esta publicidad, la Aktion T-4 (exterminio de los deficientes) fue organizada y ejecutada en secreto, e iniciada con la guerra, en septiembre de 1939. Para tales operaciones de asesinato en masa (más de setenta mil víctimas) se utilizaron cámaras de gas, siendo el precedente directo del Holocausto judío. Sin embargo, el secreto de la Aktion T-4 no se mantuvo y la opinión pública alemana forzó a suspenderla en agosto de 1941.

  El exterminio de los judíos mediante envenenamiento con gas empezará por el de los más de dos millones que se encuentran concentrados en los ghettos de Polonia y en diversas localidades aisladas del país conquistado. Una tarea criminal gigantesca y, para muchos dirigentes nazis, también grandiosa. A finales de 1941 comienzan los ensayos de técnicas de asesinato masivo, siempre partiendo de la experiencia de la Aktion T-4 y en muchas ocasiones utilizando el mismo personal que participó en ella.

   Reinhard Heydrich, alto dirigente de las SS, planificador del exterminio judío, muerto por acción armada de los aliados en junio de 1942

  Ultimada la organización del exterminio de los judíos de Europa por Reinhard Heydrich a partir de la conferencia de Wannsee, el 20 de enero de 1942, en la cual se dan instrucciones a las distintas instancias públicas que van a verse implicadas (departamento de Interior, de Justicia, transportes, economía, gobernadores del Este…), el proyecto, en inicio, es parecido al original: deportación y aprovechamiento de la mano de obra judía para el trabajo, trabajo que implicará la muerte para los más débiles pero que, naturalmente, dejaría la cuestión de qué hacer con los más fuertes que sobrevivan y qué hacer con aquellos que en modo alguno son aprovechables para el trabajo desde el primer momento. Como en la "Aktion T4", la muerte por gas parece la opción más viable. 

  Cuando el 4 de junio de 1942 el mismo Heydrich es abatido por un comando partisano en Praga, la primera gran operación ya está en marcha. En homenaje al líder nazi caído, será bautizada como “Aktion Reinhard”.

  El movimiento más importante de todos, el vaciamiento del ghetto judío de Varsovia, con casi medio millón de personas, que han de ser transportados en su gran mayoría al campo de exterminio de Treblinka (un campo modelo, que mejora los resultados de los más antiguos de Belzec y Sobibor), está planeado para el mes de julio.



  Pero el 10 de julio llega a las SS una contraorden: el proceso debe ser reajustado ante una circunstancia política inesperada: la firma del Tratado de Paz y Cooperación entre Francia y el III Reich.

  En efecto, alrededor de ochocientos mil prisioneros de guerra franceses que trabajan para la economía alemana son puestos en libertad inmediatamente a primeros de julio. Solo unos trescientos mil trabajadores agrícolas logran ser retenidos por un convenio francoalemán hasta el fin del periodo de cosecha (octubre) gracias a una combinación de exhortaciones, compensaciones económicas y amenazas.

  Eso supone, por tanto, que, a la espera de que lleguen nuevos recursos de mano de obra, la economía del Reich requiere, de forma inmediata, más de medio millón de trabajadores adicionales. Los judíos de los ghettos son la única reserva de la que se puede disponer en tan breve plazo de tiempo.

  Para los dirigentes nazis, la llegada a fábricas dentro del territorio alemán de judíos polacos resulta una situación desagradable y políticamente peligrosa. En la medida de lo posible, se intenta traer polacos católicos u otro tipo de obreros, pero es inevitable que algunas decenas de miles de judíos de los ghettos de Varsovia, Cracovia o Lodz tengan que ser transportados a campos en territorio alemán desde los que puedan ser llevados a las fábricas y obras. El vacío que han dejado los recién libertados prisioneros de guerra franceses resulta alarmante.

  Las autoridades alemanas, pues, lograrán organizar la situación lo mejor posible a lo largo de los meses de julio y agosto de 1942, tratando de que se produzca la menor disrupción en el funcionamiento de la economía alemana.

  Al mismo tiempo, Hitler da instrucciones para que se haga venir a Alemania cuanto antes a trabajadores sustitutos de estos precarios reemplazos judíos, de modo que en el ínterin las cámaras de gas de Treblinka y Auschwitz funcionan solo "moderadamente", eliminando a los elementos en absoluto no productivos (niños, enfermos, ancianos), lo que genera grandes complicaciones en los procesos de selección.

  Conseguir los obreros que se necesitan durante el verano de 1942 no es tarea fácil. No solo hay que reemplazar a los aproximadamente ochocientos mil franceses que han sido liberados de golpe, sino también, unos meses más tarde, a los trescientos mil obreros agrícolas que, con dificultad, se logró que permanecieran en los campos hasta la cosecha. Es decir, que para octubre o noviembre de 1942, la economía nazi tiene que conseguir alrededor de un millón de obreros.

  Sin embargo, algunas circunstancias de la guerra parecen ayudar a este fin. Y son circunstancias en conexión con las mismas circunstancias que han llevado a los franceses a solicitar la firma del Tratado con Alemania: las derivadas del cierre del Mediterráneo.

  Por un lado, dentro de los acuerdos económicos que se están firmando con el gobierno español, en el contexto del esfuerzo bélico común, unos cien mil españoles llegan durante el verano a trabajar a Alemania. De estos, casi la mitad son presos políticos de la guerra civil o elementos “antisociales” según las nuevas leyes de guerra, lo que incluye a la económicamente poco productiva comunidad gitana española (muchos de ellos, nómadas) y, por supuesto, a los escasos judíos españoles. La otra mitad son obreros poco cualificados voluntarios o semivoluntarios, del abundante espectro del subempleo de la economía española. Para fin del verano, Franco promete otros cien mil trabajadores españoles y quizá cien mil portugueses más, estos mejor cualificados, que llegarían para fin de año.

  Mussolini, por su parte, que cuenta con doscientos mil soldados italianos desmovilizados por la disolución de más de una docena de divisiones de infantería que hacían función de defensa costera en el Mediterráneo, enviará cien mil de ellos también a Alemania, además de las fábricas que Alemania podrá instalar en suelo italiano (también España instalará unas cuantas, sobre todo en la zona de Barcelona). España, Francia e Italia se comprometen asimismo a cumplir pedidos industriales para la economía alemana, dentro del marco del esfuerzo común de la economía de guerra del Eje.

  Egipto, donde el problema puede ser grave en las subsistencias, promete enviar otros doscientos mil, pero esto es más difícil debido a que los desplazamientos han de hacerse por mar. En julio solo cinco mil obreros egipcios (en su mayoría coptos o griegos) zarpan desde Alejandría hasta Europa. Turquía también ofrece decenas de miles de obreros. En cuanto al Este, para Hitler es un alivio la rendición final de los soldados rusos en Crimea. Se calcula que trescientos mil de ellos serán útiles para el trabajo y son fácilmente transportados hasta los puertos danubianos del Mar Negro. Pero no empezarán a llegar a Alemania hasta noviembre.

    Para los planes económicos alemanes, al menos los españoles, italianos y eslavos logran reemplazar a los trabajadores agrícolas franceses para el final de la cosecha de 1942.

  Pero la sustitución del total de más de medio millón de judíos polacos que a su vez han sustituido a los prisioneros franceses es bastante más lenta. Fábrica a fábrica, los trabajadores judíos menos cualificados serán entonces evacuados hacia las cámaras de gas siguiendo un meticuloso protocolo.

  Debido a la insistencia de las órdenes dadas por Hitler y Himmler, a lo largo de 1943 la situación no evolucionará del todo en contra de sus planes. Los obreros del Mediterráneo (españoles, italianos, turcos, norteafricanos) están ya llegando regularmente, y el traslado de ciertas fábricas a las ciudades francesas, italianas o españolas del Mediterráneo está también dando buenos resultados… justo cuando empiezan a arreciar los bombardeos aéreos británicos contra objetivos industriales en suelo alemán. Además, aparte de los trescientos mil rusos capturados en Crimea, las victorias alemanas han vuelto más dóciles y cooperativos a los eslavos deportados, y el transporte a través del Mar Negro y después por el Danubio facilita mucho que lleguen pronto y en buen estado. El norte de África supone un recurso casi infinito de mano de obra no cualificada en el futuro inmediato.

   La variedad de origen de la mano de obra extranjera es productiva a su vez, pues impide que los trabajadores forzosos se organicen para reivindicar mejores condiciones, y permite dar empleo diferente a cada colectivo. Españoles e italianos son muy buenos como trabajadores agrícolas, y los egipcios y turcos pueden utilizarse en la construcción y otras tareas similares. También llegan mujeres españolas y portuguesas para el servicio doméstico y algunas tareas fabriles.

  Además, durante los seis meses de dilación, el sistema de los campos de exterminio se ha puesto a prueba, de modo que a primeros de 1943 son eliminados rápidamente los últimos trabajadores judíos en Alemania. La mayoría son llevados directamente de las fábricas alemanas a Treblinka. Algunos intentan escapar desde sus puestos de trabajo en Alemania, pero, naturalmente, no tienen adónde ir. Si bien en los barracones de las fábricas del Ruhr no pueden estar tan bien vigilados como en Auschwitz, su aspecto y los tatuajes identificativos les dan pocas posibilidades de sobrevivir a una fuga.

    Así, pues, la Aktion Reinhard, retrasada durante el verano de 1942, culminará con mayores medios a finales del año siguiente, todavía en guerra.

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  Según algunos testimonios, se mantuvieron los ghettos polacos hasta 1943 para aprovechar a sus desdichados pobladores como reserva de mano de obra a pesar de que durante este periodo la gran mayoría desarrollaron poco trabajo productivo. Es un hecho que la inmensa mayoría de los supervivientes de los ghettos polacos se salvaron debido la circunstancia de que, incluso pasada la fecha de terminación de la “Aktion Reinhard", en 1943, estos pocos "privilegiados" fueron excepcionalmente preservados por considerarse económicamente útiles. En esta historia, la liberación de los prisioneros franceses en julio de 1942 hubiera prolongado algunos meses la vida de cientos de miles de judíos de los ghettos polacos. Pero después, durante 1943 y 1944, se hubieran dado las condiciones que permitirían el exterminio total: a la Alemania nazi le era posible aprovechar los inmensos recursos de mano de obra de la zona mediterránea. Un sesgo favorable de la guerra en el Este también ayudaría a conseguir más trabajadores dóciles de esta área geográfica. El uso de la conexión Danubio-Mar Negro contribuiría asimismo al transporte eficiente de trabajadores esclavos o semi-esclavos, como muestra el ejemplo de lo que hubiera pasado con los trescientos mil soldados rusos atrapados en Crimea (no todos hubieran sobrevivido para convertirse en esclavos). Turcos, egipcios, españoles y otros pueblos norteafricanos serían transportados rápidamente hacia el norte como obreros a sueldo tal como iba a acabar sucediendo en la realidad inmediatamente después de la reconstrucción de la economía europea en la posguerra. Así, en esta historia, solo algunos trabajadores especializados judíos prolongan su vida hacia finales de 1943.

  El transporte de trabajadores del Mediterráneo no hubiera podido ser demasiado rápido, pero con seguridad se reemplazaría a los trescientos mil trabajadores agrícolas franceses a lo largo de todo el verano de 1942, y también a lo largo del verano la economía alemana derivaría hacia Francia, España o Italia una parte importante de su esfuerzo industrial, permitiendo prescindir de muchos miles de trabajadores judíos. 

  Mientras fuesen necesarios, la política sería siempre la de mantener lo más aislados posible a los judíos polacos de la sociedad civil alemana. 

  Gracias al cierre del Mediterráneo, en caso de que Alemania tuviera que vérselas con una guerra larga (algo que Hitler, Franco y Petain todavía podían esperar que no sucediese durante el verano de 1942) los recursos de mano de obra para 1943 hubieran sido satisfactorios, permitiendo el exterminio de casi todos los judíos. Para 1944 estaría ya alcanzándose una explotación óptima de los recursos de materias primas conquistados (el carbón, el petróleo, el hierro…) para la cual la economía de la Europa nazi (Francia incluida) iba a disponer de trabajadores suficientes.

 El aspecto alimentario no podría ir peor de lo que fue en la realidad, y en 1943 y 1944 las fábricas alemanas seguían produciendo grandes cantidades de armamento a un mayor rendimiento que en los años anteriores, incluso a pesar de la reducción de las raciones, la defección y falta de entusiasmo de los trabajadores extranjeros, y pese a los bombardeos aéreos aliados.

 En esta historia, para 1944 buena parte de las fábricas estarían en la zona del Mediterráneo, lejos del alcance de los aviones aliados y, muy probablemente, la Luftwaffe habría mejorado su capacidad de intercepción de los atacantes dados los nuevos recursos económicos disponibles.

  Para los nazis, la “Aktion Reinhardt” tuvo también un componente económico, pues supuso la eliminación de cientos de miles de “bocas inútiles”, es decir, la gran mayoría de los cientos de miles de judíos en los ghettos que no eran económicamente utilizables. Esto hubiera podido llevarse a cabo en alguna medida incluso aunque medio millón de judíos de los ghettos se salvaran por su utilidad como mano de obra esclava durante la segunda mitad de 1942 debido a la puesta en libertad de los prisioneros franceses. Se hubiera procedido a selecciones de los envíos a Treblinka, enviándose los trabajadores útiles hacia el Oeste sin que supieran, muy probablemente, qué iba a ser de los niños, ancianos y enfermos que se quedasen en la estación polaca.

  La “Aktion Reinhardt”, por lo demás, fue solo uno entre los muchos letales episodios del Holocausto, al que se sumaría el exterminio “sobre el terreno” de los judíos rusos y la compleja operación de transporte hacia los campos de la muerte de los judíos europeos procedentes de otras naciones, que fue dirigida por Adolf Eichmann. En todas estas operaciones intervinieron factores económicos, políticos y militares.
  
  Es un hecho que para la Alemania nazi el Holocausto supuso un gasto, ya que el transporte y asesinato de tan gran número de personas desde todos los rincones de Europa solo produjo un dudoso beneficio en cuanto a eliminar “bocas inútiles”. El exterminio de los judíos polacos quizá fue más económico, pues las distancias eran más cortas desde los ghettos a los campos de exterminio y también fueron muchos los judíos que se asesinaron en localidades rurales directamente utilizando pequeños grupos de asesinos (compañías o batallones) un poco por el estilo de los Einsatzgruppen en el territorio ruso ocupado.

  En cualquier caso, entre los judíos asesinados se perdieron cientos de miles de especialistas y tanto hubieran podido convertirse en productores de bienes agrícolas como en consumidores de estos.

  No parece que el exterminio masivo hubiera supuesto tampoco un problema social. Aunque fueron quizá miles los testigos de las operaciones de asesinato en masa, a Alemania solo llegaban noticias de estos hechos en forma de rumores y tampoco parece que, de saberse, hubiera supuesto preocupación alguna para la sociedad en general, acuciada por las circunstancias dramáticas de la guerra, ideológicamente embrutecida y sometida a la propaganda (en todo caso, no hubo tanta indiferencia con respecto a la "Aktion T4" de eliminación de los deficientes mentales, que los nazis hubieron de interrumpir). Los bombardeos aéreos sobre las ciudades alemanas fueron utilizados como medio de crear resentimiento y deseo de venganza en la población civil que podía servir contra los judíos, a los que la propaganda identificaba con los promotores de la guerra contra Alemania.