determinismo

El determinismo pretende mostrar que los sucesos históricos a gran escala no pueden salirse de un curso específico que apunta en un sentido igualmente específico: el Imperio Romano había de disolverse, la sociedad industrial había de nacer en Inglaterra, el Imperio Chino había de anquilosarse. Estos hechos obedecen a causas, e investigar estas causas necesarias podría incluso proporcionarnos enseñanzas prácticas a la hora de afrontar un futuro que se regirá igualmente por causas necesarias. Aquí no se pretende negar cierto determinismo. Muy al contrario, la doctrina nazi estaba condenada, como el comunismo soviético, a acabar siendo barrida del curso histórico (aunque recordemos que la debacle del comunismo soviético al final del siglo XX no fue prevista por nadie) y todo parece indicar que sí existe un curso de desarrollo histórico que apunta a la instauración gradual de mayores controles de la violencia social que permitan una cooperación humana más eficiente para el beneficio del mayor número posible de individuos. Evidentemente, la ideología nazi cumplía estos requisitos todavía menos que el marxismo soviético ya que, al basarse en una doctrina racial, la mayor parte de la humanidad habría debido de verse necesariamente perjudicada por el dominio de la supuesta raza superior. Pero donde el determinismo histórico sí se equivoca lastimosamente es en el tratamiento mítico dado a la Segunda Guerra Mundial con posterioridad a 1945. No solo en obras de ficción escritas o audiovisuales, sino también en libros de historia, se nos muestra el resultado final de la guerra –la dramática derrota de Hitler y sus aliados japoneses- como una especie de western, donde los buenos derrotan a los malos gracias a su habilidad con las armas. Es como si pretendiesen tranquilizarnos demostrándonos que los malvados, por serlo tanto, están incapacitados para ganar las guerras. Se nos pretende convencer de esto arguyendo complicados razonamientos sobre economía, política u organización administrativa. Esto es absurdo. Hitler pudo ganar. Pudo ganar incluso cuando ya estaba en guerra, a la vez, contra la Unión Soviética, los Estados Unidos y el Imperio Británico, y, de hecho, es sorprendente que no ganara. Una sociedad totalitaria y militarista como la de la Alemania nazi poseía los medios suficientes para alcanzar ese triunfo y, si no fue así, se debió única y exclusivamente a la pura casualidad de que un solo hombre no tomó en un determinado momento una sola y lógica decisión; esta decisión habría sido de tipo meramente militar, estratégico, en absoluto afectada por la ideología ni por las condiciones económicas y sociales. El nazismo, por supuesto, hubiera acabado fracasando, pero no tal como sucedió en realidad, al cabo de una especie de gran espectáculo bélico en el cual los justos vencieron a los malvados. El bien se impone al mal, sí, muy probablemente, pero la guerra es un terreno para el cual el mal, a veces, está mejor cualificado. Es un hecho que, de todas formas, fue la Unión Soviética, un régimen tan totalitario y casi tan maligno como el III Reich, quien acabó derrotando a la Alemania nazi (y aquí no es el lugar para discutir si hubieran podido hacerlo sin ayuda). El relato que extensamente se presenta en este espacio comienza, pues, con la toma por Hitler de una sola decisión concerniente a una determinada iniciativa estratégica de tipo militar (esencialmente, cerrar el Mediterráneo con el fin de que la flota italiana entre en el Mar Negro). Es conveniente seguir el relato desde el principio con ayuda del Índice, y para su comprensión más exacta es preciso informarse lo mejor posible acerca de los sucesos de la historia militar de la guerra. Se acompañan los episodios de una Cronología, donde se diferencia lo real de lo ficticio, y se aportan algunos links útiles (la Wikipedia es muy completa y contiene pocos errores). La historia militar abarca cuestiones sociales, políticas y económicas (incluso geográficas), así que puede resultar también instructivo en muchos otros aspectos. Cuenta, asimismo, con un componente lúdico… y este mismo componente lúdico conlleva las correspondientes implicaciones psicológicas y sociales.

martes, 27 de mayo de 2014

21. Destrucción de Leningrado

  El 15 de agosto de 1943 comienza la retirada de las últimas tropas de la Wehrmacht en Francia, las que se situaban en el mismo Canal Inglés. Se trata de un gran momento para el gobierno de París que preside el anciano mariscal Petain: un año después de la firma del pacto franco-germano los últimos soldados alemanes desfilan para marcharse. En la opinión de la mayoría de los franceses, Petain lo ha conseguido. Y esto prestigia a los auténticos gestores de la nueva política francesa pro-Eje, el primer ministro Pierre Laval y el almirante Darlan, jefe efectivo de las fuerzas armadas francesas. La salida de las últimas divisiones alemanas permite al gobierno francés convocar elecciones constituyentes que tienen lugar el 8 de noviembre y en la que participan partidos fascistas y católicos junto con la organización oficialista. Los petainistas, por supuesto, obtienen mayoría absoluta gracias a los éxitos políticos del mariscal... y gracias al apoyo monárquico, pues Petain propone la restauración de la monarquía en la persona del Conde de París. El nuevo rey, Enrique VI, será proclamado una vez se vote en plebiscito la nueva constitución en la primavera de 1944; esta nueva constitución define la nueva Francia como un régimen monárquico parlamentario-corporativo, católico y racista que garantiza la propiedad privada y el bienestar de los súbditos.



  Para que los alemanes se marchen ha sido necesario que el nuevo ejército francés se equipe con sus propias divisiones blindadas, con tanques fabricados en Francia, y oficiales y soldados que se han fogueado en la guerra blindada en Rusia durante la gran batalla de Stalingrado mientras formaban parte de la división motorizada de voluntarios franceses “Mariscal Petain”, integrada en el 4 Panzerarmee alemán desde octubre de 1942.

  Puesto que el adiestramiento en combate no ha de cesar, en Rusia continúan (en sectores muy distanciados el uno del otro) las dos divisiones francesas de voluntarios: la de infantería “Charlemagne”, integrada por elementos procedentes de diversos sectores del plural y desorganizado fascismo y anticomunismo franceses, y la motorizada “Mariscal Petain”, en la que, aparte de voluntarios anticomunistas, hay un fuerte contingente de árabes y bereberes del antiguo ejército colonial e incluso una apreciable cantidad de renegados rusos (que suelen preferir siempre luchar con los franceses en lugar de con los alemanes). Otras diez divisiones de voluntarios y mercenarios se están formando en Argelia para recuperar el poder colonial francés al sur del Sahara, una operación que se espera poner en marcha durante el invierno de 1943 a 1944 y que depende en buena parte del desarrollo de medios de transporte (prolongación del ferrocarril transahariano y fabricación de miles de camiones y aviones).

  El grueso del nuevo ejército francés son las treinta divisiones integradas en su mayor parte por jóvenes reclutas que defienden la costa atlántica desde los Pirineos hasta la frontera belga, y que incluyen ya cinco divisiones blindadas, cuatro de ellas desplegadas en la zona del Canal… que es de donde han partido las divisiones alemanas Panzer 1 y 26, junto con dos divisiones de infantería más, las últimas divisiones alemanas en Francia. Con su marcha se disuelve definitivamente el 7 Armee alemán (a finales de 1942 ya se había disuelto el 1 Armee que ocupaba la costa suroeste).

  En el frente ruso, para el 15 de agosto de 1943 la conquista del Cáucaso está ya casi finalizada. Aún tiene que rendirse la bolsa de Bakú, pero Hitler, que sigue las operaciones desde Grozni, no duda de que eso se producirá en un par de semanas. Nadie puede creer, por otra parte, que los angloamericanos vayan a desembarcar en la costa francesa en las presentes circunstancias. Por supuesto, todavía quedan algunas tropas alemanas (entre veinte y treinta divisiones) en Bélgica (el 15 Armee) y en la frontera del Rhin (el ejército de reserva), y se está formando un nuevo cuerpo Panzer Waffen-SS (en Bélgica) que está ya prácticamente listo (integrado por las divisiones Frundsberg, Hohenstaufen y Hitlerjugend), de modo que la zona del Canal no queda en absoluto indefensa por parte de los alemanes, e incluso si todavía se produjera un desembarco en los últimos días del verano habría tiempo para que las dos divisiones Panzer del Heer que han partido dieran la vuelta y retornasen a Francia. Nada de eso va a producirse, por supuesto.

  En Francia, pues, ahora no quedan más alemanes que algunos aviadores, artilleros y pequeños contingentes de técnicos (sin contar las dos grandes bases alemanas de las islas de Jersey y Guernsey, muy próximas a Normandía). Estos alemanes "amigos" se sienten ahora mejor acogidos que nunca por los franceses. Muy poco a poco, se comienza a ver en Francia a los alemanes como aliados (y se opina que la enemistad anterior habría sido consecuencia de las intrigas de los pérfidos británicos... y de los judíos). Hitler, desde luego, ha dado orden a sus hombres en Francia (tanto como ha hecho con las tropas que transitan entre los pueblos musulmanes) de que se comporten “como caballeros con el personal civil y militar francés,” y de que tengan mucho cuidado con las inevitables provocaciones antialemanas. La menor falta en este sentido es castigada tomando, entre otras, la rigurosa medida de enviar al infractor a Rusia, donde allí sí, por supuesto, se le permite al soldado alemán ser tan brutal como desee.

  ¿Y adónde se dirigen las últimas cuatro divisiones alemanas que abandonan Francia?

  Tras un mes de desplazamiento por los ferrocarriles y carreteras del norte de Europa, se incorporarán a mediados de septiembre al hasta entonces muy pequeño 11 Armee (el que tenía el general – Manstein en Crimea) que desde el verano de 1942 se encuentra en el Grupo de Ejércitos Norte del frente ruso, reforzando a los 16 y 18 Armee, pero que solo cuenta con tres divisiones de infantería originales de las que contaba en Crimea. Se les ha añadido ahora una división de infantería transferida del 18 Armee. Con las recién llegadas de Francia ya suma ocho divisiones y se convierte de nuevo en un ejército en toda regla. Es necesario que sea así porque tiene una importante misión que cumplir.

  Una vez caiga Bakú, Hitler quiere liquidar Leningrado. Con ello se eliminará el ferrocarril que viene del puerto de Murmansk, por donde afluyen los suministros norteamericanos, y, tras la caída del Cáucaso y puesto que el hielo del invierno bloqueará el puerto de Vladivostok en Siberia Oriental, a la Unión Soviética no le quedará ni un solo ferrocarril que les permita recibir suministros de sus opulentos aliados durante el invierno 1943-1944. Las tres rutas ferroviarias (Murmansk, Cáucaso y Vladivostok) habrán quedado cortadas: Rusia no es tan grande. Aún les quedará, pero con poca capacidad, la ruta por carretera desde Teherán. De momento.


                                                                   

                                                       El ferrocarril de Murmansk


  El 20 de septiembre de 1943, una vez han llegado los refuerzos desde Francia, Noruega y otros sectores del frente ruso, y una vez han llegado refuerzos de la Luftwaffe (dos semanas después de la definitiva caída de Bakú), comienza la ofensiva final contra Leningrado. Tomarán parte en la batalla el 18 Armee, el 16 Armee y el reforzado 11 Armee desde el sur. A las 1 y 26 divisiones Panzer desplazadas desde Francia se une una división completamente nueva, la 30 Panzer (la tercera nueva división Panzer creada en 1943) y la 25 Panzer, desplazada desde el Ejército de Noruega con dos divisiones de infantería más para formar un cuerpo completo que luchará junto a los finlandeses desde el norte. Asímismo se envían los grandes morteros de asedio (con proyectiles de hasta 600 mm) utilizados en Gibraltar, que en marzo ya se ha rendido.

                                                    Leningrado bajo asedio


   Desde el norte atacan el 20 Armee alemán (ejército de montaña), con su nuevo cuerpo Panzer (25 PzD y las 181 ID y 196 ID), y el ejército finlandés. La intervención del nuevo cuerpo blindado es decisiva, y su formación, detrayendo las tres divisiones de Noruega, ha sido posible debido a lo improbable que ya parece que los aliados estén en condiciones de abrir un nuevo frente invadiendo Escandinavia (estas fuerzas adicionales son transportadas al frente finlandés a través de Suecia, país neutral pero dócil a las intimidaciones alemanas). Los finlandeses, por otra parte, se han ganado una reputación entre los oficiales alemanes de buenos soldados aunque poco interesados en la ofensiva contra los rusos, y que actúan en base a sus propios intereses territoriales... si bien ahora ya es algo diferente: para muchos finlandeses, la guerra está cerca de su final, van a ganar los alemanes y su país debe hacer un “buen papel” en el desenlace... si es que quiere obtener una buena tajada de los beneficios de la victoria (e incluso sobrevivir como estado independiente, pues se sospecha que Hitler quiere anexionarse a los finlandeses después de la guerra para incorporarlos a su grandioso proyecto político de un Reich que integre a todos los pueblos "arios").

  Los rusos en el sector de Leningrado ni tienen tantos tanques, ni tantos aviones, ni tantos hombres como tenían las fuerzas escogidas del Ejército Rojo que defendieron el Cáucaso ante la ofensiva nazi “Zitadelle”. Contra los cinco grandes ejércitos enemigos que comanda el mariscal Von Küchler, su oponente, Govorov, suma quince pequeños ejércitos divididos en dos “Frentes”. Se trata, por tanto, de novecientos mil rusos contra un millón de alemanes y finlandeses. En el Cáucaso, los rusos acaban de perder más de medio millón de hombres (trescientos mil prisioneros), casi otro medio millón ha quedado desplazado a Persia al escapar de la bolsa de Bakú y seiscientos mil más defienden Extremo Oriente de la cada vez más inquietante amenaza japonesa. Todos los demás se alinean en el sector central, el Don y el Bajo Volga. Para el mando soviético, lo vital es salvar Moscú. Si cae Moscú, también caerá Leningrado.

  Por supuesto, una vez comprobado que el esfuerzo nazi se dirige ahora contra Leningrado y no contra Moscú, los rusos pueden derivar hacia el sector Norte tropas adicionales desde el sector Centro,… pero los alemanes pueden hacer exactamente lo mismo y, puesto que, tras el desastre del Cáucaso ya no existe superioridad numérica soviética, el resultado del enfrentamiento no va a variar y los desanimados comandantes de la Stavka parecen resignados a la terrible pérdida. Tienen tanto que perder que se preocupan ahora más por lo que pueden salvar...

  El 28 de septiembre de 1943, ocho días después del inicio de la ofensiva nazi, la fuerza blindada atacante formada por tres divisiones (1, 26 y 30 PzD) enlaza con los finlandeses, donde se encuentra también la 25 PzD. Han logrado cruzar el río Neva partiendo del enclave de Shliesselburg, a pesar de las fortificaciones construidas por los soviéticos durante dos años, y avanzan por la orilla del lago Ladoga hacia el norte, por donde los finlandeses y alemanes han roto también el frente. La concentración de fuego, sobre todo aéreo, es el factor decisivo que ha permitido el avance. Finlandeses y alemanes del Ártico enlazan con el cuerpo Panzer del sur en Kraskovo. El cerco de Leningrado ahora es total, se ha interrumpido la conexión con el lago Ladoga que a duras penas permitía la supervivencia de la ciudad.

                                La ruta aliada de convoyes a la URSS por el Ártico

  En la segunda fase, logrado el cerco total a Leningrado, los alemanes atacan desde el norte hacia el este, desde la orilla del río Svir, que une los lagos Ladoga y Onega, hasta alcanzar el Mar Blanco el 15 de octubre, cortando el ferrocarril -primero por Belomorsk- por el que circulaban los abastecimientos aliados, y separando por completo la península de Kola y el puerto de Murmansk del resto de la URSS. El 20 Armee liquidará lo que quede de resistencia a orillas del Ártico durante el otoño, tomando el mismo Murmansk el 25 de octubre, lo que permitirá también adquirir posiciones que amenazan el puerto de Arkangelsk. El territorio costero conquistado quedará en adelante bajo control del ejército alemán en Noruega (mientras que en Noruega, buena parte de las tropas desplazadas a Murmansk y Kola son reemplazadas por voluntarios noruegos pronazis, cada vez más abundantes debido al giro victorioso para el Eje que está tomando la guerra). A finales de octubre de 1943, la URSS ha perdido su ruta más directa para recibir suministros aliados durante el invierno, lo que se suma a la pérdida definitiva del ferrocarril del Cáucaso unos meses antes.

  Inmediatamente después de la victoria se organiza un nuevo Grupo de Ejércitos del Norte. El 20 Armee (los veteranos de Laponia) se sitúa entre la costa helada del Mar Blanco y el no menos helado lago Onega, ya apuntando hacia el heladísimo puerto de Arkangelsk (el último puerto del Ártico que les queda a los soviéticos, pero que permanece bloqueado por los hielos durante más de cuatro meses, dependiendo entonces, si acaso, de los rompehielos), mientras el ejército alemán en Noruega se hace cargo de lo poco que quede de la región de Murmansk, que para los alemanes no tiene apenas utilidad. Entre el Onega y el Ladoga, a lo largo del río Svir, se sitúan el 18 Armee y los finlandeses. Entre el Ladoga y el lago Ilmen, el 16 Armee. El muy remozado 11 Armee se sitúa ahora entre el  Ilmen y las fuerzas del Grupo de Ejércitos del Centro (la más al norte de las cuales es el 3 PanzerArmee). Tras la victoria, el grupo de Ejércitos del Norte cederá dos de sus divisiones Panzer y algunas de infantería a otros frentes una vez que estas hayan descansado y hayan sido reequipadas. Caído Leningrado (el antiguo San Petersburgo) y convertido el Báltico en otro lago alemán, el frente ruso del Norte ya es de muy secundaria importancia. De hecho, von Küchler no puede saber aún cuál es el objetivo político al este del lago Onega, ¿hasta qué punto del Este deberán seguir avanzando?




  A primeros de noviembre de 1943, cuando comienzan las bajas temperaturas, llega el momento de que Von Küchler negocie la rendición de lo que queda de Leningrado, que ya no cuenta con posibilidades de reabastecimiento y dentro del cual la resistencia es inútil. Hitler no quiere en absoluto una batalla callejera, pero sí desea rescatar los tesoros artísticos de la ciudad, capturar algo de material bélico (incluida la flota soviética del Báltico, más numerosa que la del Mar Negro) y seleccionar algunos trabajadores útiles de entre los prisioneros. El mismo general Govorov encabeza la delegación soviética. Comunican que dentro de la bolsa contra el helado mar Báltico, sin esperanza alguna de rescate, quedan aún setecientas mil personas, doscientos mil de las cuales están de uniforme. Si se da una rendición formal, los soldados y civiles serán hechos prisioneros y enviados a trabajar a campos y fábricas. Amenazan con el total exterminio en caso de destrucción de los bienes que queden dentro de la antigua San Petersburgo. Para Govorov se da una circunstancia crítica: Moscú ha ordenado que se hunda toda la flota, pero el comandante del frente sabe que eso significará la muerte de todos los soldados. En total, de la flota, pese a las terribles pérdidas sufridas, les quedan dos acorazados (el "Marat" y el "Revolución de Octubre", averiados), dos cruceros, una decena de destructores, unos veinte submarinos y varios buques menores. Govorov intenta convencer a Moscú de que estos buques no tendrían mucho valor en manos de los alemanes si estos pretenden utilizarlos contra la modernísima Royal Navy británica, pero Stalin se mantiene firme: no puede arriesgarse a que los angloamericanos lo acusen de traición en ese aspecto. Govorov, por su parte, se da cuenta de que la moral de los soviéticos está bajo mínimos y decide rebelarse. Contra muchos pronósticos, la resistencia de las tropas del NKVD es escasa y Govorov se impone y firma la entrega de la flota a los nazis, esperando salvar con esto cientos de miles de vidas.

  El 18 de noviembre de 1943 se entregan los soldados rusos y son rápidamente transportados en trenes a las zonas industriales de Europa Central. En total, Hitler ganará otros doscientos mil trabajadores esclavos de entre los soldados, a sumar a los trescientos mil que ya hizo en la campaña del Cáucaso. Dadas las perspectivas de la guerra, los prisioneros rusos son más dóciles que nunca antes: aunque saben que muchos morirán de hambre y enfermedad antes de demostrar que son lo suficientemente útiles para merecer ser alimentados, la perspectiva de la esclavitud les parece aceptable, sobre todo si esperan que la guerra, de todas formas, termine pronto. De los oficiales, casi una quinta parte renegarán y pasarán a las formaciones rusas pro-nazis, dependiendo esto mucho de su origen étnico y sus antecedentes políticos. A algunos pocos, bajo circunstancias especiales, se les permitirá enrolarse en el nuevo ejército colonial francés, siempre interesado en reclutar buenos profesionales de las armas.

   En cuanto a la población civil de Leningrado, los alemanes matarán sobre el terreno a unos cien mil: a los identificados como comunistas y judíos, y a los enfermos en demasiado mal estado para viajar. Todos los demás serán enviados a Polonia, donde se les clasificará utilizando las grandes instalaciones de Auschwitz: doscientos mil rusos demasiado niños, demasiado ancianos y demasiado débiles serán asesinados con gas, hasta que solo queden los que serán utilizados para el trabajo... y durante el invierno morirán bastantes de ellos también por agotamiento, hambre y malos tratos añadidos. Era la forma habitual de deshacerse de los vencidos entre los pueblos de la Antigüedad (aunque éstos no conocían las cámaras de gas, que los nazis consideran una forma de "muerte piadosa"), pero en caso de no haberse aceptado la rendición, toda la ciudad hubiera perecido de hambre. En cuanto a Govorov, Hitler decide recompensarlo por su rebelión incorporándolo a las fuerzas pronazis rusas que comanda su colega el también renegado general Vlasov. Curiosa ironía: hasta finales de 1919 Govorov, entonces un joven oficial de artillería, sirvió en el Ejército Blanco del almirante Kolchak que luchaba contra los bolcheviques.

  Hitler, pendiente en este momento de la gran batalla pendiente contra los angloamericanos en el Golfo Pérsico, no encuentra tiempo para visitar la antigua capital de los zares. Los barrios populares, sin interés artístico ni económico, son incendiados, una vez se descubre que quedan algunos francotiradores en ellos. En cuanto a los buques de la flota, estos son llevados a las instalaciones navales alemanas en Prusia Oriental para su reacondicionamiento, pero se duda de que alguno de los buques grandes pueda ser utilizado antes de que termine la guerra. Sí se sacará más partido de algunos de los buques pequeños (entre ellos, una decena de destructores). El proceso de saqueo de Leningrado durará hasta primeros de 1944, y entonces Hitler sí encontrará un momento para admirar la ciudad fantasma. Decide sobre un plano cuáles edificios podrán quedar en pie para su uso recreativo durante los veranos del Báltico (todo este territorio será entregado a Finlandia, como premio... si bien Finlandia misma será incorporada al Reich al final de la guerra permitiéndosele tan solo cierta autonomía). Lo demás debe ser destruido. Encarga a Goebbels de que se dé difusión a este hecho, como escarmiento de dureza implacable. San Petersburgo no renacerá y Moscú debe resignarse al mismo fin.

  En el plano estratégico, ahora, en el invierno 1943-1944, a la URSS sólo le queda un ferrocarril que lo comunica con el mundo exterior: el transiberiano desde el puerto de Vladivostok, en el Pacífico,… que se sostendrá mientras el Imperio japonés así lo quiera… pero que está helado en invierno. De momento, dada la estación, la flota japonesa no va a intervenir, pero las expectativas a este respecto son funestas para los rusos, porque nadie cree que la neutralidad de Japón en la guerra nazi-soviética se mantenga hasta la primavera.

   Quedan algunas otras rutas marginales de suministros a la URSS: Arkhangelsk (pero sólo durante el verano… y con la Luftwaffe y la Kriegsmarine ahora muy próximas, por lo que resulta un puerto fácil de bloquear) y las largas rutas por carretera de Asia Central desde Persia… que también están amenazadas, pues dependen por completo del enlace de comunicaciones de Teherán (también ferroviario) que los alemanes podrían conquistar en los próximos meses, puesto que ya han ocupado Bakú (y los rusos ocuparon Teherán desde Bakú en agosto de 1941). Existe asimismo una difícil ruta aérea desde Alaska a Siberia Oriental.

   Por tanto, tras la caída de Leningrado, con el cierre de las principales rutas de suministros americanos y la reducción de la población soviética a 120 millones de habitantes (20 de los cuales son musulmanes de Asia Central), el frente ruso ha dejado ya de ser una grave preocupación para los nazis. Para los grandes mariscales, como Manstein o Küchler, solo queda tomar Moscú y alcanzar entonces definitivamente la línea Arkhangelsk-Astrakhan. Eso puede hacerse en el verano de 1944.

  Para entonces el ejército del Eje en el frente ruso contará con seis millones de hombres, de los cuales la mitad ya no serán alemanes: habrá medio millón de musulmanes entre turcos y ex soviéticos, otro medio millón de renegados ex soviéticos de diverso origen entremezclados entre la infantería alemana (como tropa combatiente o no combatiente, pero incluyendo al menos un cuerpo de infantería completo formado por cosacos, rusos y ucranianos), millón y medio de rumanos, italianos, finlandeses, españoles, búlgaros, húngaros, franceses, eslovacos, croatas y otros...… y medio millón de japoneses… porque los japoneses están perdiendo la guerra del Pacífico y sin duda les interesará ahora contribuir a la derrota rusa y conseguir así una conexión directa con el victorioso aliado alemán haciendo uso de las antiguas rutas de transporte soviéticas…. 

  Pero con independencia de estos cálculos para el verano de 1944, la situación para los alemanes es tan buena que, tras la conquista de Bakú, Hitler decide separar uno de sus ejércitos del Frente ruso para que ayude a Rommel en su campaña definitiva contra los angloamericanos, que le exige que sea a finales de noviembre. De nuevo hay esperanzas de lograr el fin de la guerra para la próxima Navidad, en este caso, la de 1943.

  Así pues, en octubre se constituye el 21 Armee, un ejército de montaña que luchará junto al ejército turco del sur, para lo cual se traslada desde el Cáucaso al interior de la República de Turquía, a su frontera oriental. Este ejército de montaña se creará especialmente a partir del 12 Armee, pero incorporará divisiones procedentes de otros ejércitos (sobre todo del 17 Armee y del 20 Armee). A los generales se les ocurre que estará bien que siete divisiones alemanas (de montaña, de infantería o de cazadores) rivalicen con una división de montaña italiana, otra rumana y otra española en las duras condiciones del Kurdistán en el otoño, al norte de Irak. Se le da el mando del nuevo ejército al general Lanz.

  Mientras tanto, el 17 Armee y el 1 Panzerarmee descansan y se reequipan en Bakú, con la idea de emprender la conquista de toda Persia una vez que Rommel haga lo propio con el Golfo Pérsico avanzando por el desierto sirio. Al mismo tiempo, y siempre por si acaso, servirán de reserva al conjunto del Ostheer (ejército alemán del Este). El 12 Armee, un tanto debilitado por las unidades que se han sacado de él para constituir el nuevo 21 Armee, se despliega como defensa costera del Caspio, mientras el general turco Nuri Killigil (antiguo comandante del ejército islámico del Cáucaso de 1918 y hermano del difunto Enver Pashá) y sus instructores alemanes tratan de organizar un ejército de renegados ex soviéticos musulmanes del Cáucaso que también sume la cifra estándar de diez divisiones de infantería y que esté listo para finales de la primavera de 1944, momento a partir del cual el 12 Armee será relevado de su función defensiva y pasará de nuevo a la línea del frente.

  La línea del nuevo frente alemán del Sur estará en la primavera de 1944 en la orilla occidental del bajo Volga y que ya es parte del sector sur de la línea Arkangelsk-Astrakhan. Desde la desembocadura del Volga hasta Stalingrado se quiere organizar un frente defensivo casi por completo no alemán, ya que no se prevén más acciones ofensivas en este sector. De momento, allí se encuentra el ejército turco del norte (el que invadió el Cáucaso, llevado allí después de su gloriosa entrada en Bakú), el 4 Panzerarmee, un ejército rumano… y un cuerpo de ejército español (que se espera que sea ya un pequeño ejército independiente para la primavera del 44). En Stalingrado continúa el temible 6 Armee, que no parece destinado a cumplir solo funciones defensivas.



  Hitler calcula que para cuando llegue –si llega, pues tal vez no sea ya necesaria- la ofensiva final de verano contra Moscú (en el verano de 1944), el 4 Panzerarmee podrá ser sustituido por el 12 Armee, y esta gran fuerza blindada podría incorporarse a la ofensiva en la zona del Don (del Don hacia el Volga Medio), que sería el flanco sur del avance definitivo contra Moscú y la orilla occidental del Volga, contando también con el apoyo del 6 Armee que avanzaría por la orilla del Volga hacia el norte. Para entonces, teóricamente, el ejército de infantería del Cáucaso (renegados ex soviéticos musulmanes, azeríes y de otras etnias) será ya una realidad y se hará cargo de la defensa costera del Caspio.

  Por otra parte, si los japoneses intervienen al producirse el deshielo, en abril de 1944, los alemanes podrán utilizar contra los angloamericanos en Persia no solo al nuevo 21 Armee, sino también la terrible combinación del 1 Panzerarmee y el 17 Armee, los conquistadores del Cáucaso.

  Todo ello, por supuesto, para caso de que la guerra no acabe antes, en la Navidad de 1943. Sin embargo, para la opinión pública alemana que recibe las noticias de la gran victoria de Leningrado en octubre, el que toda la guerra acabe para la Navidad resulta poco creíble por una simple razón: los bombarderos angloamericanos están arrasando Berlín y otras ciudades del corazón de Alemania. No parece que la victoria sea inminente.

  Aunque el dominio aéreo aliado sobre Europa es un duro desprestigio para Hitler, éste piensa, por otra parte, que prolongar un año más la guerra puede ser positivo desde el punto de vista político y estratégico… Puede decir que no hay mal que bien no venga… Sabe que los mariscales del Heer van a volver del frente engreídos de su poder y antes de eso vendría bien que las Waffen-SS ganasen más protagonismo, más prestigio en combate y crecieran un poco, para servirles de contrapeso. A Rommel, a Manstein o a Küchler, Hitler tiene pensado darles dinero, muchas medallas y honores... y quitarlos de en medio cuando antes, reemplazándolos por los hombres de las Waffen-SS.

  Durante la guerra, pues, Hitler puede incrementar su poder de una forma que durante la paz tal vez no sería posible. La prolongación del conflicto le ayudará a finalizar su tarea de adoctrinamiento ideológico a fin de lograr la aniquilación total de las fuerzas que aún pueden hacer sombra al poder nazi. Los generales conservadores del ejército deben ser apartados, por supuesto, pero también debe afianzar su poder frente al mundo de las finanzas y, sobre todo, frente a la Iglesia. Asímismo, parte de esa estrategia política de utilizar la guerra para asentar el régimen hitleriano es la planificación del definitivo exterminio de todos los judíos de Europa. Las necesidades de mano de obra, y particularmente la liberación de los prisioneros franceses en julio de 1942, forzaron a Hitler a retrasar un poco la matanza, pero a finales de 1943 se ha recuperado el tiempo perdido, acabándose por fin con todos los judíos de los ghettos polacos. En este contexto de brutalidad organizada, gloriosa desde el punto de vista de los vencedores, se enmarca el discurso de Heinrich Himmler del 6 de octubre en Posen (antigua ciudad polaca anexionada ya al Reich) ante los jerarcas nazis, incluido el "moderado" Albert Speer. Himmler hace referencia directa al exterminio de los judíos: "La mayor parte de los que ahora estáis aquí sabéis lo que significa cuando yacen 100 cadáveres uno junto a otro, cuando hay 500 o cuando hay 1000. Soportar esto y al mismo tiempo seguir siendo una persona decente -con excepciones debidas a la debilidad humana- nos ha hecho duros, y ése es un capítulo glorioso del que no se ha de hablar y del que no se hablará". En este momento en que la victoria parece ya cercana, el mensaje es claro: ya no hay vuelta atrás, la historia la deciden los vencedores. Quedan aún judíos en otras naciones como Hungría o Bulgaria, y Hitler quiere llegar a ellos.

  Hay un asunto que le hace a Hitler considerar que un desenlace de la guerra en 1944 podría ser inconveniente para sus planes: Francia. Tratando de hacer poco ruido, los astutos petainistas aprovechan las circunstancias de la guerra para fortalecerse. Ya tienen un ejército de cuarenta divisiones, incluido el gran ejército colonial de mercenarios. Sus tanques y sus aviones son ya de mejor calidad que los italianos, y la economía francesa, bien coordinada con la alemana gracias a la buena sintonía entre Speer y el ministro francés Bichelonne, está repuntando, sobre todo a medida que van llegando más materias primas. Hitler no teme el poder militar de Francia (en caso de conflicto, y contando con el seguro apoyo de españoles e italianos, la destrucción definitiva de Francia sería solo un paseo militar), pero sí teme el éxito del modelo político francés: burgués, católico, monárquico, tecnocrático y propenso a llegar a acuerdos con los angloamericanos. Por supuesto, menos todavía le interesaría a Hitler un nazismo francés: lo que le conviene es la debilidad política de Francia. Debido a ello, hay una ventaja en retrasar el fin de la guerra: los italianos y los españoles también se beneficiarán de los éxitos militares y políticos del Eje, de las materias primas y del rearme; y por lo tanto, cada vez serán más fuertes para contrarrestar a los franceses.

  Alargar la guerra serviría también para otra cosa: el incremento del poder aeronaval de Alemania. Las urgencias del frente oriental fuerzan a producir tantos tanques que faltan recursos para la defensa aérea y para los planes de la flota, incluido el portaaviones a medio terminar. Solo en 1944 el "Graf Zeppelin" podría estar listo, a tiempo para mostrar que el poder aeronaval angloamericano también puede ser desafiado (y no mucho después dispondrán de otro portaviones más, el "Weber"). Por lo menos, para el verano de 1944, Hitler quiere hacer una demostración de su creciente poder aeronaval. Sabe que no podrá invadir Inglaterra ese año, pero sí hacer ver que más adelante será capaz de ello, incluso de amenazar el continente sudamericano desde posiciones en África Occidental. Sobre todo una vez que Rusia haya sido vencida y Japón salvado de la derrota.

Ooo

  En esta historia, los nazis conquistan por fin Leningrado al cabo de dos años de asedio. En la realidad, la situación en Leningrado mejoró mucho tras la gran victoria soviética de Stalingrado. Los rusos emprendieron una contraofensiva que les permitió ampliar el perímetro defensivo y utilizar el ferrocarril para abastecer la ciudad, aunque hasta finales de 1943 no lograron levantar el cerco propiamente.

  En esta historia, al no haberse producido la victoria soviética de Stalingrado, las circunstancias en Leningrado en el otoño de 1943 no iban a ser ya tan esperanzadoras. El plan alemán del verano de 1942 era que, una vez conquistado el Cáucaso, le tocaría el turno después a Leningrado. En esta historia alternativa los alemanes se retrasan un año en ejecutar este plan, pero finalmente logran ambos objetivos, dejando para el verano siguiente, en 1944, la ofensiva definitiva contra Moscú, conquistando por fin la línea Arkhangelsk-Astrakhan. La terrible espera del golpe definitivo habría sido bastante desmoralizadora para los combatientes rusos.

  Si los rusos han concentrado, como es lógico, sus mejores recursos, sus reservas, en la defensa del Cáucaso, los alemanes no tendrán muchas dificultades en liquidar el frente Norte ruso. Las posiciones descritas en el Mar Blanco, el río Svir y los lagos Onega, Ladoga e Ilmen quedarían muy próximas también a Arkangelsk y, por tanto, a la famosa línea. Una vez se hundiera Moscú en el siguiente verano, el Grupo de Ejércitos Norte avanzaría un poco más y terminaría la tarea.

  El enfrentamiento ruso-germano fue un espantoso desgaste de vidas y esfuerzo industrial. Tal como ya se ha explicado en otros episodios, los rusos perdían cuatro tanques propios por cada tanque alemán y cinco soldados propios por cada soldado alemán. Tras perder el Cáucaso, con la población reducida a 120 millones (20 de ellos, musulmanes, es decir, de lealtad dudosa) y sin suministros norteamericanos, la Unión Soviética no podía tener esperanzas de victoria enfrentándose a Alemania (80 millones de habitantes), Francia (40), Italia (40), España (25), Rumanía (15), Turquía (20), Hungría (10) y naciones más pequeñas como Bulgaria, Finlandia, Croacia y Eslovaquia. Japón aportaría 90 millones más, pero la aportación realmente decisiva sería la de los renegados ex soviéticos. A finales de 1943, el Ejército Rojo ya no iba a contar con reservas y sus filas comenzarían a clarear.

  Salvar Moscú, al menos, daría una razón para luchar al duro Ejército Rojo tan costosamente puesto en pie tras dos años de espantosa lucha.

  Además, tal como se ha apuntado, la superioridad aérea aliada en 1943 es casi igual de notable en esta historia alternativa como lo fue en la realidad. Esta superioridad aérea no solo tendrá impacto sobre el esfuerzo industrial de Alemania (y Francia) con sus tremendos bombardeos, sino que va a suponer la salvación del ejército angloamericano que por estas fechas de finales de 1943 estaría alcanzando la cifra de cincuenta divisiones armadas y equipadas para enfrentarse, en los frentes periféricos, al abigarrado ejército del Eje: veinte divisiones alemanes, quince italianas, diez egipcias, diez marroquíes, diez turcas y quizá otras diez entre españolas, árabes orientales y las primeras de entre las nuevas divisiones francesas coloniales. Recordemos una vez más que, en la realidad, a finales de 1943 no había más de veinte divisiones angloamericanas enfrentándose a los alemanes (otras veinte divisiones) en el único frente en activo por entonces, que era Italia. 

  El incremento de la fuerza terrestre de los angloamericanos fue gradual y precavida (los soldados tenían que ir al frente convenientemente armados y adiestrados), pero contó con la ventaja de que los alemanes constantemente perdían apoyos de otras nacionalidades, además de verse estorbados en el campo de batalla por la superioridad aeronaval enemiga que les negaba los suministros cuando estos habían de llegar por el mar (en el norte de África). 

  La pérdida de apoyos del Eje en la realidad, siempre relacionada con las expectativas de victoria, la vemos en los franceses que comenzaron intentando rechazar los desembarcos angloamericanos en Marruecos y Argelia y que supusieron después, al cambiar de bando, una valiosa aportación al bando aliado en Italia, mientras que los soldados italianos abandonaron la lucha y hasta Franco retiró su división Azul de Rusia poco después de la debacle italiana. Se seguía fielmente la regla de oro de cualquier conflicto internacional: todo el mundo quiere estar del bando del vencedor.

  En las circunstancias de esta historia, como seguiremos viendo, esta misma regla de oro tendrá consecuencias opuestas: los franceses lucharán del lado del Eje, incluso en un papel ofensivo (pero siempre con soldados voluntarios, coloniales y extranjeros, de acuerdo con la sensibilidad de la población metropolitana), los italianos irán ganando eficacia, los turcos serán la buena infantería de siempre, y tanto los marroquíes (ahora independientes) como los egipcios y otros árabes serán entrenados, equipados y supervisados por los oficiales alemanes, mientras que otras naciones como España y Bulgaria harán también sus aportaciones: es decir, que, por cada nueva división que costosamente los aliados logren armar, los del Eje armarán dos divisiones no alemanas. 

  En el bando aliado, la situación será la contraria: gradualmente, algunas naciones aliadas irán apartándose del conflicto. Veremos más adelante cómo esto sucederá sobre todo entre las naciones del Imperio Británico, cada una de ellas condicionada por sus propias circunstancias sociales, estratégicas e históricas.

  La guerra contra Japón supondrá, además, un terrible peso en el esfuerzo aliado. Con Rommel avanzando hacia el Este, hacia Persia (que en esta época era frontera con la India), el encuentro físico de las tropas alemanas y japonesas no habría tenido nada de posibilidad fantástica.

martes, 13 de mayo de 2014

19. Operación "Husky"”

  Hasta primeros de julio de 1943, tras seis meses de preparación, los aliados occidentales no pueden reunir un ejército lo suficientemente poderoso para lanzar una ofensiva contra las fuerzas del Eje y así intentar aliviar en alguna medida la terrible presión a la que se encuentra sometido el Ejército ruso.

  Los dirigentes norteamericanos se encuentran aún indecisos en lo que se refiere a su estrategia de movilización. Llegan a barajar la idea de movilizar 213 divisiones, en base a su población de casi 140 millones de habitantes. Sobre el papel, estas divisiones ya han sido creadas a finales de 1942, pero en la realidad tendrían que formarse las últimas de ellas a lo largo de 1943, cuando los soldados sean efectivamente reclutados. Sin embargo, Roosevelt se resiste a la idea de reclutar a tantos hombres. Significaría poner en peligro la industria al prescindir de entre cinco y ocho millones más de trabajadores. Roosevelt no olvida que por cada soldado combatiente hacen falta, como mínimo, dos no combatientes en tareas de logística y apoyo. Tendrían que importarse millones de obreros brasileños o mexicanos para sustituirlos en los campos y en las fábricas, y se crearía con ello una extraordinaria alarma social, aparte del evidente coste económico.



  El tema es estudiado a fondo durante la primavera de 1943, pues éste es el límite temporal para decidir cuántos hombres han de ser reclutados y enviados a los campos de entrenamiento, con lo que quedarían perdidos para el sector económico productivo. El debate es muy duro y, finalmente, se decide una solución de compromiso entre las 213 divisiones planeadas inicialmente y las poco más de 90 que proponen los escépticos. El número final tendrá que ser de 120 divisiones. Si cesa la formación de nuevas unidades, es probable que los rusos acusen a los norteamericanos de falta de interés en la continuación de la guerra.

  En febrero de 1943 la batalla de Stalingrado ha terminado mal para los soviéticos, y tampoco parece que los angloamericanos hayan logrado muchos éxitos en sus frentes periféricos africanos: solo han logrado la conquista de las islas Canarias, Dakar y un poco de territorio del sur de Egipto, de poco valor estratégico.

   En base a esta situación, la formación efectiva (reclutamiento) de treinta divisiones más se llevará a cabo, pues, durante la primera mitad de 1943, a la espera de que lleguen más datos sobre expectativas realistas en la guerra. La movilización de treinta divisiones más, aparte de las noventa movilizadas durante 1942, exigirá tomar la severa medida de importar por lo menos dos millones de obreros latinoamericanos más, en su mayoría brasileños y mexicanos, que deberán llegar durante 1943.  Por otra parte, se producirá armamento de infantería para entre cincuenta y cien divisiones más... pero no de norteamericanos. Puesto que la guerra se está librando en África, Roosevelt impulsa la idea de una movilización de infantes africanos, armados e instruidos por norteamericanos. A primeros de 1943 este proceso ha comenzado ya con el ejército etíope del emperador Haile Selassie.

  Todas estas cuestiones son debatidas en la conferencia "Trident" en Washington, en mayo de 1943. Las conclusiones de esta conferencia son menos optimistas que las de las Azores en enero: entonces no se sabía aún cómo iban a acabar los combates en torno a Stalingrado y se respiraba cierto optimismo por la conquista de las islas Canarias y otras posiciones en el oeste de África. En "Trident", sin embargo, los generales comienzan a dudar de si la victoria es posible frente a Alemania y tienen que adoptar soluciones de compromiso entre lo ofensivo y lo defensivo. Con todo, predomina la sensación de que los aliados tienen aún grandes posibilidades, así parecen demostrarlo el dominio aéreo sobre el cielo de Alemania, las victorias sobre los submarinos enemigos en el Atlántico y el constante incremento de la producción de la industria militar norteamericana.



  La realidad es que, considerando que los angloamericanos tienen que mantener, además del frente del Pacífico, otros dos frentes periféricos en el otro extremo que cierra el Mediterráneo al este (Palestina y Sudán), el que finalmente hayan podido reunir un gran ejército ofensivo en contacto con el enemigo de doce divisiones (dos de ellas, blindadas), apoyado por 2.500 aviones y numerosos buques, todo ello en los remotos parajes desérticos del sur de Marruecos, demuestra que los aliados angloamericanos son capaces ya de desencadenar grandes operativos bélicos a una escala aparentemente similar a la de los ejércitos ruso y alemán. Éste será el punto de partida de la ofensiva "Husky", que se ejecutará en julio de 1943.

  La fuerza aliada de "Husky" para África noroccidental está básicamente dividida entre el I ejército británico (general Anderson) y el VII ejército norteamericano (general Clark), teniendo el general norteamericano Eisenhower el mando supremo, igual que ya lo tuvo en la operación "“Torch"”, la exitosa invasión y conquista de las islas Canarias. Los británicos atacarán por tierra, mientras que una fortísima concentración de fuerzas navales y aéreas sostendrá el desembarco al norte de Ifni de las fuerzas americanas.

  El I ejército británico está formado por las divisiones 6 blindada británica, 4, 46 y 78 de infantería británicas, más las divisiones española, portuguesa y francesa aliadas. El VII ejército norteamericano está formado por la 1 división blindada, más la 1, 9, 34 y 45 de infantería. Cuentan con superioridad aérea, naval, artillera y de tanques... pero no con superioridad numérica y sus posibilidades de ser reforzados a corto plazo por más tropas adiestradas y equipadas a un nivel óptimo son escasas, dadas las necesidades de los otros frentes y el tiempo que requiere la expansión y despliegue de los nuevos contingentes angloamericanos. De hecho, en la conferencia "Trident" (mayo) se decide la creación de un nuevo ejército americano en Próximo Oriente, lo cual resta recursos para "Husky". 

  Otro de los problemas de "Husky" es que durante los meses de abril y mayo, sobre todo después de la captura de Chipre por los alemanes en abril (así como debido al cierre del puerto de Aquaba en el Mar Rojo por la acción aeronaval enemiga), fue prioritario reforzar la defensa de Palestina ante la creciente amenaza de Rommel, establecido en Egipto. La gran ventaja del frente africano occidental con respecto a Próximo Oriente es la relativa proximidad a los puertos de Norteamérica, de modo que bajo ningún concepto los jefes aliados conceden la suspensión de los planes ofensivos en el único punto donde se considera que hay posibilidades de éxito. Esto, sin embargo, merma las opciones de la defensa en Próximo Oriente. La derrota de Montgomery y la evacuación de Palestina y Siria, que se producen mientras "Husky" entra en su última fase de preparación, no sorprenden a nadie, y refuerza incluso la determinación de obtener una victoria en África Occidental como compensación.

  Aparte del acoso submarino, eficazmente rechazado por la barrera de naves antisubmarinas aliadas, los del Eje apenas cuentan con unos 500 aviones (en su mayoría alemanes, pero también italianos, franceses y hasta españoles, no todos modernos) para enfrentarse a los invasores, cinco veces más fuertes en el aire. Con tal superioridad de la fuerza aeronaval, Clark logrará desembarcar a partir del 9 de julio sus cien mil hombres con escasas pérdidas en las playas -mal defendidas por la infantería marroquí y española- próximas a Tiznit, al sur de Agadir y al norte de Ifni.



  El plan de Eisenhower es atrapar al “Ejército de Marruecos” que protege los aeródromos de Cabo Juby e Ifni -unas diez divisiones alemanas, españolas y marroquíes- en una pinza, aniquilarlo bajo un diluvio de fuego aéreo y artillero, y después avanzar, como mínimo, hasta el gran puerto de Casablanca.

  Sin embargo, el general Clark no puede hacer suficientes progresos hacia la carretera interior del sur de Marruecos (los del Eje han desarrollado vías de comunicación lejos de la costa, dado el poder naval enemigo) y, en contra de lo deseado, el ejército del Eje, a los dos días del éxito del desembarco aliado, rompe el contacto con los británicos, abandona los codiciados aeródromos y retrocede hacia una línea más al norte, en los montes Atlas.

  Dos semanas después del desembarco, el ejército aliado de doce divisiones (dos ejércitos en realidad: el americano y el británico) se encuentra trescientos kilómetros más al norte del frente inicial pero ante una nueva línea defensiva fortificada. Los aliados están todavía lejos de la terminal ferroviaria enemiga en Marrakech, aunque han alcanzado el pequeño puerto de Agadir (donde hay también un aeródromo) que comienzan a habilitar para que sea su principal base logística. Los del Eje están, en cambio, mucho más cerca de sus vías de suministro (el ferrocarril), cuentan con la formidable barrera defensiva natural de los Altos Atlas y ocupan las regiones más pobladas de Marruecos. El mando directo y efectivo de las tropas del Eje lo ha tomado ahora el mariscal Kesselring, en lugar del general español Yagüe, un militar de infantería que queda ahora al mando de las divisiones del Ejército centradas en resistir en la nueva línea defensiva.

  La concentración de los aliados en el sector al sur del Atlas sumada a la derrota aliada en Próximo Oriente el mes anterior, convence a Kesselring de que puede trasladar la división alemana que defiende el estrecho de Gibraltar (la 327 ID) para reforzar el cuerpo Panzer alemán, pues ya no es de temer una invasión aliada a gran escala en la zona del Estrecho, a la que se añade una división de infantería recién traída de Alemania, la 999 ID. También se puede trasladar más tropas marroquíes y españolas, dejando que sean españoles en su mayoría los que defiendan el norte de Marruecos y el sur de España. De ese modo, de diez divisiones marroquíes ya completamente formadas (aunque no tan bien equipadas) para el mes de agosto, el mando alemán logra situar a ocho de ellas en la línea defensiva del Atlas, dejando una más para la defensa de Casablanca y otra en el Estrecho.



  En teoría, Marruecos, con sus ocho millones de habitantes, puede movilizar hasta quince divisiones regulares de infantería, y no solo diez, pero no hay equipo ni mandos suficientes para ello, y, además, Hitler quiere medio millón de marroquíes como obreros en Europa. España, por su parte, está alcanzando ya un grado de movilización óptimo y puede enviar algunas divisiones de infantería a proteger la costa atlántica marroquí.

  A medida que se prolongue la guerra, las tropas en defensa costera en el Marruecos atlántico (seis divisiones españolas) podrán ir relevando con regularidad a las otras cuatro que se mantienen en la línea defensiva, en contacto con el enemigo y junto con los alemanes y marroquíes.

  De modo que el dispositivo defensivo que a primeros de agosto de 1943 ha organizado el mariscal Kesselring en Marruecos queda del modo siguiente:

  -en la línea del Atlas, en contacto con el enemigo, el Panzerkorps Morokko alemán (general von Arnim) que cuenta con la 28 Panzer, la Panzergranadier (motorizada) “"Hermann Goering", la de infantería 999 y las también divisiones de infantería 15 y 327 (anteriormente en Portugal y anteriormente parte del I Armee que defendía el sudoeste francés, ahora defendido por el nuevo ejército francés petainista). También en la línea del Atlas hay un cuerpo de ejército español (general Barrón) que ha pasado de tres a cuatro divisiones de infantería. Y, por supuesto, la mayoría del ejército marroquí, ocho divisiones, al mando del general francés Juin, con oficiales en un cincuenta por ciento franceses, un veinte por ciento españoles (los españoles no escasean de mandos veteranos formados en su pasada guerra civil) y el resto marroquíes recientemente promovidos (en su mayoría habrían sido formados previamente en la academia colonial francesa de Meknes). En total, diecisiete divisiones, lo que les da superioridad numérica sobre las doce de los aliados. Para mayor seguridad, los franceses han situado como reserva un cuerpo de tres o cuatro divisiones al Este de la línea del Atlas, en Argelia, formado por parte de su nuevo ejército colonial (una quinta parte de cuya tropa son mercenarios ex prisioneros de guerra soviéticos).

  -en la zona costera de Marruecos, desde la línea del Atlas (Agadir, en poder de los aliados) hasta la zona del Estrecho, seis divisiones españolas de infantería, desplegadas, de sur a norte, en Mogador, Safi, Mazagán, Casablanca, Rabat y Larache, más una división marroquí en Casablanca, y entre cien mil y doscientos mil hombres dentro de unidades de defensa costera irregular marroquí, armados con fusiles, en su mayoría militantes de partidos nacionalistas marroquíes, todos leales al Sultán y dispuestos a defender la recién ganada independencia.

  -en la zona del Estrecho marroquí, una división de Marruecos en Tánger, y sendas divisiones españolas en Ceuta y Tetuán. Toda la costa del Estrecho está defendida por la artillería italiana (se trata de buena parte de la artillería de costa italiana que tras el cierre del Mediterráneo ha sido trasladada al Atlántico) así como por la amenaza de la flota alemana que se reparte en los diversos puertos de la zona, incluyendo entre sus unidades a los cruceros de batalla "Scharnhorst" y "Gneisenau" (estarían de regreso tras su participación en la operación anfibia del Eje en el Mediterráneo oriental durante el mes de junio de 1943).

  Aunque Franco tiene que enfrentarse a las inevitables quejas de sus subordinados acerca de la intromisión alemana en los asuntos militares y económicos de España, el apoyo del Régimen español al nazismo es todavía muy fuerte. Kesselring es cuidadoso con las formas y, por encima de todo, Franco sabe que no gana nada enemistándose con los alemanes, ya que con ello podrían favorecerse los intereses de los italianos y franceses (o hasta de los marroquíes) que disputan todavía los límites de los correspondientes ámbitos de influencia coloniales en la zona. Franco sabe que, puesto que carece de la industria francesa o incluso la italiana, solo puede ofrecer la supuesta bravura y buena disposición de sus soldados. Los dirigentes españoles, en general, saben que ser los más fieles aliados de Hitler solo puede favorecerles, de modo que entre españoles y alemanes rara vez se dan los tensos regateos habituales en las relaciones francogermanas o incluso italogermanas.

  El ejército español ya alcanza a finales de 1943 el objetivo de expansión que se había fijado en junio de 1942. En total, se trata de casi un millón de hombres repartidos en cincuenta divisiones (algo menor que el ejército de Franco en 1939…, al final de la guerra civil, que había sido reclutado solo en los dos tercios de España que dominaba el bando nacionalista y que sumaba sesenta divisiones). De estas cincuenta divisiones, dos están luchando en Rusia, cuatro en la línea del Atlas, seis defienden la costa marroquí, diez la zona del Estrecho (Marruecos y España), doce ocupan Portugal y otras doce la costa norte española. Las restantes se están entrenando bajo supervisión de instructores alemanes para incorporarse a más campañas exteriores (Rusia y África) y mientras tanto constituyen una fuerza de reserva. Hay, además, cientos de pilotos españoles volando en aviones alemanes y entrenándose para hacerlo más adelante (a la espera de que la anticuada aviación española reciba aviones modernos de fabricación alemana), e incluso hay algunos tripulantes españoles en los submarinos de la Kriegsmarine (que en el verano de 1943 están, por cierto, pasando por una mala racha, sufriendo muchas pérdidas). Franco también ha conseguido reponer las bajas sufridas en Canarias al incorporar cincuenta mil jóvenes portugueses al ejército español. De estos, solo diez mil son voluntarios, todos los demás (cuarenta mil reclutas) se reparten de forma diversa entre la tropa española (son reclutas forzosos muy poco entusiastas y que despiertan poca confianza). En las divisiones en contacto con el enemigo no suelen ser más de un portugués por cada treinta soldados. En las divisiones de defensa costera pueden ser uno de cada diez (normalmente, no en servicio de armas).

   La ocupación de Portugal ya exige menos vigilancia, pues el breve periodo de insurgencia del invierno parece haber remitido, tanto en Portugal como en el resto de España (insurgencia antifranquista española)

  A finales de julio de 1943, Eisenhower comprende que, de momento, no podrán avanzar más en Marruecos. Ya hay cinco divisiones alemanas en línea, la defensa costera se ha reforzado, lo que haría poco viable un nuevo asalto anfibio de flanqueo, y el terreno no ayuda. Por encima de todo, están en inferioridad numérica... y también en inferioridad táctica.

  Aparte de las cinco divisiones alemanas, que suman setenta mil hombres, hay en la línea del Atlas otros tantos soldados españoles y quizá cien mil marroquíes. La superioridad del armamento aliado (incluidos los aviones) es inútil en un entorno natural que favorece mucho la defensa y ante un enemigo tenaz, bien organizado y con moral alta.

  Se ha avanzado terreno, pero se han hecho pocos prisioneros y ninguna ganancia estratégica de valor, mientras que en el otro extremo de la periferia mediterránea Rommel ha conquistado Jerusalén y Damasco, y logrado que Turquía declare la guerra, cuando menos, a los rusos. Obviamente, Agadir e Ifni no valen lo que Jerusalén y Damasco.

  Lo peor de todo es que los del Eje han emprendido otra nueva ofensiva de verano contra los soviéticos. No sería sorprendente que los alemanes logren de nuevo avanzar. Y esta vez el premio buscado es la conquista de todo el Cáucaso. No solo se apoderarían del petróleo y cortarían el ferrocarril que abastece a los rusos de suministros americanos… sino que también amenazarían Persia.

  La guerra, pues, lleva trazas de eternizarse. Es una guerra de desgaste, de capacidad industrial y de progreso tecnológico. Una perspectiva que para Hitler puede ayudar a endurecer más aún su ideal de una Alemania guerrera, sacrificada y dominadora.

   Estados Unidos y Gran Bretaña, por su parte, necesitan mucho tiempo para armar y entrenar a sus divisiones a fin de mandarlas al frente con garantías de éxito y no verse sometidos a porcentajes insoportables de bajas (tipo Primera Guerra Mundial... o Frente Ruso). En cambio, los alemanes están armando ligeramente a españoles, marroquíes y egipcios, y enviándolos rápidamente al frente como carne de cañón. Un recurso del cual los angloamericanos no disponen...

  Eisenhower viaja a Washington a primeros de agosto de 1943 (sale de Marruecos el 7) para conferenciar de nuevo con las más altas autoridades políticas... pero antes se reunirá con el general Marshall, el máximo jefe militar norteamericano. El encuentro tiene lugar el 10 de agosto y a la larga se considerará decisivo. Ese mismo día el gobierno australiano decide retirar la última división de infantería que mantenía luchando en Próximo Oriente.

  Ambos militares norteamericanos, inteligentes y sensatos, cuentan los recursos de los que disponen. Saben que Roosevelt va a preguntarles si la guerra se puede ganar. Y cuándo se podrá ganar.











Los generales norteamericanos Eisenhower y Marshall

 
   Eisenhower piensa que la guerra podrá ganarse cuando los Estados Unidos pongan en juego todos sus recursos humanos e industriales. Y eso no será hasta el verano de 1944. A partir de ese momento sí se podrá ganar.

  Marshall piensa que para esa fecha los alemanes habrán movilizado mayores recursos todavía, mientras que los norteamericanos están limitados al número de ciento veinte divisiones (parte de las cuales tienen que luchar contra Japón).

  Salvo que estalle un enfrentamiento entre los rufianes que integran su banda (Petain contra Franco, Mussolini contra Hitler, los árabes contra los turcos…...), Hitler podrá poner en pie, en adelante, dos divisiones no alemanas por cada nueva división angloamericana. Las ciento veinte divisiones estadounidenses no estarán del todo equipadas, entrenadas y transportadas hasta finales de 1945...

  Y los rusos se están desangrando. A primeros de agosto de 1943 está claro que los alemanes van a conquistar todo el Cáucaso al término de su nueva gran ofensiva de verano, "Zitadelle". En el Cáucaso están siendo recibidos como libertadores por los pueblos turcomanos que lo habitan (¡más tropas para el Eje!). Hitler ahora tiene tanto petróleo como el que desee consumir (aunque le queda extraerlo, refinarlo, transportarlo y distribuirlo).  Y todos los obreros que quiera emplear. El general Marshall concluye amargamente que, en esas condiciones, los aliados no pueden ganar la guerra y así se lo explica al muy decepcionado Eisenhower.

  Para finales de 1943 podrán poner en contacto con el enemigo un máximo de cuarenta divisiones angloamericanas, más alguna pequeña cosa más (españoles o franceses libres, etíopes...). Y en cuanto a las tropas que han logrado el pequeño éxito de "Husky", las mejores divisiones y los mejores hombres tendrán que ser transferidos cuanto antes al Golfo Pérsico, para evitar que, una vez llegue el mal tiempo en Rusia, Rommel, reforzado, conquiste el puerto de Basora y liquide con ello la presencia aliada en Asia en conjunción con los japoneses. El frente de Marruecos pasará a estático, y los aliados adoptaran allí una actitud defensiva a la espera de tiempos mejores...

  Pero ambos generales comprenden que no pueden decirle eso a Roosevelt.

  Por un motivo en particular: Marshall y Eisenhower saben que el pueblo norteamericano desea por encima de todo la victoria sobre Japón. Y esa victoria sí es posible. Ahora bien: si Estados Unidos abandona a Rusia, entonces Stalin volverá a pactar con Hitler, ahora como vasallo, aceptando las condiciones que el Führer le imponga. Y entre esas condiciones estará que Alemania pueda usar las comunicaciones del Estado ruso que llegan hasta Vladivostok, en el Pacífico. Entonces Alemania podrá apoyar a Japón directamente y evitar su derrota.

  Por lo tanto, Estados Unidos y el Imperio Británico deben seguir luchando contra Alemania a fin de que los rusos no se rindan. No antes de que Japón sea totalmente derrotado. Que al final igualmente los soviéticos se pierdan, en el fondo no sería tan lamentable. Menos todavía después de las siniestras revelaciones de Katyn.

   Otra opción sería pactar con Alemania contra Japón. Hitler es capaz de traicionar a cualquiera (salvo quizá a Italia), nadie lo duda... pero un pacto estadounidense con Hitler supondría una indignidad política que Roosevelt jamás admitiría. O, por lo menos, no tan pronto. No antes de que la opinión pública se resigne a ello... Las encuestas de opinión pública que maneja Marshall dicen que, tras la derrota en Próximo Oriente (Jerusalén y Damasco), un 50 % de la población norteamericana es partidaria de firmar la paz con los alemanes. Era ya un 40 % tras el cierre del Mediterráneo y la invasión del Mar Negro por la flota del Eje.

  En cualquier caso, debe cesar la movilización de divisiones. Ciento veinte divisiones es el límite, y, de hecho, Marshall duda de que más de la mitad de éstas lleguen a combatir porque probablemente la guerra contra Alemania tendrá que acabar en el verano de 1944, antes de las elecciones presidenciales. Y para derrotar a Japón no van a necesitar tantas.

Ooo

  ¿En qué momento habrían visto los generales norteamericanos que la guerra no podía ganarse, que se eternizaría en el mejor de los casos, dada la situación presentada en esta historia alternativa?

  Sabemos, por testimonios ampliamente difundidos (aparece en las "Memorias" de Churchill), que en la realidad del verano de 1942, después de la caída de Tobruk, no faltaban autoridades norteamericanas que veían imposible de ganar la guerra contra Alemania (hay datos estadísticos de que en ese momento un tercio de los norteamericanos apoyaban buscar la paz con Hitler: sondeo de a mediados de 1942 por la Oficina de Información de Guerra, en "Se desataron todos los infiernos", de Max Hastings, capítulo 16 -USNA "State Department Survey" RG59). La gran victoria británica de El Alamein, conocida a primeros de noviembre en el mundo entero, afirmó la opinión contraria. El desastre alemán de Stalingrado, conocido en el mundo a primeros de febrero de 1943, ya convenció a todos.

  Si tras Tobruk, en la realidad, el 30 % de la opinión pública norteamericana favorecía firmar la paz con Hitler, en esta historia, tras el cierre del Mediterráneo, la invasión del Mar Negro y la adhesión a los designios del Eje de España, Egipto, Francia y Turquía (aunque los turcos se mantuviesen aún neutrales, y aunque los franceses solo declarasen la guerra a los rusos), sería inevitable que la opinión pública partidaria de la paz con Hitler se incrementase, por lo menos, hasta el 40 %.

  A partir de ese momento, el principal empeño de Roosevelt y Churchill sería dar confianza a los pueblos de sus respectivos países con el argumento de que los éxitos momentáneos del enemigo iban a ser contestados enérgicamente por la creciente fuerza ofensiva de los aliados. Los noticieros cinematográficos, la prensa y la radio informarían día a día del extraordinario incremento de la producción en la industria bélica y de que cientos de miles de jóvenes animosos, perfectamente pertrechados, se formaban como parte de un futuro gran ejército aliado ofensivo dispuesto a invadir Europa. Sin embargo, en esta historia se ha mencionado cuál era la limitación real de la movilización de tropas por parte de los Estados Unidos, y esta limitación exigía que los soviéticos siguieran luchando, pues en número de hombres, los del Eje superaban la capacidad conjunta tanto del gigante norteamericano como del gigantesco Imperio Británico. Eran gigantes en muchas cosas, sí... pero no en su capacidad para la lucha terrestre. Cien divisiones lograron reunir en 1945, en la realidad (poco más de la mitad de todas las que solo los alemanes contaban en el momento de invadir Rusia en 1941). Si para entonces, en esta historia, no ha habido grandes derrotas alemanas y los soviéticos se han rendido, los angloamericanos no tendrán ninguna posibilidad de victoria en Europa.

  En la realidad de 1942, para Churchill lo más importante en El Alamein era ganar una gran batalla, obtener una victoria clara, algo que se intentó y no se logró un año antes en la operación Crusader, que fue una victoria británica momentánea sobre Rommel (debida sobre todo a que la fuerza aeronaval británica logró cortar los suministros del Eje que llegaban por mar). En El Alamein sí fue una victoria inequívoca y de consecuencias de largo alcance (victoria en la que, por supuesto, la interceptación de los suministros del Eje que llegaban por mar desde Italia también jugó un papel fundamental).

  Acertada o equivocadamente, el mismo primer ministro británico había ayudado a crear la leyenda de Rommel, y aunque, en la realidad, esta leyenda dio buenos frutos a los británicos -ya que finalmente Rommel fue derrotado, primero en El Alamein y, después, definitivamente, en Túnez-, en esta historia alternativa, Rommel, ya dueño de Egipto, queda al mando de fuerzas mucho más poderosas y en una posición estratégica mucho más ventajosa, lo que incrementa el temor que producirá a los aliados. Rommel sería visto como invencible. Conquistador de Egipto, Conquistador de Jerusalén.

 Antes de eso, en esta historia alternativa, la conquista de las islas Canarias por los aliados a finales de 1942, aunque no supusiera un trofeo demasiado espectacular, sí alentaría en cierta medida a la opinión pública en el sentido de que tal vez la guerra sí podía ganarse. Mientras hubiera victorias, no habría que abandonar. Por eso, después del triunfo en las Canarias es preciso continuar atacando en algún punto donde la victoria sea posible. Recordemos que el "Torch" de la realidad se hizo contra el punto más vulnerable (la Francia neutral) a fin de que fuese posible una victoria a escaso coste para unas tropas inexpertas. A partir de ahí, muy poco a poco, y concentrando todos sus recursos, los angloamericanos fueron incrementando la presión... mientras los rusos lograban las victorias realmente importantes durante todo el año 1943 (Stalingrado, Kursk, reconquista de Ucrania...)

  Sin embargo, hacia el verano de 1943, en esta historia alternativa, ¿habrían dispuesto los aliados angloamericanos de recursos suficientes para obtener más victorias?, ¿y habrían dispuesto de recursos para defender Jerusalén y Damasco, con el Mediterráneo en poder del enemigo?

  Sabemos que los recursos que en la realidad se emplearon en la operación "Husky" (conquista de Sicilia en julio 1943) eran todo lo que tenían (no había más, de momento) porque en noviembre los aliados fueron incapaces de salvar a los británicos que ocuparon el Dodecaneso (más de cuatro mil soldados británicos fueron hechos prisioneros), ni mucho menos a los italianos que se rebelaron entonces contra los alemanes en otras islas griegas. El que los alemanes triunfaran en la reconquista de estas islas pese a la abrumadora supremacía aeronaval aliada, ya demuestra los límites del esfuerzo de quienes en julio habían ganado en Sicilia. Y, para muchos, el éxito en Sicilia se debió no tanto a la abrumadora superioridad del material aliado, sino a la falta de entusiasmo de los defensores italianos. En Salerno, ya en el continente europeo, en septiembre de 1943, los alemanes estuvieron a punto de rechazar hacia el mar a los angloamericanos, cosa que se impidió también gracias al poderoso fuego aeronaval aliado.  Y una vez más, lo más seguro es que, de todas maneras, sí hubieran podido conseguir rechazar a los aliados de haber contado con el apoyo de las tropas italianas.

  Y no hemos de olvidar que Sicilia, primero, y Salerno, después, eran los únicos frentes en los que luchaban los angloamericanos contra los alemanes. No tenían otro frente abierto, de modo que podían concentrar en estos (primero en Sicilia, después en Salerno) lo mejor que tenían (mejores tropas, potencia de fuego, fuerza aérea) y con ello incrementar sus posibilidades de éxito. Cuando se añadió un esfuerzo adicional simultáneo en el Dodecaneso, fracasaron. Ni soñar con desembarcos en Francia o Noruega en esa época...

  En total, a finales de 1943 los angloamericanos tenían apenas veinte divisiones en contacto con el enemigo alemán (solo seis estadounidenses). En esta historia habrían necesitado contar con el triple para cubrir los frentes de Marruecos, del Golfo Pérsico, de Sudán y del Mar Rojo. Sabemos que, en cierto modo, sí disponían de esas divisiones, que en su mayoría se estaban preparando entonces para la invasión del norte de Europa (Normandía, a primeros de junio de 1944)... pero de haber tenido que ponerlas todas en liza a la vez, no solo les habrían escaseado los recursos, de los que eran en extremo dependientes (mucho fuego de artillería, mucho apoyo aéreo), sino que también les habría escaseado el personal suficientemente adiestrado. Todos los especialistas aceptan que de haberse intentado el desembarco en Normandía en el verano de 1943 éste hubiera acabado en fracaso o desastre (sin embargo, la mera amenaza fue muy útil para los rusos, que pudieron así triunfar en su Guerra Patria debido a la inferioridad numérica del enemigo, que tenía que defender preventivamente Francia).

  En esta historia alternativa, pues, ya es conservador suponer que una operación como "“Husky"” (en Marruecos, y no en Sicilia) logra tener al menos un éxito parcial, pero la barrera geográfica de los montes Atlas habría sido inmediatamente aprovechada por los alemanes. Un ejército aliado de unas doce divisiones, aun contando con una gran superioridad aérea, nunca hubiera podido rebasar una defensa en las montañas de cinco divisiones alemanas, otras tantas españolas y quizá el doble número de marroquíes. Una comparación valiosa en este sentido sería considerar cómo en la batalla de Gazala de junio de 1942, en la realidad, a Rommel le bastaron tres divisiones alemanas, más los italianos, para derrotar al 8 ejército británico, con seis divisiones completas y gran número de unidades adicionales tipo brigada; y en esa época, los británicos no tenían más tropas en contacto con el enemigo que el 8 ejército (excepto en Asia ante los japoneses).

  También en la realidad, la línea "Gustav", casi formada solo por tropas alemanas (un máximo de veinte divisiones), mantuvo detenidos a los aliados entre Nápoles y Roma desde septiembre de 1943 a junio de 1944... en un momento en el que los angloamericanos no tenían más frente activo en Europa que éste y por lo tanto podían concentrar en él toda su fuerza. De ese modo, en la historia que estamos contando, la línea del Atlas es impensable que los aliados pudiesen superarla nunca, ya que los angloamericanos tienen que mantener al mismo tiempo otros dos frentes en la periferia del Mediterráneo. Y los alemanes pueden mantenerse en el Atlas con muchas menos tropas propias de las que necesitaron en Italia, pues a su lado lucharía la eficiente infantería marroquí y española (y puede incluso que el ejército colonial francés... que en la realidad estuvo del lado de los aliados).

  Las fuerzas aliadas enumeradas en este episodio de la historia son las que por esa época estaban disponibles para el combate, descontadas las que habrían sido necesarias en los frentes del Próximo Oriente y Sudán. Con el handicap añadido de que en la realidad no luchaban todas a la vez (muchas de las que lucharon en Túnez y El Alamein no lucharon en Italia... ni tampoco en otra parte) y que, además, no habrían contado con la experiencia ganada en combate en la campaña de Túnez (de noviembre 1942 a mayo 1943). El único triunfo americano con el que hubiesen podido contar en esta historia hubiera sido la conquista de las Canarias y de algunos enclaves de la costa africana al sur de Marruecos. Entonces se verá que el incremento de la fuerza aliada no puede alcanzar nunca el incremento de la fuerza del Eje. Y que de correr el riesgo y hacer un esfuerzo aún mayor los costes humanos habrían sido insoportables para una nación que iba a las elecciones presidenciales en noviembre de 1944.  

martes, 6 de mayo de 2014

18. Rommel invade Asia





   Con el deshielo, finaliza gradualmente la campaña rusa del invierno 1942-1943. Dos meses después de que el mariscal von Manstein haya logrado romper el cerco al que ha sido sometido el 6 Armee en Stalingrado, este último, gracias al reabastecimiento, vuelve a ser una formidable fuerza de combate, y han llegado más tropas y más tanques para cubrir las pérdidas alemanas mientras que los soviéticos han agotado su fuerza ofensiva. Los restos del 62 ejército soviético han cruzado el Volga todavía helado a finales de febrero de 1943, abandonando las ruinas donde resistían. Los alemanes ocupan lo que queda de la ciudad a orillas del gran río y los rusos se resguardan al otro lado de éste. Toda la ciudad de Stalingrado (incluyendo las grandes fábricas) queda en poder de los invasores.

  El reposo de la primavera permite que la Wehrmacht se reorganice para la campaña de verano. Las fábricas de Alemania, aunque comienzan a estar sometidas a una terrible e inesperada presión por parte de los enjambres de cuatrimotores de bombardeo aéreo aliados, siguen produciendo tanques y cañones destinados al combate decisivo de la segunda guerra mundial: la guerra nazi contra el comunismo soviético. Las divisiones Panzer del Frente del Este son reequipadas con nuevas unidades, y las divisiones motorizadas reciben ahora el nombre de divisiones "“Panzergranadier"”. Durante la primavera se crean dos divisiones Panzer completamente nuevas, las 28 y 29,… pero éstas son enviadas a los frentes periféricos de África y no a Rusia. Más adelante se creará la división Panzer número 30… que en el verano de 1943 se destinará a la defensa de la costa norte de Francia, la zona del canal. Sin embargo, aunque los frentes periféricos exigen el envío sobre todo de nuevas unidades móviles alemanas, la fuerza de las divisiones del frente ruso también sigue incrementándose, tanto por el reequipamiento como con la formación de nuevas unidades no alemanas.

  En el otro bando, el relativo fracaso de la contraofensiva soviética de invierno anima a más ex ciudadanos soviéticos a renegar y unirse a las fuerzas invasoras como auxiliares. Entre los ex ciudadanos soviéticos de origen musulmán o báltico, los renegados aumentan de forma espectacular. Por otra parte, la actividad partisana en la zona eslava ocupada no decrece de forma significativa, pero los alemanes, para evitar los daños en sus transportes terrestres dentro de Rusia, desvían todos los suministros que pueden a los puertos del Mar Negro, donde el único peligro son las incursiones esporádicas de la aviación soviética.

  Tampoco es que el desánimo haya cundido entre los rusos y que su asombrosa capacidad industrial se vea mermada. Al fin y al cabo, la campaña de invierno desatada por el Ejército Rojo sobre todo a partir del 19 de noviembre de 1942 (“Operación "Urano"”), ha recuperado algunos territorios (las tierras del Don, el interior del Cáucaso), destruido centenares de tanques alemanes y durante un mes completo cercado a todo un ejército alemán en Stalingrado, y dos ejércitos rumanos y uno italiano han sido desbaratados (aunque durante la primavera lograrán reconstituirse). La propaganda soviética explota estos hechos y encubre otros (la ciudad de Stalingrado, totalmente arruinada, quedó en manos del enemigo, interrumpiéndose la navegación del Volga), de modo que, aunque Stalin y sus generales comienzan a inquietarse por la falta de avances decisivos y el gravísimo desgaste, la moral del pueblo soviético no se ha visto afectada de forma irreversible.

  Es conforme a los planes de Hitler el que ya en marzo lleguen noticias de nuevos intentos rusos de negociación. Hitler anima a que se abran los canales disponibles de diálogo, sobre todo en Suecia (por supuesto, todo esto es en el mayor secreto). Le favorece esta perspectiva, pues significa que los rusos no atacarán durante la primavera en la esperanza de una salida negociada (Stalin probablemente espera conseguir un trato no mucho peor que el de Brest-Littovsk que Lenin aceptó en 1918).



  En verde, los territorios que Lenin cedió a Alemania para poner fin a la participación rusa en la primera guerra mundial, según el tratado de Brest-Litovsk, firmado el 3 de marzo de 1918. Se incluye toda Ucrania y el Báltico. 


  Además, interesa a los nazis que los angloamericanos conozcan la capacidad de los rusos para la traición, y el pronunciado descenso de la violencia en los combates durante este periodo levantará sospechas a este respecto (aparte de las filtraciones intencionadas por parte de la inteligencia nazi). Hitler sabe que Stalin, por su parte, es el que considera traidores a los angloamericanos, pues sus campañas de finales de 1942 han resultado insignificantes a la hora de aliviar la presión que sufre el Ejército Rojo.

  El nivel de bajas alemanas irrecuperables” desciende, durante los meses de marzo, abril, mayo y junio de 1943, a una cifra en torno a los veinte mil mensuales. Eso permite incrementar el número de la tropa, pues cada mes unos cincuenta mil jóvenes alemanes cumplen dieciocho años, quedando disponibles para incorporarse a las fuerzas armadas (los soviéticos, por su parte, disponen de un poco más del doble de esto, debido a que su población de jóvenes en edad militar es proporcionalmente mayor... pero sus pérdidas mensuales son mucho peores, del orden de doscientas mil bajas irrecuperables al mes incluso en los meses más tranquilos; cuentan sin embargo con grandes reservas de hombres de mayor edad empleados en la industria y el campo). A estos nuevos reclutas alemanes se añaden los contingentes no alemanes, siempre en aumento mientras no falten victorias de los ejércitos del Eje.

  El 6 de marzo de 1943 Hitler recibe una magnífica noticia: la rendición de los últimos doce mil defensores británicos de la fortaleza de Gibraltar, después de pasar nueve meses malviviendo como ratas dentro de sus cuevas y túneles mientras los artilleros y aviadores alemanes y españoles se entretenían haciendo prácticas de tiro rutinarias sobre cualquier rasgo sospechoso de la superficie de la roca.

                                       Gibraltar durante la segunda guerra mundial

  Y a primeros de abril de 1943, Hitler recibe otra buena noticia más: se confirma que las fosas descubiertas en Katyn (Rusia ocupada) revelan una atroz matanza de oficiales del ejército polaco que fueron hechos prisioneros por los soviéticos en 1939 y asesinados un año más tarde. Este descubrimiento será difundido de forma tal que deja pocas dudas de lo realmente acontecido.



Los alemanes dan a conocer al mundo entero el hallazgo de los restos de la matanza de oficiales polacos prisioneros por los soviéticos en Katyn


   La opinión pública británica y norteamericana (donde hay fuertes minorías polacas) no dejará de darse cuenta de al lado de qué clase de aliados están luchando. Después de que a partir de noviembre y diciembre de 1942 los aliados hayan hecho públicas terribles informaciones sobre las matanzas de judíos las novedades de Katyn son muy convenientes como compensación.

  Ahora, Hitler tiene que planificar la gran campaña de verano de 1943. Es posible, de nuevo, que la guerra acabe para Navidad, pero uno ya no puede fiarse de tales estimaciones y por eso tampoco son convenientes en la propaganda. En lugar de ello se establecen planes estratégicos a largo plazo, lo cual exige una cuidadosa planificación industrial para satisfacer las exigencias de material. A Hitler esto no le disgusta demasiado: una guerra un poco más larga permitirá que el nazismo imponga a toda la población alemana una cultura guerrera y consolidará el poder del partido tanto en la sociedad civil como en el Ejército.

  La principal deficiencia del aparato bélico del Eje es la fuerza aérea: la campaña de bombardeos aliados demuestra que la Luftwaffe ha perdido mucho terreno, y aunque éste puede recuperarse, eso no podrá ser ya en 1943. Los planes de relanzamiento de la industria aeronáutica del Eje (que incluye también a Francia, no solo a Italia) no darán fruto por lo menos hasta el verano de 1944, ya que será entonces cuando entren en juego los nuevos recursos económicos conquistados en el verano de 1942: el carbón, el petróleo y el trigo del Mar Negro, la deslocalización de fábricas en la zona del Mediterráneo para evitar los efectos de los bombardeos, las mejoras en la producción de alimentos y, sobre todo, la abundancia de mano de obra gracias a la incorporación de los pueblos mediterráneos (y a una cada vez mayor docilidad de los hombres y mujeres del Este de Europa).

  Eso asegura la victoria, cuando menos, para el año crítico de 1944, el año en cuyo mes de noviembre tienen que realizarse, sin aplazamiento posible, las elecciones presidenciales de los Estados Unidos. Lo prudente, pues, es hacer planes tanto para la victoria a finales de 1943 como para el año siguiente... incluso para más tarde. No faltan oficiales de Estado Mayor para trazar planes...

   De momento, dada la escasez de fuerzas aéreas del Eje en comparación con el potencial aliado, la única forma de desencadenar ofensivas terrestres exitosas es que la concentración de poder aéreo del Eje siga realizándose en forma sucesiva, de uno a otro frente. Y que se acepte la vulnerabilidad de las ciudades alemanes a los bombardeos aéreos enemigos por falta de una defensa de caza adecuada...

  El primero de todos en atacar tiene que ser Rommel. El mariscal de Egipto va a cumplir ya un año en el Delta, mucho más tiempo del que esperaba permanecer allí cuando conquistó el territorio en junio de 1942. No tuvo demasiadas dificultades en rechazar la atrevida ofensiva del 8 ejército británico en Suez en octubre y noviembre, pero ahora se trata de que sea él el que cruce el canal e invada Asia. Por eso, a partir de abril comienza a recibir refuerzos aéreos, más tanques y algunos soldados especialistas. La nueva división Panzer, la 29, no está destinada, sin embargo, a la conquista de Próximo Oriente, sino que se la asigna al gran ejército italiano-egipcio que ha de conquistar el Sudan y alcanzar las posesiones italianas perdidas en 1941. Está claro para los italianos que, de momento, necesitan una división Panzer de refuerzo para formar la punta de lanza de su progresión hacia el sur que trata de recuperar su Imperio en África Oriental. El no disponer de ella les supuso la derrota al producirse la contraofensiva aliada del Ejército del Sudán, en octubre pasado.

  Rommel, en su PanzerArmeeAfrika, cuenta con las mismas divisiones que tenía en junio del año anterior: las divisiones Panzer 15, 21, 22 y 23, más cuatro divisiones Panzergranadier alemanas, que son las antiguas 90, 28 y 164, más la nueva 334, con sus pequeñas dotaciones de blindados (muchos de ellos tanques enemigos capturados), a las que se añade un batallón especial de tanques pesados "Tigre", el SPA 504. Dadas las características de la guerra que va a hacerse en Asia es preciso que todas las divisiones alemanas sean de ese tipo, lo cual supone otra exigencia especial de aprovisionarse de un valioso material que aún es escaso. El PAA no cuenta ya con soldados italianos, sino que ha sustituido la infantería italiana por infantería egipcia (y estos cuentan con mucho menos vehículos, por supuesto). Para el momento de la ofensiva, el día 4 de junio de 1943, los alemanes habrán estado entrenando a los soldados egipcios a lo largo de un año completo. Y estos reclutas arden en deseos de liberar a sus hermanos árabes de Palestina, conquistar Jerusalén y Damasco (¡y La Meca!),… así como colaborar con los nazis en el exterminio de los detestados colonos judíos de Palestina.


                     El prestigio de Rommel infunde por sí mismo gran temor a los aliados


  Tras cuidadoso examen, Rommel elige a tres divisiones egipcias de infantería para la ofensiva. No necesita más. Todas las demás divisiones egipcias quedarán para la defensa de la costa del Mar Rojo (para el dudoso caso de un ataque anfibio británico en esa zona) o se unirán a los italianos en su marcha Nilo arriba. Rommel es un magnífico formador de hombres y entre estos pequeños árabes sabe también encontrar al buen soldado, suboficial y jefe, una libertad que nunca tuvo con los italianos. Es Rommel el que decide, por ejemplo, que el joven oficial Nasser, de apenas 25 años de edad, sea puesto al mando de un regimiento. Tales ascensos de jóvenes oficiales son promovidos a discreción por los alemanes que supervisan las nuevas unidades egipcias.

  A las cuatro divisiones Panzer alemanas, las cuatro Panzergranadier y las muy seleccionadas tres divisiones egipcias, en la ofensiva se le sumará a Rommel el cuerpo anfibio germano-italiano (dos divisiones italianas y una alemana), victorioso del Mar Negro y de Stalingrado, y una división completa de paracaidistas. Pero, sobre todo, se le sumará una reforzada flota aérea de la Luftwaffe y toda la fuerza naval italiana con algunos buques alemanes. El factor naval será también muy importante desde el punto de vista logístico: Rommel va a ser abastecido en su avance a lo largo de la costa oriental del Mediterráneo por más de un centenar de Motozattere italianas, capaces cada una de transportar entre cincuenta y cien toneladas de material hasta la misma playa. En tierra, cuenta con un gran número de camiones alemanes e italianos, más cientos de camiones británicos capturados de la campaña del año anterior. Para la ruptura del frente, el paso inicial del canal, Rommel también utilizará muchas piezas de artillería italianas de gran calibre.

  Toda la gran operación de cruce del canal e invasión de Asia se verá precedida por otra ofensiva parcial en el Mediterráneo Oriental. Será a primeros de marzo de 1943 cuando Hitler de su aprobación a este plan adicional del general Jodl para favorecer la victoria de Rommel. El plan consiste en hacer uso del cuerpo anfibio germano-italiano para tomar la isla de Chipre. Dada la proximidad de la gran isla a la costa siria, con su conquista se creará una nueva amenaza contra las posiciones aliadas en Próximo Oriente. Además, tendrá el gran valor político de afianzar el interés turco en unirse a Alemania, pues Hitler puede fácilmente entregar la isla a los turcos una vez estos se adhieran al Eje.



  La operación no parece difícil. Desde luego, será mucho más fácil que la trágica conquista de Creta en mayo de 1941. A mediados de abril de 1943, la Luftwaffe ya se ha instalado en los aeródromos de Rodas y Escarpantos, y el cuerpo anfibio (que ha tenido dos meses para reponerse de su participación en la lucha en torno a Stalingrado) se ha trasladado del Mar Negro al Egeo. La Royal Navy carece de medios para interceptar el asalto, la RAF puede hacer más, pero no lo suficiente.

  El 25 de abril de 1943, la flota germano-italiana desencadena un diluvio de fuego sobre las apacibles costas del oeste de Chipre, mientras la Luftwaffe bombardea los aeródromos y un millar de paracaidistas alemanes e italianos contribuyen a sembrar el caos entre los defensores, en su mayoría integrantes de la décima división india (una fuerza, por tanto, más débil que la que defendía Creta en mayo de 1941); en esta ocasión, los paracaidistas usan una táctica diferente a la de Creta: caen de noche con la función primordial no tanto de ejecutar una acción de conquista -más bien a cargo de las tropas anfibias- sino para crear confusión en la retaguardia del enemigo y tomar algunos puntos estratégicos; con ello logran minimizar las pérdidas. Al cabo de tres días, el general en jefe aliado en Próximo Oriente, el británico Alexander, ordena el repliegue y los alemanes se adueñan de la isla sin haber sufrido más que unos pocas decenas de muertos y la pérdida de unos cincuenta aviones. Inmediatamente, los alemanes hacen ver que son los amigos de la minoría turca, los enemigos de los grecochipriotas y los exterminadores de la pequeña colonia judía. La isla es guarnecida con algunas tropas alemanas, pero sobre todo con italianos, mientras los soldados combatientes victoriosos se preparan para su siguiente campaña, cuyo objetivo nadie duda que serán ya las tierras de Próximo Oriente.

  Con una amenaza tan próxima en Chipre, Alexander tiene que reforzar el 9 ejército que defiende las costas de Palestina y Siria. Y ya nadie duda de que Turquía entrará en la guerra, solo cabe preguntarse si lo harán antes, después o al mismo tiempo que Rommel ataque desde Egipto. El presidente turco, de momento, sigue haciendo gestiones para una paz negociada que excluya a los soviéticos: él sigue sin querer combatir a los ingleses ni a los norteamericanos…

  Durante todo el mes de mayo, protegidos por la aviación germano-italiana, van llegando a los puertos de Egipto, sobre todo al gran puerto de Alejandría, los recursos necesarios para la gran ofensiva a través del canal. Sin olvidar tampoco el detalle de que cada barco que retorna a Europa no va de vacío: transporta miles de pobres trabajadores egipcios a los que se ofrece empleo en la Europa nazi.

  También los italianos se preparan para su propia ofensiva Nilo arriba. Han situado la élite de su aviación con ellos y cuentan con la 29 división Panzer para abrirles camino.

  En el otro bando, el general Alexander apremia a Londres ante la catástrofe que se le viene encima: mientras Churchill y Roosevelt planean "“Husky”", la gran operación ofensiva contra Marruecos, no se está dando la importancia debida a la amenaza de Rommel.

  Lo que Alexander no sabe es que, tras la caída de Gibraltar en marzo, y de Chipre en abril, ni siquiera Churchill considera viable la defensa de Palestina y Siria. Los aliados no tienen, de momento, recursos suficientes para mantener tres frentes tan distantes (Marruecos, Próximo Oriente y Sudán, sin contar la guerra contra Japón).

  Con el incremento de la fuerza aeronaval del Eje en la zona de Suez y Hurghada, el abastecimiento del 8 ejército del general Montgomery por el puerto de Aquaba, en el Mar Rojo, es ya imposible debido a su vulnerabilidad a los ataques aéreos y las minas (más las acciones de pequeñas unidades navales del Eje procedentes de Suez y Hurghada), lo que lo hace depender de las largas vías procedentes del lejano Golfo Pérsico. Churchill admite ahora lo que no admitió un año atrás, cuando el predecesor de Alexander, el general Auchinleck, sugirió que el 8 ejército se retirara a Egipto tras destruir el puerto de Tobruk: el equivalente a hacer lo mismo ahora sería abandonar Jerusalén y Damasco, y fortificarse en Irak y el Golfo Pérsico. Allí, contando con puertos conectados con el Océano Índico, sí se podría crear una buena defensa, al tiempo que retener los campos petrolíferos y, lo más importante de todo, mantener las vías de suministros a los rusos. Así pues, se impone para los aliados un plan de contingencia muy previsible que no sería otra cosa que una "retirada estratégica". Solo puede salvarse el Mediterráneo oriental si Rommel es detenido al cruzar el canal de Suez, de lo contrario, el dominio marítimo del Eje hará imparable su avance por la costa.

  Atacar, por supuesto, hay que atacar en alguna parte, pero los jefes aliados estiman que solo en Marruecos se dan las condiciones adecuadas por las relativas facilidades logísticas que ofrecen las posiciones aliadas en el Atlántico.

  Aunque no se le comunica a Alexander, la decisión de los estrategas angloamericanos ha sido tomada a primeros de mayo de 1943 (mientras les cae encima la catástrofe política del descubrimiento de las fosas de Katyn): los ejércitos británicos 8 y 9 en Palestina y Siria deben causar al enemigo el mayor daño posible y retirarse en orden en cuanto se detecte un riesgo claro de ser copados. No hay que dar “el todo por el todo” en el Mediterráneo oriental: lo que hay que hacer es acumular recursos en el Golfo Pérsico, ya que, aparentemente, el tiempo favorece a los aliados, dado el constante incremento de su industria militar, tal como parece demostrar el éxito de la gran ofensiva de bombardeo aéreo sobre Alemania, en el curso de la cual los daños a las ciudades alemanas son cada vez mayores.

  En total, Alexander tiene a sus órdenes cuatro ejércitos aliados:

  El más importante de todos es el 8 ejército británico, al mando del concienzudo general Montgomery. Es la tropa escogida. Cuenta con tres divisiones blindadas, las mismas que hicieron la ofensiva de Suez en octubre y noviembre pasados: las 8 y 10 divisiones blindadas británicas y la 2 blindada norteamericana, todas armadas con modernos tanques norteamericanos "Sherman". Cuenta también con cinco divisiones de infantería, todas valiosas: los escoceses de la 51 división, la 44 Home Counties, la 9 australiana, la veterana 4 división anglo-india y la única aportación reciente: la 1 división británica aerotransportada. Tienen más tanques y cañones que los alemanes, pero ya no la supremacía aérea, dado el incremento apabullante de la Luftwaffe en los aeródromos del Delta en las últimas semanas de mayo. Los británicos han construido fortificaciones y defensas de todo tipo… pero saben que se enfrentan a Rommel y, además, a un peligro adicional: el que el cuerpo anfibio desembarque a su espalda, en la zona de Palestina, quizá entre Gaza y Haifa. ¿O tal vez en Siria, desde Chipre? Y siempre queda la amenaza turca en la frontera siria...

    Para prevenir la amenaza en la costa y el norte en la medida de lo posible se encuentra desplegado en las costas de Palestina y Siria el ejército 9 británico, al mando del general Wilson. Pero esta fuerza se enfrenta a tantas amenazas que, aunque su contingente ha sido reforzado en las últimas semanas, sus posibilidades no son grandes. Sobre todo por la inexperiencia de muchas unidades y porque el mejor material se le ha asignado al 8 ejército de Montgomery. En total, el general Wilson cuenta con siete divisiones para el 9 ejército británico: dos divisiones canadienses inexpertas (la 1 de infantería y la 1 brigada blindada, expandida a nivel de división por las circunstancias de urgencia) en la frontera turca para caso de que los taimados turcos, que no cesan de armarse y prepararse, acaben lanzándose al encuentro de Rommel desde la frontera siria, o para caso de que el cuerpo anfibio desembarque en la costa siria desde Chipre; dos divisiones polacas, los supervivientes de los campos siberianos de Stalin, que odian tanto a los nazis como a los aliados rusos (una división de infantería polaca se ha situado junto a los canadienses en la frontera sirio-turca y la división blindada polaca, que cuenta con bastante personal británico, está situada en Palestina, cerca de la costa: en caso de desembarco enemigo tendrán que abalanzarse sobre la cabeza de playa);  la mejor división aliada de todas en este ejército, la neozelandesa, que defiende el puerto de Haifa; la 6 división india, que defiende Gaza (es la retaguardia del 8 ejército británico), y, finalmente, la división israelí (cuya formación se decidió una vez que ha quedado claro que de los árabes de Próximo Oriente los británicos ya no pueden esperar nada), que defiende Jerusalén y ejerce una dura vigilancia y acción antipartisana contra los numerosos simpatizantes de los nazis entre los árabes. Los británicos saben que los del Eje cuentan con más de cincuenta buques artillados para apoyar cualquier operación costera y un centenar de buques de desembarco que pueden aprovisionar a las fuerzas del Eje directamente en las playas. Por tanto, si los alemanes cruzan el canal, será poco lo que pueda hacerse.

    Más al este, el 10 ejército británico, al mando del general Quinan, defiende Persia: los alemanes están muy cerca, en el Cáucaso, y los turcos están al otro lado de las montañas. Pero las fuerzas de Quinan son escasas: la 56 británica de infantería, otra división polaca de infantería muy pobremente equipada y las divisiones 8 y 10 indias de infantería (la 10, evacuada recientemente de Chipre, está escasa de material y desorganizada) más la 31 blindada india. Sus equipos son los peores de todos. En realidad, si son atacados por un contingente fuerte y decidido, aunque sea turco, se hundirían. Y los persas tampoco simpatizan con los aliados mucho más que los árabes.

  La última pieza del complejo defensivo de Alexander es el Ejército del Sudán que manda el general Godwin-Austen. Son las mismas divisiones que atacaron en octubre de 1942 (la 5 división  británica, la 3 americana, la 1 sudafricana, la 5 india, más dos divisiones africanas), pero a ellos se han sumado una división británica adicional (la 1 británica de infantería, llegada en el mes de marzo de 1943) y dos divisiones del ejército etíope, armado y entrenado por los aliados (se espera disponer de más divisiones etíopes en el futuro próximo: los aliados quieren utilizar a los etíopes como los alemanes hacen con los egipcios). Godwin-Austen ahora se enfrenta a un Panzerkorps alemán (formado por la 29 Panzer, más la división blindada Ariete italiana y una división egipcia motorizada), una docena de divisiones italianas y tres o cuatro egipcias… Una superioridad numérica abrumadora.

  Pero a pesar de los ruegos de Alexander, los angloamericanos concentrarán una fuerza mayor en la operación ofensiva "Husky"”, que por motivos logísticos no se podrá ejecutar hasta julio de 1943, es decir, varias semanas después de que Rommel, previsiblemente, haga su ofensiva.

  Para la operación ofensiva "“Husky"”, los aliados concentrarán seis divisiones norteamericanas formando el 7 ejército. De estas seis divisiones, cuatro habrían tomado parte en “Torch” (la 1 blindada y las 1, 9 y 34 de infantería) y a ellas se habrían añadido otras dos: la 82 aerotransportada y la 45 de infantería; los británicos del 1 ejército harán uso de las divisiones 6 blindada, y las 4, 46 y 78 de infantería; a estas se sumarían las divisiones de infantería portuguesa, española y francesa. La portuguesa está formada en un tercio por portugueses de Ultramar (la mayoría africanos) y en otro tercio por voluntarios brasileños, y aparte ha tenido que ser completada con un regimiento norteamericano; la española, formada en dos tercios por exiliados antifranquistas procedentes de América latina y el tercio restante con renegados del ejército franquista que fueron hechos prisioneros durante la conquista de las islas Canarias, más un pequeño contingente de nuevos reclutas isleños y algunos voluntarios hispanoamericanos; la francesa es un poco más pequeña -diez mil hombres- y está formada en un tercio por franceses antifascistas y en los dos tercios restantes por tropas coloniales (senegaleses y otros voluntarios procedentes de diversos países de África negra).

  En total, para “Husky” los angloamericanos concentran trece divisiones para enfrentarse a las nueve del “Ejército de Marruecos” que defiende la primera línea al sur de Marruecos. La razón por la que Eisenhower considera más importante Marruecos es la ventaja logística, pues “solo” hay que cruzar el Atlántico para abastecerlas desde Estados Unidos y Gran Bretaña. Además, en su avance por Marruecos contarán siempre con el apoyo de la superioridad naval y de los aeródromos de las Canarias y Madeira, lo que les da más posibilidades de victoria.

  En Próximo Oriente, el apoyo naval solo pueden tenerlos los del Eje, ya que el Mediterráneo está cerrado y a la Royal Navy ya apenas les queda nada en sus bases navales de Haifa y Beirut (algún destructor, algún submarino... bloqueados por campos de minas) y existe también una gran dificultad para abastecer a los ejércitos 8, 9 y 10. Los suministros llegan, en su mayoría, desde el Golfo Pérsico por el ferrocarril que lo une con el Mediterráneo. El puerto de Aquaba, al fondo del golfo del mismo nombre, al norte del Mar Rojo, ha quedado inutilizable a partir de abril de 1943, al aumentar la actividad aeronaval del Eje desde la zona de Suez (ataques aéreos, minas, lanchas torpederas y pequeños submarinos que los alemanes e italianos han transportado por ferrocarril de Alejandría a Suez). En Sudán, los italianos van a avanzar por el Nilo, aprovechando la vía fluvial y el ferrocarril egipcio, mientras que los suministros llegan a los aliados por el puerto de Port Sudan, en el Mar Rojo, un tanto lejano.

  Para detener a Rommel y al nuevo ejército italiano, los aliados solo pueden confiar en su supremacía aérea. Pero la ofensiva “Husky”, para tener éxito, requiere una concentración de hasta tres mil aviones entre cazas y bombarderos. Alexander logra que Eisenhower se conforme con dos mil quinientos, y de ese modo logra aumentarse en quinientos más la fuerza aérea aliada en Sudan y Próximo Oriente. En total, para junio de 1943, Eisenhower tiene dos mil quinientos aviones (sin contar los de transporte) concentrándose ya para “Husky”, al sur de Marruecos, y Alexander cuenta con mil quinientos para defenderse de Rommel, de los cuales un millar están concentrados en la zona más próxima al Canal, por donde deben bloquear el intento de cruce.

   El mando aliado se encuentra en una grave situación en mayo de 1943. La conferencia "Trident" que ha tenido lugar en Washington, con Roosevelt, Churchill y todos los mandos militares importantes, ha acabado en un caos de confusión entre las concepciones defensivas y ofensivas. La solución de compromiso (defender Palestina y atacar Marruecos) supone someter a un esfuerzo insoportable la capacidad logística de distribución de recursos. Nadie se atreve a confesar la posibilidad de un desastre si se fracasa en la defensa de Palestina y en el ataque a Marruecos.

  Por su parte, durante los meses de abril y mayo, la fuerza aérea del Eje se ha concentrado en el Delta y en Chipre de forma efectiva. El día 4 de junio de 1943, cuando Rommel inicia la ofensiva, dispone de dos mil aviones (mil quinientos alemanes y quinientos italianos) para apoyar el cruce del canal. Otros quinientos aviones italianos apoyan al “Ejército de Egipto en el Nilo” que comanda el general italiano Messe.

  Rommel sabe que debe confiar enteramente en sus tropas durante el asalto y que éste no puede tomar a la sorpresa al 8 ejército británico de Montgomery. Solo una gran potencia de fuego puede permitirle el cruce, pero a la tarde del día 4 de junio ya tiene su cabeza de puente un poco al norte de Ismailía, al otro lado, bajo un diluvio de fuego de más de un millar de piezas de artillería y ataques aéreos incesantes. Los combates persistirán durante los días 5, 6, 7 y 8 de junio, sin que ceda la tenaz resistencia británica, pero la barrera de artillería antitanque alemana es efectiva y los contraataques de los “Shermans” y los “Grants” no logran expulsar a las tropas alemanas que han cruzado el canal. El terreno es también propicio para los nuevos tanques pesados alemanes "Tigre".



  El día 9 de junio, la flota del Eje (alemana, francesa e italiana) llega hasta Gaza, desde Egipto y desde Chipre (donde han recogido a parte del contingente anfibio empleado en la invasión del mes de abril), y aunque sufre graves pérdidas por los ataques aéreos, logra hacer desembarcar y apoyar con su poderosa artillería naval a las tres divisiones de asalto: la división alemana “Seelöwe” y las italianas “San Marco” y “Nettuno”, las mismas que desembarcaron el año anterior en el Mar Negro, las mismas que lucharon en Stalingrado y las mismas que conquistaron Chipre, pero ahora mucho mejor equipadas y entrenadas. Siguiendo también el modelo de Chipre, un regimiento de paracaidistas se lanza por la noche en la costa palestina. Una vez han llegado a tierra, los infantes de marina nazis y fascistas expulsan con facilidad a la 6 división india y hacen estallar la sublevación árabe en todo Próximo Oriente. El ejército turco se moviliza casi en estado de guerra. De hecho, tropas turcas comienzan a desembarcar en Chipre, relevando a algunos batallones alemanes e italianos que ahora están dispuestos para asaltar Siria en apoyo de Rommel, una vez éste comience a avanzar.

  Alexander, que ya ha sido informado de las amargas directivas secretas del alto mando aliado, ordena entonces a Montgomery y a su 8 ejército que retrocedan, con lo que, prácticamente se da por perdido Próximo Oriente. Al fin y al cabo, se le ordenó resistir, pero no exponerse al desastre: si Rommel ha cruzado el canal con sus tanques y los anfibios nazi-fascistas han desembarcado con éxito, ya no queda más que hacer...

  El día 11, el 8 ejército comienza su repliegue hacia Haifa-Jerusalén, donde se unirá a los efectivos del 9 ejército y a los refuerzos que están llegando.

  El día 13, el PanzerArmeeAfrika enlaza con el cuerpo anfibio en Gaza. Entonces es rebautizado como “PanzerArmeeAsien”, manteniendo el acrónimo PAA.

  Aunque el puerto de Gaza no es utilizable, los transportes anfibios abastecen perfectamente a los hombres de Rommel.

  El día 15 de junio, el PAA reanuda su ofensiva apoyado desde el mar por los cañones de la flota del Eje, mientras algunos contingentes procedentes de Chipre desembarcan en la costa siria manteniendo escaramuzas con los canadienses en retirada.

   El día 16 el PAA toma Haifa, tras un duro combate contra la división neozelandesa (el último realmente fuerte en la campaña). Haifa es la principal base naval británica.

  Rommel solo necesitará tres días para organizar la ofensiva final desde Haifa, mientras unidades anfibias relativamente menores capturan el puerto sirio de Latakia en medio del entusiasmo de los nacionalistas árabes.

   El 19 el PAA envía un cuerpo de ejército, con los egipcios, contra Jerusalén, defendido por unidades del 8 ejército en retirada y, por supuesto, por la división israelí, pero al día siguiente Rommel avanza con un cuerpo Panzer completamente alemán (con él en persona al frente) por el norte de Palestina, supera las montañas y amenaza Damasco, defendida por polacos, indios y canadienses.

  La lucha en Damasco solo durará un día y el 22, Rommel entra en la capital siria aclamado por las multitudes.

  Ya la retirada británica es general y se cubre con constantes ataques aéreos contra las fuerzas de Rommel que avanzan. En su retirada, los aliados lo destruyen todo, especialmente la peligrosa vía férrea que une la costa del Mediterráneo y el interior de Turquía con el Golfo Pérsico. Saben, sin embargo, que en dos o tres meses los alemanes la habrán reconstruido.

  El 25 de junio, Beirut se rinde sin lucha al cuerpo anfibio, capturándose la última base naval de la Royal Navy en el Mediterráneo que, de todas formas, hacía meses que era inoperante.

  El 28, tras reorganizarse en Damasco, Rommel avanza por el norte de Siria casi sin oposición y alcanza la frontera turca. Los turcos siguen siendo neutrales solo dos días más.

  El día 30, el presidente turco Inonu declara la guerra a los soviéticos… pero todavía no a los angloamericanos, imitando en esto a los franceses el año anterior.

  Toda la costa del Mediterráneo está ahora en manos del Eje.

  El 5 de julio de 1943, una vez que la aviación italiana ha dejado de cooperar en el avance del PAA en Próximo Oriente, se inicia la ofensiva del “Ejército de Egipto” en el Nilo, en dirección a Khartum. Dos días más tarde, Eisenhower lanzará “"Husky”" contra el sur de Marruecos. Y hasta el 22 de julio no caerá Jerusalén, defendida por los israelíes.

  En realidad, a partir del día 28 de junio, una vez ha alcanzado la frontera siria, Rommel sabe que tiene que tomar una actitud defensiva, aunque logre hacer creer a los británicos que va a perseguirlos hasta el Golfo Pérsico. De los dos mil aviones que ha utilizado en su ofensiva para cruzar el canal, ha perdido quinientos en combate. Otros trescientos aviones italianos han pasado al Nilo para apoyar la ofensiva italiana y nada menos que mil aviones alemanes vuelan ya, por encima de Turquía, hacia los aeródromos del Cáucaso occidental para tomar parte en la gran ofensiva “Ciudadela”, la ofensiva de verano en Rusia de 1943. Contando los reemplazos, a Rommel solo le quedan quinientos aviones para defender el terreno conquistado. De inmediato, pasa de contar con una pequeña superioridad aérea para el ataque a encontrarse en una situación de grave inferioridad para la defensa, una vez más.

  Pero eso es suficiente, porque ha propinado una buena tunda al enemigo que nadie espera que intente contraatacar. Y aunque lo intente, Rommel puede perfectamente refugiarse en el puerto de Beirut, en el de Haifa o en el de Latakia, contando con el control absoluto del mar Mediterráneo, la misma estrategia que usaron ya los alemanes en el Mar Negro, cuando la gran contraofensiva rusa. Además, cuenta con el apoyo de los árabes.

  Sus bajas han sido altas, sobre todo en los primeros días del cruce del canal. Los anfibios han sufrido también mucho en su desembarco bajo fuego aéreo enemigo y en las operaciones menores posteriores.

  Rommel ha perdido la mitad de sus tanques (aunque muchos pueden repararse) y de sus cien mil soldados alemanes, nada menos que siete mil han muerto y veinte mil han resultado heridos de consideración. Los egipcios se han portado bien, y han tenido tres mil muertos de entre cincuenta mil hombres. En cuanto a los anfibios, de cuarenta mil, han muerto nada menos que cinco mil (la mitad, alemanes). Se calcula que hasta la caída de Jerusalén han perecido otros cinco mil combatientes árabes no egipcios. También la Marina del Eje ha tenido más de dos mil muertos por los ataques aéreos aliados.

  No se han hecho muchos prisioneros, que suele ser el principal trofeo de los vencedores. Unos diez mil, entre indios, canadienses, polacos, británicos y estadounidenses… Pero, eso sí, Montgomery ha perdido casi todos sus tanques en la retirada. Los "Sherman" han sido derrotados.

  Con la ofensiva “"Ciudadela"” a punto de comenzar en Rusia, Rommel se lo tiene que tomar tranquilamente tras una victoria tan costosa. Elige Damasco como su nuevo cuartel general (mucho menos lujoso que el que tenía en El Cairo), allí se dedica a ordenar la defensa en caso de una improbable contraofensiva aliada desde el Golfo Pérsico, y a preparar la que podría ser la campaña definitiva de la guerra: el avance sobre el Golfo Pérsico antes de Navidad, una vez el invierno vuelva a paralizar el frente ruso y puedan enviársele de nuevo los recursos necesarios.

  Hasta entonces tiene mucho que hacer. Tiene que reponer las bajas sufridas, reparar los tanques averiados, hacerse cargo del botín dejado por el enemigo en su retirada, preparar los puertos y ferrocarriles capturados para el nuevo avance,… y organizar más tropas árabes.

  Instalado, pues, en Damasco, durante el mes de julio y agosto de 1943, Rommel se desentiende de las matanzas de judíos en Palestina. Los árabes pronazis, que desde hace décadas odian a los colonos judíos, son organizados por los SS para llevar a cabo un exterminio generalizado. Todos los judíos que no huyeron a tiempo son degollados por los guerrilleros árabes. En Líbano, los cristianos son fácilmente amedrentados, igual que sucedió en Egipto. El gran caudillo musulmán del momento, el muftí de Jerusalen, Amin el Husseini, ha desencadenado un entusiasmo vengador entre los árabes musulmanes.

  A Rommel le interesan más las cuestiones militares. Para la campaña contra el golfo Pérsico (la conquista de Bagdad), quiere tener a punto un ejército egipcio completo. Así, al joven coronel Nasser, que se ha comportado brillantemente en el Sinaí, se le asciende a general y se le otorga el mando de una división. Pero Rommel también quiere convertir a los guerrilleros de Palestina y Siria en soldados. Planea crear, al menos, cinco divisiones árabes para el mes de noviembre, cuando se supone que podrá atacar hacia el Golfo. Una división palestina, dos sirias, otra de Transjordania y otra libanesa. También se le ofrece desde Túnez otra división de infantería árabe. Puesto que los soldados egipcios han causado una buena impresión en Próximo Oriente (disciplinados, bien organizados, a la alemana, con un equipo suficiente), no será difícil que los palestinos, libaneses y sirios se presenten voluntarios para liberar Bagdad y La Meca.

  Ooo

  Los episodios de verano de 1943 suponen el giro decisivo de esta historia. Es difícil refutar que Rommel podría haber conquistado Egipto en junio de 1942 si en enero Hitler hubiera tomado la decisión de dar prioridad a este objetivo, pero parece más fácil la objeción de que el desarrollo de los recursos militares aliados para el verano de 1943 hubiera impedido ulteriores avances del Eje en la costa del Mediterráneo oriental. 

  En la realidad, vemos que los recursos ofensivos angloamericanos de 1943 eran bastante limitados, y dependían por completo de la ventaja del poder aeronaval. 

  Así, los angloamericanos no lograron conquistar Túnez hasta el mes de mayo, y esto fue gracias a que pudieron, gracias a su poder aeronaval, cortar los abastecimientos al ejército germanoitaliano (es interesante resaltar que ni siquiera fueron capaces de establecer la superioridad aérea en Túnez hasta marzo, pese a que estaban allí ya desde noviembre). 
  
  En julio hacen “"Husky"”, el gran desembarco en Sicilia, con diez divisiones, tres mil barcos y tres mil aviones de combate. Sicilia es una isla y, por tanto, la ventaja naval es también importante al dificultar la llegada de refuerzos a través del estrecho de Messina…. Para algunos comentaristas, los aliados habrían fracasado en Sicilia si los italianos hubieran resistido con mayor tenacidad (además, los alemanes ya habían perdido recursos insustituibles en los desastres de Stalingrado y Túnez, y también tenían que mantener ocupada toda Francia, costa mediterránea incluida, y los Balcanes, donde temían un desembarco).

  En septiembre de 1943, los aliados desembarcan en Salerno, ya en el continente europeo (península italiana), donde salen del atolladero gracias también al poder aeronaval (a la superioridad aérea se suma el apoyo de la numerosa artillería naval) y después se atascan, liberando Nápoles pero quedando inmovilizados mucho antes de llegar a Roma (que no liberaron hasta junio del año siguiente). En este momento, ya hay muy pocos italianos luchando del lado alemán. 

  Dos meses más tarde, la operación aliada en el Dodecaneso acaba en un tremendo fracaso porque los aliados cuentan con los recursos justos para Italia… pero no para ninguna otra operación. Los aliados también abandonan a los soldados italianos que en este momento han cambiado de bando y se enfrentan a los alemanes en otros puntos de los Balcanes. 

  Claramente esto revela que la fuerza efectiva de los angloamericanos era extraordinariamente limitada durante este año 1943, lejos aún de la gran capacidad que demostrarían durante 1944. A finales de 1943, solo nueve divisiones estadounidenses habían entrado en combate contra los alemanes y, de hecho, solo seis continuaban haciéndolo en el frente italiano, el único en el que combatían. Para entonces, los soviéticos ya habían liberado toda Ucrania.

  En esta historia alternativa, el Mediterráneo está cerrado, luego el éxito de Túnez es imposible (solo la conquista de las Canarias es posible), y el “Husky” alternativo necesita, para tener algún éxito, una ingente concentración de poder aeronaval. En tal caso, ¿en qué situación quedan los otros dos frentes angloamericanos más al este (Palestina y Sudán), consecuencia ellos también del cierre del Mediterráneo? 

  En la realidad, sabemos que los angloamericanos solo podían tener éxito si se concentraban en un solo escenario (primero Túnez, después Sicilia, después Salerno). En esta historia alternativa, el cierre del Mediterráneo les obliga a dispersarse, y tienen que cubrir, aparte de “Husky” (sur de Marruecos, con el apoyo de la aviación aliada en las Canarias), un frente al sur de Egipto (Sudán) y otro al este de Egipto (Próximo Oriente). ¿Cómo hubieran podido contar con recursos suficientes para tantos frentes en esta época?

  Las unidades aliadas mencionadas en este episodio estaban todas movilizadas pero no todas combatieron al mismo tiempo en la realidad. Así, en el “Husky real” (Sicilia) divisiones veteranas de Túnez (campaña finalizada en mayo) como la 4 británica o la 34 americana no participaron en la campaña del mes de julio. Descansaron y ahorraron recursos. Y no pudieron hacer nada para salvar a los británicos atrapados en Leros por los alemanes. Tampoco las divisiones polacas intervinieron aún, y solo una de las canadienses. 

  En esta historia alternativa, los angloamericanos tienen que extender al máximo sus recursos. En lugar de concentrar tres mil aviones de combate para invadir Sicilia (y nada más) tienen que sacar de algún lado cuatro mil aviones, de los cuales no pueden llegar a tres mil los que utilicen en la ofensiva del sur de Marruecos. Y es imposible que todas sus fuerzas, ahora más numerosas, estén plenamente equipadas al nivel en que lo estuvieron en realidad en la invasión de Sicilia (más hombres, pero menos recursos en proporción). En total, los angloamericanos de la línea alternativa tienen que contar con treinta divisiones listas para combatir, en lugar de diez, en julio, como fue en la realidad (solo fueron veinte en el acto final en Túnez, en mayo, tras medio año de gradual concentración). Tienen que cubrir larguísimas rutas marítimas hasta Marruecos, Sudan y el Golfo Pérsico. Tienen que equipar a los españoles republicanos, a los etíopes, a los israelíes… y al Ejército Rojo soviético que se haya en una situación angustiosa. Y Estados Unidos tiene que ganar a Japón, una prioridad para la opinión pública norteamericana.

  Ni siquiera cuentan con el ejército francés (solo una división, si acaso), que lucha en el otro lado (en la realidad, a primeros de 1943, el ejército colonial ex-petainista era diez veces mayor que las fuerzas de De Gaulle; y eran tres divisiones en combate a mediados de año: marroquí, argelina y "Francia Libre"). 

  Los italianos, por su parte, seguirán sin ser muy buenos soldados, pero cuentan con una moral alta, han reducido su ejército de tamaño, lo que les permite concentrar recursos en la ofensiva,… y algo han tenido que aprender tras dos años luchando al lado de los alemanes. 

  En cuanto a los egipcios, si los alemanes los han equipado, entrenado y supervisado durante un año entero, no pueden ser soldados inútiles. 

  Marroquíes y españoles eran buena infantería, sobre todo si tienen que combatir en un terreno como las montañas del sur de Marruecos. 

  Y en el mejor de los casos, persiste la amenaza turca en la frontera siria. Y sería inevitable que el nacionalismo árabe diera problemas a los aliados en Próximo Oriente.

  ¿Cuáles son los factores favorables a los aliados en 1943 que iban a seguir contando incluso en este escenario alternativo con el Mediterráneo cerrado? 

  El poder aéreo sería uno de ellos, por supuesto. Pero sabemos que, pese a que los británicos arrasaron Hamburgo en julio de 1943, eso no impidió que, cuando menos al inicio de la ofensiva “Ciudadela” en Rusia (Kursk), los alemanes fueran aún capaces de reunir cierta superioridad aérea para la ocasión. Y ahora contarían con más aviones italianos y con la aviación francesa (una pequeña ayuda, de momento). Rommel sabría explotar esta concentración aérea en una campaña rápida.

  Otro factor a favor de los aliados son las posibilidades defensivas en el Sinaí. Un general como Montgomery crearía una defensa profunda, con más de mil cañones, casi mil tanques, aviones, minas, trincheras. El cruce del canal por los germanoegipcios solo hubiera podido hacerse tras un terrible duelo artillero y grandes ofensivas aéreas de bombardeo. Pero Rommel tendría una ventaja: el dominio del Mediterráneo, el uso de la fuerza anfibia en cualquier punto a la retaguardia del 8 ejército británico de Montgomery. Y otra ventaja más: Rommel puede recibir sus suministros por el puerto de Alejandría (entre otros del Delta), mientras que Montgomery, una vez bloqueado el puerto de Aqaba (muy vulnerable si los alemanes ya no son superados abrumadoramente en los cielos), solo cuenta para abastecerse con la larga ruta terrestre que viene del Golfo Pérsico.

  En realidad, la defensa de la costa oriental del Mediterráneo (Palestina y Siria) sería ruinosa desde el punto de vista logístico, y los jefes aliados no pueden sino comprender, tal como se describe en la historia, que es mucho más factible abandonar ese territorio y concentrar la defensa en el mismo Golfo Pérsico. Allí sí contarían con puertos (y grandes ríos en Iraq) que les permitirían abastecerse, y entonces Rommel iba a ser el que tuviera que cruzar el desierto sirio para alcanzarlos.

  Desde el punto de vista del prestigio, los aliados ceden mucho terreno así como ciudades legendarias como Jerusalén y Damasco, pero desde el punto de vista estratégico no pierden gran cosa. Turquía probablemente iba a entrar en la guerra, pero eso tal vez fuese inevitable de todas formas. Los musulmanes se decantarían más y más del lado del Eje (¿o solo los árabes?), pero eso no puede suponer una gran pérdida para los aliados, dada la debilidad militar de las tropas árabes (sobre todo, antes de que caigan en manos de instructores alemanes). ¿Y podría la Luftwaffe bloquear el envío de suministros a los rusos por el Golfo Pérsico? No, porque el poder aéreo sigue siempre del lado aliado. 

  En suma, no pudiendo defender tres frentes con el mismo vigor a la vez, los angloamericanos escogerían ganar tiempo con un retroceso calculado en Próximo Oriente (y en Sudán) que no les llevara a perder posiciones estratégicas importantes y se concentrarían en la ofensiva allí donde es más viable: el sur de Marruecos.

  La presencia del 8 ejército británico en el Sinaí durante un año no hubiera sido un desperdicio: se inmoviliza a Rommel durante ese tiempo, se fuerza a los turcos a seguir siendo neutrales, y da tiempo a organizar un enorme dispositivo de fortificaciones, puertos, instalaciones y depósitos en el Golfo Pérsico, el auténtico punto fuerte estratégico para mantener la ayuda a los soviéticos e impedir el desastre de que los del Eje lleguen también a las fronteras de la India occidental (mientras los japoneses ya estaban en la frontera india oriental). 

  Ahora bien, ¿cuál habría sido el efecto en la opinión pública norteamericana? Por primera vez, los americanos (las dos o tres divisiones que necesariamente hubieran tenido que aportar a los británicos por estas fechas) se habrían visto obligados a retroceder ante los alemanes. Jerusalén iba a quedar en manos de Hitler. Y Rommel, siempre Rommel, aparece como un general invencible. 

  Para buena parte de la opinión pública se acrecentarían las dudas acerca de si es o no viable ganar la guerra a este enemigo. Para mayor desastre, las fosas de Katyn se dieron a conocer a partir del mes de abril….