determinismo

El determinismo pretende mostrar que los sucesos históricos a gran escala no pueden salirse de un curso específico que apunta en un sentido igualmente específico: el Imperio Romano había de disolverse, la sociedad industrial había de nacer en Inglaterra, el Imperio Chino había de anquilosarse. Estos hechos obedecen a causas, e investigar estas causas necesarias podría incluso proporcionarnos enseñanzas prácticas a la hora de afrontar un futuro que se regirá igualmente por causas necesarias. Aquí no se pretende negar cierto determinismo. Muy al contrario, la doctrina nazi estaba condenada, como el comunismo soviético, a acabar siendo barrida del curso histórico (aunque recordemos que la debacle del comunismo soviético al final del siglo XX no fue prevista por nadie) y todo parece indicar que sí existe un curso de desarrollo histórico que apunta a la instauración gradual de mayores controles de la violencia social que permitan una cooperación humana más eficiente para el beneficio del mayor número posible de individuos. Evidentemente, la ideología nazi cumplía estos requisitos todavía menos que el marxismo soviético ya que, al basarse en una doctrina racial, la mayor parte de la humanidad habría debido de verse necesariamente perjudicada por el dominio de la supuesta raza superior. Pero donde el determinismo histórico sí se equivoca lastimosamente es en el tratamiento mítico dado a la Segunda Guerra Mundial con posterioridad a 1945. No solo en obras de ficción escritas o audiovisuales, sino también en libros de historia, se nos muestra el resultado final de la guerra –la dramática derrota de Hitler y sus aliados japoneses- como una especie de western, donde los buenos derrotan a los malos gracias a su habilidad con las armas. Es como si pretendiesen tranquilizarnos demostrándonos que los malvados, por serlo tanto, están incapacitados para ganar las guerras. Se nos pretende convencer de esto arguyendo complicados razonamientos sobre economía, política u organización administrativa. Esto es absurdo. Hitler pudo ganar. Pudo ganar incluso cuando ya estaba en guerra, a la vez, contra la Unión Soviética, los Estados Unidos y el Imperio Británico, y, de hecho, es sorprendente que no ganara. Una sociedad totalitaria y militarista como la de la Alemania nazi poseía los medios suficientes para alcanzar ese triunfo y, si no fue así, se debió única y exclusivamente a la pura casualidad de que un solo hombre no tomó en un determinado momento una sola y lógica decisión; esta decisión habría sido de tipo meramente militar, estratégico, en absoluto afectada por la ideología ni por las condiciones económicas y sociales. El nazismo, por supuesto, hubiera acabado fracasando, pero no tal como sucedió en realidad, al cabo de una especie de gran espectáculo bélico en el cual los justos vencieron a los malvados. El bien se impone al mal, sí, muy probablemente, pero la guerra es un terreno para el cual el mal, a veces, está mejor cualificado. Es un hecho que, de todas formas, fue la Unión Soviética, un régimen tan totalitario y casi tan maligno como el III Reich, quien acabó derrotando a la Alemania nazi (y aquí no es el lugar para discutir si hubieran podido hacerlo sin ayuda). El relato que extensamente se presenta en este espacio comienza, pues, con la toma por Hitler de una sola decisión concerniente a una determinada iniciativa estratégica de tipo militar (esencialmente, cerrar el Mediterráneo con el fin de que la flota italiana entre en el Mar Negro). Es conveniente seguir el relato desde el principio con ayuda del Índice, y para su comprensión más exacta es preciso informarse lo mejor posible acerca de los sucesos de la historia militar de la guerra. Se acompañan los episodios de una Cronología, donde se diferencia lo real de lo ficticio, y se aportan algunos links útiles (la Wikipedia es muy completa y contiene pocos errores). La historia militar abarca cuestiones sociales, políticas y económicas (incluso geográficas), así que puede resultar también instructivo en muchos otros aspectos. Cuenta, asimismo, con un componente lúdico… y este mismo componente lúdico conlleva las correspondientes implicaciones psicológicas y sociales.

martes, 29 de abril de 2014

17. Ofensiva aliada de bombardeo



 El 14 de enero de 1943, Roosevelt y Churchill vuelven a encontrarse, ahora en las islas Azores. Se han transportado en potentes aviones norteamericanos de largo alcance y aprovechan las instalaciones que son el resultado de los espectaculares trabajos de ingeniería realizados en los últimos meses. Estos trabajos han permitido que los aliados dispongan ahora de una formidable estructura defensiva aeronaval en el centro del océano. Aunque los submarinos enemigos siguen siendo un grave problema (no solo los submarinos alemanes: también los italianos y, desde hace poco, incluso los franceses), los campos de aviación para la lucha antisubmarina de las Azores suponen un alivio al acoso al que son sometidos los convoyes que cruzan el Atlántico norte en todas direcciones. La eliminación de la posición del Eje en las islas Canarias ha supuesto también otra ventaja al prevenir el uso que el enemigo podía haber hecho de estas islas. Es cierto que la costa occidental española y portuguesa está más al oeste que las bases anteriores que tenían antes los alemanes en Francia, lo que incrementa el radio de acción de navíos y aviones del Eje, pero la situación estratégica de las islas de Azores y Madeira es una ventaja que lo contrapesa lo suficiente.

  Por supuesto, Churchill viene a las Azores no solo para hablar de estrategias defensivas: es consciente de que el tiempo puede acabarse y que la guerra está lejos de ser ganada. Viene dispuesto a argumentar e insistir con el objeto de que, entre otras cosas, el Presidente de los Estados Unidos acepte el plan de liberar a los doce mil británicos que desde junio resisten el asedio en los túneles de Gibraltar. Este plan ofensivo comenzó a planearse a finales de noviembre de 1942, tras el éxito de la operación "“Torch" (conquista de las islas Canarias)”, y ahora habría que comenzar los preparativos si se lo quiere ejecutar no más tarde de marzo de 1943, ya que pasada esa fecha los británicos resistentes en Gibraltar habrán agotado sus víveres. También Churchill trae las conclusiones finales del plan de la RAF para una ofensiva aérea de bombardeo sobre Alemania a gran escala para la cual se requerirá el apoyo de la fuerza aérea norteamericana.

  Ambos estadistas tienen que dedicar su primer día de la conferencia a departir con los jefes de Estado portugués, francés y español aliados. Éstos son figuras políticas débiles cuyas posesiones se limitan a territorios ultramarinos, si bien la aportación que hacen a la causa aliada no es insignificante. Se trata del anfitrión, el jefe de estado portugués, el médico y historiador Jaime Cortesao; el único militar, el alto y estirado general francés De Gaulle; y el orondo presidente de la República española, Indalecio Prieto. Al menos, cada uno de ellos puede aportar una división de fusileros -o hasta dos, los españoles- completa o casi completa de hombres ansiosos por entrar en combate. Cortesao y Prieto concitan también ciertas simpatías en las naciones latinoamericanas. De Gaulle no tiene tanto éxito entre los canadienses francófonos de Quebec, que son más bien partidarios de la neutralidad, si no declarados petainistas e incluso separatistas del Canadá.

  Al día siguiente, comienza la conferencia en serio, a la que asisten los jefes de Estado Mayor norteamericano y británico, los generales Marshall y Brooke.



  Generales George Marshall y Alan Brooke, los principales urdidores de la estrategia militar de los Estados Unidos y el Imperio Británico respectivamente.


   De lo primero de lo que hay que hablar es de la situación en la URSS, porque es allí donde se está luchando de verdad a sangre y fuego, con miles de bajas día tras día, especialmente en los aledaños de Stalingrado. Hace ya un mes que los alemanes rompieron el cerco al 6 Armee alemán, y el Ejército Rojo no parece capaz de volver a cerrarlo, ya que las tropas alemanas son reforzadas y abastecidas constantemente por los dos puertos del Mar Negro que controlan y que están conectados por ferrocarril con la terminal de Kotelnikovo, a menos de doscientos kilómetros de la ciudad asediada. Ambos bandos están desangrándose, pero ¿cuál de ellos se desangrará antes?, ¿y cómo pueden los angloamericanos ayudar a los soviéticos? Porque si Rusia sucumbe, entonces para los alemanes sería una mera cuestión de organización logística (unos pocos meses) el arrasar las posiciones británicas en Próximo Oriente y llegar hasta la misma India, enlazando con los japoneses que están en Birmania. Por no hablar de lo que podrían hacer si convierten a los rusos en sus vasallos y entonces hacen uso de los ferrocarriles en Siberia: en tal caso llegarían hasta Japón.

  Churchill expone las conclusiones finales de los preparativos para la operación “"Husky”": la invasión del Estrecho de Gibraltar, una operación a gran escala en suelo continental europeo que forzaría el envío de grandes contingentes alemanes a luchar en un segundo frente y que por tanto contribuiría a aliviar la presión que sufren los soviéticos.

   Roosevelt conoce el plan, ya que él dio la aprobación para su estudio dos meses atrás. Aunque se espera a escuchar los últimos detalles que aporta la intervención del primer ministro británico, los técnicos militares norteamericanos ya han desaconsejado esta proyectada ofensiva. Churchill y los británicos planean repetir el éxito de “"Torch”", el desembarco y conquista de la isla de Gran Canaria, que llevó a la captura de todo el archipiélago, al concentrar ahora todos los portaaviones disponibles, cubrirlos con el apoyo de cientos de bombarderos pesados y de cazas de largo alcance establecidos en las islas (lo que excluiría a los bravos Spitfire), reforzarlo todo con los más poderosos acorazados y lanzar después hasta cien mil hombres en las costas españolas en las inmediaciones del Estrecho. Se utilizarían dos divisiones blindadas (una británica y otra norteamericana) y otras dos aerotransportadas. Los mismos hombres atrapados en Gibraltar y las guerrillas antifascistas españolas y portuguesas apoyarían la ofensiva. Según los británicos, en la zona solo habrá cinco o seis débiles divisiones españolas (los alemanes parecen creer que la principal amenaza aliada sería un desembarco en Portugal, donde mantienen tres divisiones). La flota y la fuerza aérea alemanas serán neutralizadas por un fuego superior, y los campos de minas y la artillería costera serían aniquilados por el fuego concentrado de los buques de la flota británica. En el peor de los casos, la fuerza desembarcada, tras liberar a los resistentes de Gibraltar, podría regresar al Atlántico, pero ya habría cumplido la función de dislocar el esfuerzo alemán en el frente del Este.

  Si se da la aprobación inmediata, "“Husky"” podría ejecutarse a finales de marzo de 1943.

  “No se puede hacer”, niega Roosevelt ante el apremio del general Marshall. Eisenhower, el jefe de las tropas aliadas en el Atlántico, apoya esta afirmación. El mismo general británico Brooke no puede construir una defensa entusiasta de la iniciativa que procede personalmente de Churchill, el único que insiste en que es viable, y que afirma, además, que no se puede seguir esperando para atacar en el continente europeo. No se trata solo de salvar a los hombres de Gibraltar: se trata de llevar a cabo un gran esfuerzo que obligue a los alemanes a enviar a la zona unidades valiosas que en tal caso no podrían participar en la lucha en Rusia.

  Pero Marshall también ha estudiado "“Husky"”, y los nuevos detalles aportados por los británicos no parece que vayan a cambiar las cosas. Por encima de todo, la distancia desde Madeira hasta Gibraltar es el doble de la que hay de Madeira a las Canarias, y no permitirá un apoyo aéreo suficientemente masivo. Madeira estaba solo a cuatrocientos kilómetros de las Canarias, y eso fue esencial para el éxito, aislando a la guarnición enemiga de recibir cualquier refuerzo por el mar, una ventaja que no podría darse si se ataca el continente.

   Además, los españoles han desarrollado su ejército hasta las cincuenta divisiones de infantería, tienen dos luchando en Rusia y otras tres en el nuevo frente que se ha formado en el sur de Marruecos, de modo que por lo menos podrán concentrar veinte en el sur de Andalucía al cabo de un par de semanas. Y luego, los alemanes podrán usar el puerto de Málaga, ya dentro del impenetrable Mediterráneo, para transportar más tropas hasta la zona. No podría reabrirse el estrecho y los españoles resistirían en la zona fortificada que va desde el puerto de Cádiz hasta Gibraltar. Para marzo habrá llegado el deshielo en Rusia y probablemente eso paralizará los combates en aquel frente. Las divisiones anfibias del Eje (que ahora parece que están luchando en Stalingrado) podrán llegar en dos o tres semanas. Probablemente la misma división "Hermann Goering" podrá transportarse desde Marruecos (donde los aliados carecerían de recursos para mantener ocupadas a las fuerzas enemigas con una ofensiva de distracción creíble). Los aliados no podrían nunca sumar más de diez divisiones de hombres inexpertos para el ataque en el sur de Europa, porque tienen también que mantener el frente del sur de Marruecos, el del Sudán y el de Próximo Oriente. La logística sería infernal y no hay garantía alguna de que se pudiera anular la ingente concentración de artillería de costa situada en el Estrecho (buena parte de ella está manejada por italianos, ya que Italia ha desmontado todas sus baterías costeras del Mediterráneo para afianzar la seguridad del cierre de este mar, del que depende la seguridad de Italia).

  Además, el mar en el estrecho, en marzo…...

  Y la flota nazi. Los acorazados "Scharnhorst" y "Gneisenau" no salieron ni en julio ni en noviembre para luchar por las Canarias, pero ahora sí que saldrían, puesto que sus bases están en el mismo estrecho. Sin contar con la flota italiana. Y la francesa.

  Eisenhower remacha que ya hubo mucha suerte en “"Torch"”: ni la Luftwaffe ni los submarinos lograron hundir ningún transporte de tropas, y ahora ya no se podría esperar tanta buena fortuna. Se trataría de miles de bajas, solo para salvar, a lo más, a algunos de los británicos de Gibraltar. Porque sería impensable que la posición pudiera consolidarse. Los españoles lucharían, apoyados por los alemanes. Nunca se podrá contar con más de doscientos mil soldados angloamericanos, más o menos bien equipados, pero con escasa experiencia de combate. No podrían enfrentarse a medio millón de curtidos españoles, alemanes y marroquíes. No se puede hacer.

  Pero la guerra no puede perderse, se queja el primer ministro británico. Y se perderá, añade, si no se hace algo efectivo para sacar tropas alemanas del frente ruso. Los rusos no pueden resistir indefinidamente. Necesitan un segundo frente.

  De hecho, Churchill teme que Stalin vuelva a pactar con Hitler. En eso Roosevelt es más realista: sabe que Hitler no se conformará con menos que la línea “Arkhangelsk-Astrakhan”; que Leningrado y Moscú han de ser destruidos, como Cartago lo fue, y que la Wehrmacht tiene que llegar hasta el Volga (si no hasta los Urales); de modo que a los rusos solo les queda la opción de seguir luchando y seguirán haciéndolo, se abra un segundo frente o no, durante por lo menos otro año más (hasta que los alemanes conquisten Leningrado y Moscú de todos modos). Todo parece indicar que al final del segundo invierno de la guerra en Rusia sucederá algo parecido a lo que sucedió al final del invierno anterior: los rusos recuperarán un poco de terreno y los alemanes aguantarán y esperarán a la primavera para reequiparse y lanzarse a la tercera ofensiva de verano y seguir avanzando hacia el Este. Hasta que alcancen su objetivo.…

  No, no hay que quedarse quietos, concede Roosevelt, pero tampoco precipitarse. Hay que hacer algo, pero hay que hacerlo bien, de forma segura, porque ni Inglaterra ni Norteamérica son Rusia ni Alemania, y el pueblo no perdonaría un desastre…, igual que los franceses no lo perdonaron en 1940. Francia, de hecho, podía haber seguido luchando entonces desde los departamentos de África del Norte… pero no era realista esperar que lo hiciera….

  Si salvar Gibraltar no es viable… ¿cuál es entonces la opción viable para una ofensiva aliada en 1943?, pregunta un desalentado Churchill.

  El general Brooke ofrece de nuevo "“Júpiter"”: la invasión de Noruega. Tiene la ventaja de que apoyaría a los rusos en la zona del Norte y que tomaría su fuerza del poder aeronaval aliado de los aeródromos de la zona (en territorio ruso). Pero para los norteamericanos tampoco es viable: los alemanes desplazarían sus fuerzas a través de Suecia, y al final sucedería que las tropas angloamericanas se iban a ver inmersas en el tremendo matadero del frente ruso, que es lo que los políticos angloamericanos quieren evitar a toda costa: el sacrificio humano debe ser lo más limitado posible.

  ¿Y un segundo asalto contra Egipto? Tiene la ventaja de que, de tener éxito, contribuiría a seguir manteniendo a Turquía neutral. Pero Rommel, en Egipto, es invencible, y cada día que pasa los soldados egipcios son más fiables debido a la instrucción y asesoramiento que reciben de los alemanes. Hasta los italianos mejoran: en octubre pasado se los derrotó de nuevo, pero no se dejaron aplastar como otras veces y retrocedieron con habilidad sin dejar que se les hicieran muchos prisioneros.

  Solo queda Marruecos. Con el apoyo aéreo desde los aeródromos de las islas Canarias, las fuerzas del I ejército británico que se están organizando el norte del Sáhara Occidental pueden contar con una buena base de partida. El día 14 de enero mismo se ha conquistado Cabo Blanco, con el aeródromo español de La Güera, defendido también por un batallón alemán que ha sido derrotado. Y una semana más tarde, antes de que termine la conferencia de las Azores, se conquistan los pequeños puertos de Villa Cisneros y El Aiuun. Esta sucesión de éxitos (pequeños, pero estratégicamente valiosos) se han logrado gracias a la gran superioridad del fuego aeronaval aliado.

  Por supuesto, el puertecillo de El Aiuun no vale nada y requerirá aún de varios meses de duros trabajos para convertirlo en un gran puerto de suministros bélicos. En ese tiempo, los alemanes, que hacen y deshacen a su antojo en el nuevo Marruecos independiente, mejorarán el ferrocarril a Marrakech y se fortificarán en la zona de los aeródromos de Cabo Juby e Ifni, al sur. Con todo, la ruta por el sur de Marruecos sigue siendo la mejor opción para los aliados debido a la proximidad de las islas Canarias, con sus aeródromos, y también debido a la ruta directa a través del Atlántico que estaría a disposición de los suministros norteamericanos. Puede haber tropiezos y derrotas, pero no posibilidades de desastre, pues los aliados estarán siempre apoyados por su gran superioridad naval y aérea.

  ¿Cuándo podría emprenderse una gran ofensiva en Marruecos, capaz de crear, cuando menos, alarma entre el enemigo? No antes de cuatro o cinco meses. Seis quizá. Entonces podría reunirse un ejército de diez o doce divisiones, con miles de aviones de apoyo y cientos de tanques “Sherman”. Este ejército desembarcaría al sur de Marruecos y al norte de las líneas avanzadas del Eje, atrapando a las fuerzas germano-hispano-marroquíes entre dos fuegos.

  La fuerza de los angloamericanos, reconoce Roosevelt, no es aún capaz de producir docenas de divisiones de duros guerreros para la guerra blindada. Hasta 1944 el ejército norteamericano no estará suficientemente equipado y entrenado para semejantes operaciones, equivalentes a las ofensivas de Rommel o Manstein. Es esencial que, hasta entonces, se haga todo lo posible de forma prudente y que, partiendo de esta limitación de no correr riesgos innecesarios, se fuerce al mayor número de tropas alemanas a que luchen fuera de Rusia, usándose a fondo los recursos en los que los angloamericanos sí son superiores, es decir: el poder aeronaval y la abundancia de suministros a enviar para que Rusia resista: alimentos, sobre todo, pero también combustible para aviación, vehículos, maquinaria industrial, medicamentos, algunas armas...

  Churchill, que tiene muy presente su visita a Moscú en agosto pasado, sabe que los rusos no dejarán de pensar que los angloamericanos son unos cobardes. Aunque, por otra parte, ¿con qué derecho pueden comparar la situación soviética con la de los pueblos del Atlántico Norte? En realidad, ni Inglaterra ni Norteamérica ven amenazada su supervivencia en esta guerra. La opinión pública angloamericana sabe que hacer la paz con Hitler no pondrá en peligro sus posesiones, y que el poder aeronaval puede defenderlos de cualquier amenaza nazi (si bien la situación es mucho peor para los británicos, pues Alemania, Italia, Francia y España ya se han repartido por adelantado todas las colonias británicas en África, aunque aún no hayan podido apoderarse efectivamente de ellas).

  Independientemente de la nueva operación "“Husky”", que sería ahora un desembarco en el sur de Marruecos, y no en la zona de Gibraltar (se conservará el nombre anterior para despistar), la mejor opción militar, la más viable, opina el primer ministro, es la ofensiva general de bombarderos pesados sobre Alemania. Desde 1940, las fábricas británicas han llevado a cabo un extraordinario esfuerzo de producción al que ahora se suman los aún más extraordinarios recursos industriales de los Estados Unidos. El ataque contra Colonia a finales de mayo pasado, con mil aviones y más de mil toneladas de bombas caídas sobre la ciudad, sería solo el principio. El plan para el nuevo año de 1943 es desencadenar semejantes tormentas de fuego nocturnas sobre las ciudades alemanas casi cada semana. Se empezaría arrasando la región industrial del Ruhr, para pasar después a destruir grandes ciudades como Hamburgo y Berlín. Las ganancias serían incuestionables: reducir la producción de la industria bélica, detraer recursos de aviación de caza enemiga, mantener en Alemania tantos cañones antiaéreos como se pueda (los alemanes los usan también como antitanques)… y demostrar a los alemanes la determinación y fuerza de sus enemigos: minar su moral mediante el terror.

  Ahora se cuenta con gran número de nuevos bombarderos cuatrimotores (modelos británicos Lancaster y Halifax, y americanos B-17), y a lo largo de 1942 se ha aprendido mucho en técnicas de navegación aérea y neutralización de la defensa enemiga.

  Los grandes bombarderos pesados de 1943: el Lancaster británico y el B-17 norteamericano

  El poder industrial podría aplicarse aquí con un coste humano inferior que organizando desembarcos de decenas de miles de soldados en regiones donde el éxito no está garantizado.

  Además, aunque Churchill no lo dice, hay otro motivo para adoptar esta estrategia de causar grandes estragos contra la población civil alemana: dificultar una salida negociada.

  Churchill es consciente del nivel de destrucción, de terror y de muerte que ocasionarán los bombardeos de zona. Los alemanes tratarán de vengarse y el odio que surja de la escalada de represalias dificultará una posible solución política en caso de que comience a dar la impresión de que la guerra va a hacerse interminable. Porque se sospecha ya que los norteamericanos, si no ven resultados pronto, y siendo 1944 un año electoral, quizá busquen poner fin a la guerra contra Alemania de forma negociada. La opinión pública estadounidense está mucho más interesada en ganar la guerra a los japoneses que a los alemanes. ¿Y si los norteamericanos empiezan a temer que por buscar la victoria en Europa se pierde la victoria en el Pacífico? ¿Y si los japoneses contribuyen a la destrucción de Rusia y con ello implican a Alemania directamente en la guerra del Pacifico? Si los rusos pueden enviar ejércitos a Extremo Oriente por el Transiberiano, los alemanes, una vez dueños de Rusia, mediante la conquista o el mero vasallaje, también podrán hacerlo. Y entonces Japón no podrá ser derrotado nunca. Hay que hacerles entender también a quienes buscan por encima de todo la derrota de Japón que también por eso es preciso que Rusia siga luchando.

  Con todo, aunque en la conferencia se aprueba continuar con los planes de grandes ofensivas de bombardeo aéreo contra las ciudades alemanas, se oye también alguna objeción. Si los alemanes querrán vengarse de lo que les espera, ¿no serán ellos, los que han tomado la decisión, aquellos a quienes, tras la derrota, se hará responsable de lo que puede llegar a ser su venganza? Porque con el Mediterráneo cerrado y los rusos ya tambaleándose, no hay garantías de victoria. Hitler puede ganar. Y si se destruyen sus ciudades durante la primavera y el verano de 1943, su pueblo le exigirá venganza contra Inglaterra... ¿No es ése un riesgo a tener en cuenta?

  Churchill zanja la discusión, argumentando que el mayor riesgo no es sufrir la venganza alemana por los bombardeos aéreos que vendrán, sino que el mayor riesgo es no ganar, y que no pueden perder tiempo especulando acerca de a qué tipo de derrota habrán de enfrentarse si todo va mal. No se ganan así las guerras...

     El 24 de enero de 1943 ha terminado la conferencia de las Azores. Mientras que para entonces ya se han conquistado las dos nuevas posiciones estratégicas en el Sahara Occidental (Villa Cisneros y El Aiuun), Roosevelt y Churchill están de acuerdo en que, de momento, la gran ofensiva de bombardeos nocturnos es la mejor forma de demostrar el poder aliado, dando muestras de una innegable superioridad. Las diversas técnicas de bombardeo aéreo contra los objetivos industriales serán corregidas a medida que pase el tiempo, pero se cuenta ya con los recursos materiales, que no harán sino incrementarse, y se cuenta, sobre todo, con la determinación de ejecutar el esfuerzo sin vacilación alguna.

  Significará un gran gasto de material, pero las incursiones serán victoriosas y a un coste humano aceptable. Nunca faltan jóvenes voluntarios para vestir el uniforme de oficial que les permite pilotar los bombarderos.

  Para Churchill, quizá lo peor es que tampoco ha conseguido uno de sus principales objetivos políticos: una declaración conjunta a favor de que la rendición incondicional alemana sea el único fin aceptable de la guerra.

   Tras ver rechazado el "“Husky"” en Gibraltar, Churchill, a lo largo de los días siguientes de la reunión en las Azores, se verá complacido con los preparativos para el nuevo "“Husky"” en el sur de Marruecos y con el apoyo absoluto de los Estados Unidos a la gran ofensiva aliada de bombardeo. Para la primavera de 1943, Roosevelt considera que toda la poderosa 8 Fuerza Aérea norteamericana, que fue vital en el tremendo castigo realizado sobre la isla de Gran Canaria, podrá situarse en el sur de Gran Bretaña. Los aviones B-17 permitirían realizar bombardeos diurnos (de precisión) contra objetivos industriales vitales dentro de Alemania, mientras los bombarderos británicos ejecutarán terribles "bombardeos de zona" nocturnos con bombas incendiarias, destruyendo las ciudades industriales alemanas una a una y causando una gran mortandad entre la población civil: odio asegurado.

  Los meses que siguen a la conferencia de las Azores son de paciente espera a medida que la industria pone a disposición de los jefes militares aliados recursos gigantescos de una capacidad que sorprende a sus mismos gestores. También se pone a prueba el poder y la eficiencia de la gran organización logística de los angloamericanos para mover armas y hombres a través de los océanos. En febrero de 1943 los norteamericanos comienzan la fabricación masiva de los “Liberty Ships”, buques mercantes baratos y eficaces que permitirán mover las ingentes cantidades de armas, hombres y todo tipo de suministros a lo largo y ancho del mundo entero.

El buque mercante "Liberty Ship": asombroso logro de la industria norteamericana. Podían transportar diez mil toneladas de mercancías y solo se tardaba un mes y medio en construir uno de ellos.


  En total, los angloamericanos mantienen nada menos que tres frentes abiertos contra los alemanes: al sur de Marruecos, al sur de Egipto y en Próximo Oriente,… y es vital que tampoco falten los suministros a la Unión Soviética que llegan también por tres rutas distintas (Persia, Murmansk y Siberia Oriental).

  Pero son los cazas y bombarderos, producidos en masa, los que suponen un arma ofensiva cuyo poder, se espera, acabará forzando a los alemanes a rendirse. Si su industria es arrasada, sus recursos aéreos y artilleros desplazados, y su población aterrorizada, la victoria es perfectamente posible.

  El 15 de abril de 1943 se arrasa Stuttgart, en el sur de Alemania. En mayo se ataca las presas del Ruhr, a finales de mayo se destruye Wuppertal, también en la zona industrial del Ruhr.

  A finales de julio de 1943, la RAF consigue su mayor éxito al arrasar Hamburgo sobre todo con bombas incendiarias. La ciudad es totalmente destruida a una escala jamás vista. Más tarde se sabrá que cuarenta mil personas han muerto en el ataque.

  El desastre tendrá consecuencias en la reorganización de la industria militar alemana a la hora de hacer uso de los recursos económicos conquistados en el Mar Negro.

Ooo

  Durante muchos meses de 1942 y 1943, los cerebros estratégicos angloamericanos estuvieron sopesando todas las alternativas viables para crear el “segundo frente” contra los nazis en Europa. El principal objetivo era siempre aliviar la terrible presión que sufría el Ejército soviético. La impaciencia e incluso la ira de Stalin al respecto eran comprensibles, y la historia nos las ha testimoniado sobre todo en los relatos de la visita de Churchill a Moscú en agosto de 1942. 

  Tanto en la realidad como en esta historia alternativa, Churchill salió del paso ofreciendo a Rusia una ofensiva aérea de bombardeo y algunos ataques periféricos en el norte de África. Churchill también recordó a Stalin que la amenaza de invasión de la costa francesa forzaba a los alemanes a mantener allí alrededor de treinta divisiones.

   Finalmente, las operaciones casi simultáneas de la gran ofensiva británica en El Alamein y el desembarco “"Torch"” en el norte de África fueron un éxito, y en los meses siguientes se forzaría a los alemanes a enviar recursos valiosos a la zona. Incluso lograron provocar un desastre para el ejército nazi comparable al de Stalingrado: la rendición de todo el 5 Panzerarmee alemán en Túnez, en mayo de 1943.

  En esta historia alternativa, la que en la realidad fue la "Conferencia de Casablanca" tiene ahora lugar en las Azores, pero en ella igualmente se fijan los objetivos -realistas- de la contribución angloamericana a la lucha contra Hitler. Lo que no se puede conseguir bajo las circunstancias descritas en esta historia es una declaración de que se va a luchar hasta conseguir la "rendición incondicional" enemiga, ya que los hechos de armas no apoyan una actitud en ese sentido: Rommel no ha sido derrotado y los franceses de África del Norte no se han pasado al bando aliado. En lugar de eso, el Mediterráneo está cerrado y los franceses han firmado una alianza con el Eje, de modo que los ataques periféricos aliados se desarrollarían de forma diferente (no se podría cortar los suministros alemanes con tanta eficacia, que fue lo que permitió las victorias angloamericanas en El Alamein y Túnez) y solo pueden esperarse éxitos modestos, en el mejor de los casos, tal como se ha mostrado en este episodio de la historia alternativa, siempre ateniéndonos al principio de que, para hacer la historia más verosímil, los aliados no deben cometer errores y los alemanes no cometerán más errores de los que en la realidad hicieron.

  Las que no pueden cambiar son las condiciones para la gran ofensiva aliada de bombardeo sobre Alemania. Durante 1942, mientras grandes contingentes aéreos alemanes se concentraban para las ofensivas en Rusia y el Norte de África (donde era posible para la Luftwaffe lograr momentáneamente la supremacía), los británicos fueron capaces de organizar grandes operaciones que, en el caso del ataque a Colonia, en mayo de 1942, alcanzaron la cifra de mil unidades de aviones bombarderos (en 1941, la Luftwaffe nunca logró concentrar más de setecientos bombarderos sobre Inglaterra, y se trataba de bombarderos de menor capacidad).

  En esta historia alternativa, pues, la situación sería la misma en la guerra aérea sobre Europa, al menos durante 1943, y la gran campaña del Ruhr, que se suele considerar comenzada en febrero de ese año, culminaría igualmente en la destrucción de Hamburgo, en agosto, con sus cuarenta mil muertos civiles, la más alta cifra de víctimas en una operación de bombardeo aéreo durante toda la guerra en Europa.

  Aunque estas destrucciones han sido muy censuradas desde el punto de vista moral, no cabe duda de que contribuyeron a la victoria aliada: lograron retrasar el relanzamiento de la industria militar alemana, forzaron a los alemanes a destinar aviones y artillería antiaérea a la defensa del suelo patrio, en lugar de destinarlos a funciones ofensivas (los cañones antiaéreos eran muy eficaces también como antitanques), y subieron la moral de los atacantes, porque consideraban, con cierto grado de razón, que si los alemanes no eran capaces de defender sus propias ciudades, era imposible entonces que pudieran ganar la guerra. En lo que no tuvieron éxito fue en bajar la moral combatiente de Alemania, que era una de las consideraciones que convenció a los dirigentes británicos: estos esperaban que, al igual que sucedió durante la guerra anterior, las penurias sufridas en el frente interno acabarían llevando a una sublevación con el fin de hacer la paz casi a cualquier precio. Sin embargo, en la Alemania nazi ninguna sublevación popular fue siquiera intentada.

  En esta historia alternativa, las consecuencias de la campaña de bombardeo de 1943 tendrán, por fuerza, que ser diferentes, aunque nadie podría negar que la decisión aliada hubiera obedecido igualmente a unos argumentos razonables dentro de la lógica de una guerra moralmente embrutecedora.

  En cualquier caso, en esta historia alternativa la moral alemana estará siempre más alta de lo que lo estuvo por estos tiempos en la realidad porque, a pesar de los bombardeos enemigos sobre sus ciudades y el racionamiento, los alemanes creen saber que están ganando la guerra, dado que mantienen los avances del verano de 1942 y que en ningún punto se han visto sometidos a un retroceso apreciable. Además, mientras que en la realidad de 1943 los nazis iban perdiendo un aliado tras otro (los primeros, los italianos, pero no fueron los únicos), ahora, lógicamente, los están ganando: primero, los españoles (imprescindibles para cerrar el Mediterráneo), después los egipcios, luego los franceses y los búlgaros. Y nadie puede negar que han conquistado los campos petrolíferos de Maikop (en el Cáucaso) y Hurghada (en Egipto), y que mantienen la conexión Mediterráneo-Mar Negro que puede ser usada como vía comercial y de suministros. Los alemanes pueden incluso creer que la guerra acabará a finales de 1943.

  Por lo tanto, ni los bombardeos aéreos masivos, ni la persistente escasez de alimentos, ni la prolongación de la guerra pueden aportar un detrimento moral de la opinión pública alemana. De hecho, las catástrofes experimentadas por los alemanes en la realidad de 1943 tampoco supusieron un factor esencial en la disposición alemana para continuar la guerra. Aunque sí afectaron la actitud de naciones como Italia y Francia, y esto sí tuvo repercusión.

  Queda señalar una posible objeción que se habría podido escuchar durante el planteamiento de la gran ofensiva de bombardeo sobre las ciudades alemanas de 1943 y que se ha incluido en esta historia: el miedo a las posibles represalias alemanas. Como sabemos, en la realidad, en el periodo que va desde cuando comienza la "campaña del Ruhr", en febrero de 1943, hasta la catástrofe de Hamburgo ya a finales de julio, Alemania ya estaba claramente perdiendo la guerra: a primeros de febrero, la rendición del 6 Armee en Stalingrado, y en mayo, el desastre de Túnez. Un enemigo ya condenado a la derrota no era de temer que pudiera vengarse del daño que se le hacía para forzarlo a la rendición. Pero ¿y si hubiera existido la posibilidad cierta de que tal derrota no iba a producirse? Tal vez los aliados se lo hubieran pensado dos veces antes de desatar tan tremendo castigo. 

3 comentarios:

  1. Un punto de vista complementario: los bombardeos aliados buscaban el terror: los centros de sus ataques eran los hospitales y catedrales, situados en los centros antiguos de estilo gótico de las ciudades alemanas, para crear tormentas de fuego donde matar al mayor número de civiles posibles.(Jörg Friedrich, "el incendio")
    P.ej.: toda la maquinaria industrial va con rodamientos. Y en Alemania toda la producción de rodamientos se concentraba en una única ciudad. Solo fue atacada una vez. (Speer "Memorias")
    Por otro lado, como los números demuestran, el máximo de producción industrial de Alemania se alcanza a mediados de 1944, con amplias zonas ya perdidas. El bombardeo, aparte de para asesinar civiles a escala masiva, sirvió para poco.
    Y en tu escenario, este asesinato es dudoso de que fuese en tal escala: una Alemania como la que planteas concentrada en defenderse sin estar sometida a ofensivas en el frente del Este de la envergadura de la ofensiva de Orel, después de Kursk, o sin las batallas de Kiev o el desgaste en Túnez, habría planteado una defensa aérea tan dura que cabe suponer que ante las enormes bajas, la ofensiva aérea hubiera sido cancelada
    Saludos

    ResponderEliminar
  2. El tema de la necesidad o no de los bombarderos aéreos aliados siempre será una cuestión candente. En mi opinión, los bombardeos sí fueron útiles: destruyeron industria militar, mataron algunos militares enemigos y, sobre todo, obligaron a los alemanes a destinar recursos de aviación y artillería antiaéreas en la defensa que no pudieron dedicar a la ofensiva. ¿Podían los británicos haber dedicado estos recursos de ataque a algún otro fin?, ¿más tanques y tanquistas en lugar de tanto avión de bombardeo y pilotos de bombardero? Yo sospecho que los bombarderos eran la opción más asequible para los aliados en 1943. Éticamente, siempre serían rechazables, pero fueron útiles.

    En el escenario de esta historia yo creo que los bombardeos de 1943 se habrían desarrollado de forma muy parecida: para que los alemanes ganen sus batallas (en Próximo Oriente, en el Cáucaso, en Leningrado y en el Golfo Pérsico) necesitarían concentrar sus mejores recursos aéreos. Recursos que no estarían disponibles para la defensa. En 1942 ya sucedió algo parecido, aunque a menos escala: mientras los alemanes conquistaban Rostov y Tobruk, los británicos bombardeaban Colonia.

    Parece ser que la RAF hizo un cálculo que demostraba que los bombardeos en 1942 no fueron rentables (los británicos sufrían graves costos y pérdidas para hacer relativamente poca destrucción en suelo alemán) pero que sí lo fueron en 1943, sobre todo los ataques a la región industrial del Ruhr. En mi historia, los alemanes solo pueden tomar medidas con vistas a recobrar la iniciativa en 1944, pero las ofensivas serían prioritarias. Y las ofensivas reales -fracasadas- en Kursk o en Italia no iban a ser más costosas que las alternativas -exitosas- que he bosquejado en esta historia.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Speer dice lo mismo, que costaron muchos recursos que podrían haber sido útiles en otro sitio, así que no voy a ser yo el que diga lo contrario
      Sí creo que en este escenario alternativo, con más recursos, las pérdidas aliadas hubieran sido inasumibles. Ya en la realidad casi lo fueron hasta bien entrado 1943

      Eliminar