El estrecho de Bab-el-Mandeb cierra este mar interior por el sur y es en ese extremo, en Adén (península arábiga), donde la Royal Navy ha comenzado a preparar una base inexpugnable desde la que se disputará la zona central del mar al enemigo y se custodiará que ninguna nave del Eje (especialmente los submarinos alemanes) penetre en el océano Índico por esta ruta.
En la zona central del Mar Rojo, se encuentra, del lado asiático (península arábiga), el puerto de Jeddah, el puerto de los peregrinos a La Meca. Los británicos se abstienen de operar desde él por su carácter sagrado, a fin de no tener más problemas todavía con los musulmanes (que suponen casi la mayoría de los combatientes indios del ejército indobritánico). La línea del frente en la península arábiga, que atraviesa el terrible desierto, se establece, pues, en diagonal, desde la zona de Adén hasta la región del Golfo Pérsico. Del lado africano, los británicos están construyendo su principal base en Port Sudan, mil kilómetros al sur de la base del Eje en Suez.
Port Sudan es importante para el esfuerzo británico de defensa del Mar Rojo y África Oriental. Tras la pérdida del Delta de Egipto en junio de 1942, es por Port Sudan por donde se envían ahora los suministros aliados al nuevo frente africano. Propiamente, al Ejército del Sudán, el mismo que tan brillantemente llegó hasta los bordes del Delta en la contraofensiva aliada de octubre de 1942.
Pero después de que Rommel expulsara al 8 ejército británico de las proximidades de Suez, las fuerzas del Eje, con tanques y aviones alemanes, pudieron volverse hacia el sur contra el Ejército del Sudan, y a finales de noviembre de 1942 lo habían rechazado hasta Asyut de nuevo, hasta el sur de Egipto, cerca de la frontera.
Sigue un período de impasse, durante el cual (en marzo de 1943) ha llegado a Egipto una división blindada alemana de reciente creación, la 29 Panzer, incorporándose al Ejército del Nilo que sigue siendo mayoritariamente italiano y que se reorganiza y rearma a conciencia para vengar su derrota del mes de octubre anterior. Para Italia, la reconquista (y acrecentamiento) de sus colonias de África Oriental (perdidas en abril de 1941) es una cuestión fundamental.
Después de que Rommel cruce el canal de Suez en junio de 1943 y conquiste Jerusalén y Damasco, el Ejército del Nilo se pone también en marcha y, llevando en vanguardia al Panzerkorps Aegypten (cuyo núcleo lo constituye la 29 PzD), avanza casi mil kilómetros desde Asyut hasta las proximidades de Khartoum, donde las fuerzas alemanas, italianas y egipcias han de detenerse.
El avance ha sido sobre todo posible debido a la prioridad que el frente del Golfo Pérsico representa para los aliados. El Ejército del Sudán (principalmente de la Commoenwealth) debe abandonar Egipto y posicionarse en bases con mejores posibilidades de abastecimiento, y éstas son Khartoum y Port Sudan. Pero siguen siendo lugares remotos.
A partir de ese momento, julio 1943, el Ejército del Nilo del Eje se dedica a consolidar sus posiciones y su logística que depende del Nilo, de los antiguos ferrocarriles británicos que llegan hasta Alejandría y, desde que el canal de Suez está en poder del Eje, también del transporte marítimo. La llegada de más unidades, vehículos y armas lleva a una rápida reorganización durante el verano de 1943 que acabará dando lugar a una nueva denominación de las formaciones militares del Eje en la región. En todos estos movimientos, la iniciativa siempre parte del interés político de Italia por recobrar su poder colonial y el consecuente prestigio.
El Ejército del Nilo del Eje, a finales del verano de 1943, se transforma en el Grupo de Ejércitos del Nilo:
La pieza fundamental del nuevo grupo de Ejércitos es el recién creado 5 Panzerarmee formado a partir del Panzerkorps Aegypten, que cuenta con la 29 PzD a la que se añaden dos divisiones alemanas más de infantería motorizada. En el último momento se incorporará otra división Panzer nueva, la 31 PzD. Este nuevo ejército Panzer es puesto al mando de un prestigioso general procedente del frente ruso, von Kleist. A las cuatro divisiones alemanas se sumarán en septiembre una división española (veteranos del frente de Marruecos), otra francesa (de mercenarios) y un cuerpo de infantería mecanizada egipcio integrado por tres divisiones.
Junto al 5 Panzerarmee, pero sin formar parte de él propiamente, está el ejército egipcio del sur, que consta de seis divisiones de infantería. En la práctica, von Kleist hará uso de este ejército egipcio como de un cuerpo de infantería más. De ese modo, atacará Khartoum en octubre de 1943 con un total de quince divisiones (solo cuatro alemanas), disponiendo de una clara superioridad numérica sobre el "Ejército del Sudán" aliado.
Por su parte, el ejército italiano del Mar Rojo está al completo, con doce divisiones, entre las que se encuentran las unidades que lucharon con Rommel ya en 1942 (en total, se trata de las divisiones Ariete, Littorio, Trieste, Trento, Pavia, Brescia, Centauro, La Spezia, Superga, Sabratha, Pistoia y Giovanni Fascisti). Un pequeño cuerpo de infantería egipcio de tres divisiones se asocia a los italianos. La misión de esta formidable fuerza de quince divisiones es conquistar la base naval británica de Port Sudan, en el Mar Rojo, lo que los hace alejarse del Nilo hacia el este, siguiendo el ramal oriental del ferrocarril desde el cruce de Atbarah hasta el mar (400 kms).
Para los italianos, el Ejército del Mar Rojo es una prioridad política. En este momento, verano de 1943, los italianos mantienen un ejército de diez divisiones de fusileros en Rusia con un papel meramente defensivo, cubriendo poco más de cien kilómetros de frente en el Don (logran, en cualquier caso, cumplir su misión al resistir cuando los rusos atacan en su intento de aliviar con ello el frente del Cáucaso) y también mantienen veinte divisiones en los Balcanes (donde la lucha antipartisana ha disminuido mucho su ferocidad debido al cierre total del Mediterráneo y a los reveses sufridos por los rusos: solo los partisanos comunistas siguen activos en alguna medida), pero es en África donde el régimen de Mussolini necesita demostrar que no es una nulidad a nivel militar. Para ello, los italianos han equipado lo mejor posible a su ejército africano, han sometido a su oficialidad a una inspección más cuidadosa de sus habilidades y han renovado su armamento. Disponen ya de un tanque pesado (el P-40) que esperan sea capaz de medirse con los de los aliados, han mejorado su artillería móvil (autocañones "Semovente") y en el aire han introducido sus nuevos modelos de cazas con motores alemanes, capaces de enfrentarse con éxito a los aviones aliados.
Armas italianas en uso hacia 1943: el tanque pesado P-40, el autocañón "Semovente" y los cazas Fiat-G 55 "Centauro" y Macchi-205 "Veltro"; se trataba de armas de un poder equivalente al de las mejores armas norteamericanas de por entonces, y que debían mucho a la aportación técnica alemana.
Para contar con el apoyo egipcio en esta campaña, Mussolini viaja a Egipto de nuevo (ya estuvo allí para participar en el desfile triunfal de Rommel en junio de 1942) y se entrevista con el rey Faruk y sus ministros. El objetivo es llegar a un acuerdo político, consecuente con lo acordado en Barcelona para repartirse África en diciembre de 1942 entre Hitler, Mussolini, Petain y Franco. En Barcelona (adonde no acudió ningún representante egipcio) se había asignado a Italia el sur del Sudan (fronterizo con Etiopía) y dejado el norte (incluido Khartoum) a Egipto. Pero los nacionalistas egipcios reivindicaban también el sur, a pesar de que allí la presencia egipcia, árabe y musulmana, había sido muy escasa.
Tras ardua negociación, el acuerdo alcanzado finalmente durante la visita de Mussolini a El Cairo supone el reconocimiento por Egipto de la soberanía italiana y egipcia sobre los territorios asignados en Barcelona. Hitler impone así sus criterios étnicos y raciales, entonces en boga en todo el entorno mediterráneo, considerando que el sur del Sudan es un territorio negroide y no árabe (ni musulmán: los mullahs pronazis consideran que el negro no está espiritualmente capacitado para entender la fe musulmana). Ahora bien: Egipto recibirá una gran compensación, porque Mussolini accede a que la Libia árabe forme parte de una confederación con el reino de Egipto una vez termine la guerra. De ese modo, en un Mediterráneo cerrado, Italia renuncia a otra posesión territorial próxima (ya antes renunció a Albania y el Dodecaneso... aunque recibió en compensación Creta, Malta, Corfú y las Cícladas) a cambio de recibir otras mucho más valiosas lejos de sus fronteras.
Aclarado el asunto (para entusiasmo de los nativos libios, que a cambio enviarán algunos voluntarios a la guerra del Golfo Pérsico), Mussolini en persona supervisa la ofensiva contra Port Sudan (que formará parte del territorio egipcio, una vez expulsados los aliados).
En teoría, la acción alemana en Khartoum será secundaria en comparación con la ofensiva italiana contra Port Sudan, porque una vez caiga Port Sudan, la posición aliada en Khartoum se hará insostenible, dada la dificultad de recibir suministros por largas rutas terrestres no contando con el puerto en el Mar Rojo.
En cuanto a los egipcios, han situado doce divisiones en la zona del Nilo y el Mar Rojo (tres con los italianos, tres con el 5 Panzerarmee y las seis del ejército egipcio del sur). No son las mejores, pues las mejores divisiones egipcias son las que se preparan para participar en la gran ofensiva contra el Golfo Pérsico, pero, en cualquier caso, tanto Khartoum como Port Sudan están ya asignados como posesiones del reino de Egipto y eso exige participación de la infantería egipcia. También hay algunas fuerzas egipcias en la defensa costera en prevención de una dudosa acometida aliada desde el mar.
En total, el grupo de ejércitos del Nilo suma treinta divisiones, sin contar la defensa costera del Mar Rojo ni las unidades aerotransportadas y anfibias que puedan sumarse en una ofensiva..
El mando del grupo de Ejércitos sigue teniéndolo el general italiano Messe, pero von Kleist comanda el 5 Panzerarmee, mientras el ejército italiano del Mar Rojo lo comanda el general De Stefanis.
El enemigo aliado se ve forzado a dividir sus recursos, con el frente de Marruecos inmovilizado en la línea del Atlas, y, sobre todo, con la necesidad de concentrar sus mejores armas y hombres en el Golfo Pérsico, donde se teme la ofensiva de Rommel de un momento a otro. Por tanto, para las tropas aliadas en el Sudán, en octubre de 1943, el armamento del que disponen no es el mejor, ni tampoco los hombres, ni los suministros, ni el apoyo aéreo.
El general británico Alexander, que ha recibido el mando en África Oriental tras ser relevado por el americano Eisenhower en el Golfo Pérsico, tiene sin embargo esperanzas de resistir el ataque enemigo, pues sabe que éstos también tendrán que reunir sus mejores fuerzas para el frente del Golfo. Alexander tiene el mando sobre el 1 ejército americano en Port Sudan (general Hodges), sobre el "Ejército del Sudan" del general Godwin-Austen y sobre el ejército etíope.
El primer golpe del Eje es el ataque italiano a primeros de octubre contra Port Sudan, defendido por una formación nueva aliada: el 1 ejército norteamericano al mando del general Hodges. Ésta es una fuerza inexperta, que se constituye en septiembre de 1943 y cuya creación implica el abandono definitivo de los intentos aliados de conquistar Marruecos, pues buena parte de sus efectivos hubieran sido enviados al noroeste africano de no haberse producido esta amenaza en el este. El 1 ejército norteamericano cuenta con una división blindada norteamericana completamente nueva, armada con tanques Sherman, la 5 blindada, a la que se suma la 90 de infantería norteamericana y la 92 de infantería norteamericana (esta última, con soldados afroamericanos). Cinco divisiones etíopes, armadas e instruidas por oficiales norteamericanos y británicos, refuerzan la posición. En total, ocho divisiones aliadas contra quince del Eje. Pero la realidad es peor que eso, porque los recursos asignados al I ejército están bajo mínimos. Este frente secundario es el último en la lista de prioridades. y en este momento los aliados no soviéticos tienen que abastecer a más de cuarenta divisiones en la lucha contra los alemanes y sus socios en diversos frentes periféricos.
En Port Sudan, los generales De Stefanis y Messe (este último, comandante del grupo de Ejércitos) logran por fin una gran victoria sobre los aliados casi por completo italiana. Para lograrla, han contado también, aparte de con las doce divisiones italianas y las tres egipcias, con el mismo cuerpo anfibio que a tan duro precio logró el éxito en Palestina con su desembarco en apoyo del PAA de Rommel (y antes participó como infantería meramente terrestre en la crisis de Stalingrado, y antes aún en el gran desembarco en el Mar Negro, en la península de Taman, su primera misión). Por supuesto, el desembarco es apoyado por el cañoneo de la flota del Eje dentro del Mar Rojo. En toda la operación no interviene ninguna unidad Panzer alemana, pero el apoyo de la flota desde la costa y la gran superioridad numérica del Eje logra neutralizar a la 5 división blindada norteamericana, inexperta y no sobrada de municiones. Tampoco la Luftwaffe participa mucho en la operación y esta ausencia de la fuerza aérea alemana permite que los aliados consideren que éste es el mayor triunfo militar italiano: la buena actuación de los más de mil cazas y bombarderos italianos que se concentran en la zona de Port Sudan resulta decisiva. Mussolini en persona sigue las operaciones desde Suez, en compañía del rey de Egipto.
Esta victoria italiana, a gran costo y sacrificio, demuestra que los generales, oficiales y soldados italianos han aprendido mucho. Las dieciocho divisiones del Eje, con más de trescientos mil hombres, conquistan Port Sudan en una batalla de seis días que supone para los norteamericanos su primera derrota en África. A nivel estratégico no es una gran pérdida (todavía mantendrán cerrado el Mar Rojo desde Adén), aunque a nivel de propaganda, el que el supermoderno y supuestamente superequipado ejército norteamericano haya sido derrotado por los italianos supone un revés más grave.
Desde Port Sudan se extiende un ferrocarril hasta la localidad de Kassala, fronteriza con Eritrea, que sería una de las rutas de invasión para la reconquista italiana de Etiopía. Pero en ese momento, primeros de noviembre de 1943, todo el frente africano se paraliza, pues está a punto de comenzar la ofensiva de Rommel contra el Golfo Pérsico.
Antes de esta gran ofensiva, e inmediatamente después de la caída de Port Sudan (8 de octubre), la conquista de Khartoum (22 de octubre) es obra del 5 Panzerarmee y los egipcios. Se enfrentan, con sus quince divisiones, al Ejército del Sudán de Godwin-Austen, que apenas ha incrementado sus fuerzas de octubre de 1942 (suman nueve divisiones: divisiones de infantería británicas 5 y 59, 3 división norteamericana de infantería, 10 división India, tres divisiones africanas británicas y otras tres del ejército etíope). Para frustración de los británicos, el gobierno sudafricano se ha negado a incorporar su división de infantería (1 división), todo esto como consecuencia de la derrota electoral del general Smuts en Sudáfrica, en el mes de julio, tras la cual el nuevo primer ministro, Daniel Malan, decide retirar las tropas del frente, aunque sin atreverse aún a declarar la neutralidad de Sudáfrica (en 1939 los sudafricanos ya intentaron mantenerse neutrales, pero la presión política de Londres forzó un cambio de gobierno).
Como fuerza blindada, los aliados solo cuentan en Khartoum con dos brigadas británicas de tanques (suma el equivalente de una división completa) y un contingente de blindados dentro de la 3 división americana, insuficientes contra el 5 Panzerarmee, al que se acaba de incorporar una nueva división Panzer, la 31 PzD, resultado del natural incremento de la producción de la industria militar alemana (son, pues dos divisiones Panzer ya dentro del 5 Panzerarmee). En el aire, los aliados cuentan con alguna ventaja, pero eso solo les permite retirarse sin grandes pérdidas hacia el sur del Sudán, cerca de la frontera con Etiopía (pero lejos del estratégico cruce ferroviario de Kassala, hacia donde confluyen alemanes e italianos). No se tratará de una gran batalla, pues los del Eje están demasiado lejos de sus bases (y demasiado escasos de camiones) para poder explotar su éxito a fondo. De nuevo comienza una larga tarea de abastecimiento y organización, mientras la atención de la guerra se traslada definitivamente al Golfo Pérsico (el 24 de noviembre, Rommel iniciará su esperada ofensiva).
Tras la conquista de Khartoum, ciudad que es anexionada al reino de Egipto, se formará un nuevo ejército del Eje, el de África Central, mientras que el 5 Panzerarmee será enviado al Mar Rojo para reforzar a los italianos y aprovechar así las posibilidades de suministro por vía marítima (el cierre del Mar Rojo sí es un objetivo estratégico de primer orden, en mucha mayor medida que la captura de Port Sudan). El ejército egipcio no avanzará más hacia el sur. Al sur de Khartoum es "territorio negroide", según la terminología nazi, y, en consecuencia, territorio "no habitado" al que los colonizadores europeos tienen derecho. Alemanes, italianos, franceses y españoles se han comprometido a cooperar en su conquista, pero el sur de Sudán es italiano, y unidades ligeras italianas se apresuran a tomar posesión de tales remotas comarcas.
El primer objetivo estratégico en África para los ejércitos del Eje, una vez tenga lugar la conquista del Golfo Pérsico, será el cierre del Mar Rojo. Para ello, el grupo de ejércitos del Nilo se reestructura de nuevo a partir de noviembre de 1943, convirtiéndose en dos distintos grupos de ejércitos: Grupo de Ejércitos del Mar Rojo (que incluye ahora al 5 Panzerarmee) y Grupo de Ejércitos de Mittel-Afrika (África Central). Este último incluirá tropas alemanes, italianas, francesas y españolas.
Del lado aliado, la pérdida de Khartoum y Port Sudan es una catástrofe menor. En el mapa, parece mucho territorio, pero lo realmente esencial para los aliados es conseguir que el Mar Rojo no quede en poder del Eje como el Mediterráneo, el Mar Negro y el Báltico. Los grandes recursos norteamericanos están permitiendo crear nuevas divisiones africanas (en particular etíopes) pero ni siquiera los bien equipados soldados norteamericanos son capaces de hacer frente a unos ejércitos enemigos tan numerosos. Aunque los tanques italianos siguen siendo malos, Messe y De Stefanis han puesto en la lucha por Port Sudan a más de doscientos mil soldados italianos bien abastecidos y organizados.
El general americano Hodges no ha podido fortificarse ni armarse lo suficiente porque, sencillamente, el ejército aliado a finales de 1943 carece de bastantes fuerzas para ocuparse de tres frentes antinazis" a la vez. Lo de Marruecos está estancado por completo desde agosto y la verdadera amenaza, el verdadero peligro, es la situación en el Golfo Pérsico.
Para el general Alexander, comandante en jefe aliado de África Oriental y superior tanto de Hodges (1 ejército americano) como de Godwin-Austen (Ejército del Sudán), su mayor posibilidad es que el ejército etíope se arme y organice. Cuenta ya, en teoría, con veinte divisiones (tantas como tiene el ejército egipcio), pero solo han podido situar una decena de ellas en posiciones de contacto con el enemigo (y fuera de las fronteras de la misma Etiopía). Para colmo, resulta que los italianos también tienen partidarios entre algunas tribus etíopes (por ejemplo, entre los oromo) y persiste una guerrilla etíope-italiana en las montañas, de modo que el mismo Emperador etíope está abriendo canales de negociación con los italianos, pues no se fía mucho de que los aliados puedan detener al enemigo. Si Haile Selassie mantiene una actitud lo suficientemente ambigua todavía podría salvar su trono aceptando el vasallaje ante el Rey de Italia, como los maharajás de la India con respecto al emperador británico. Un destacado líder etíope, Ras Imru (primo de Haile Selassie), es prisionero de los italianos desde 1936 y está siendo utilizado como interlocutor para las negociaciones.
Por otra parte, la deserción de los sudafricanos ha supuesto un duro golpe para la moral británica. Churchill quiere instaurar la ley marcial en Sudáfrica, entregando el poder a los negros si es preciso, pero Roosevelt advierte de que el apoyo logístico de los puertos sudafricanos es vital, mucho más que la participación en combate de una división de infantería de valor mediocre y, por lo tanto, no pueden arriesgarse a una sublevación de los elementos afrikaner en Sudáfrica.
Quizá Roosevelt se equivoca, porque la deserción de los sudafricanos tras el resultado de las elecciones de julio de 1943 también influirá en el resultado de las elecciones australianas de agosto de 1943.
Aunque el primer ministro laborista australiano Curtin es un ferviente antinazi (a diferencia del sudafricano Malan, que reemplaza a Smuts) tiene que transigir con la inquietud de la opinión pública de su país que exige que las tropas salgan de Próximo Oriente y se concentren en la defensa de Australia frente a la amenaza japonesa. Por encima de todo, no quieren arriesgarse a un desastre más en la lucha contra el invencible Rommel (a mediados de 1943 la amenaza japonesa ya no es de temer). La 9 división australiana comienza, pues, a ser retirada en septiembre de 1943 de Irak y no participará en la gran batalla del Golfo Pérsico en noviembre.
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Los frentes periféricos, en cualquier guerra, a veces se crean sin necesidad estratégica alguna, simplemente por necesidad política de no abandonar determinadas posiciones ante el enemigo. En el caso de esta historia alternativa, el cierre del Mediterráneo en junio de 1942 forzosamente crearía frentes periféricos más allá de la costa mediterránea y algunos no tendrían apenas valor estratégico. Al sur de Egipto, la enorme extensión desértica del Sudán forzaría la aparición de un frente sudanés, pero el auténtico objetivo estratégico sería el cierre del Mar Rojo y el acceso al Océano Índico.
En todo frente bélico que tenga lugar en este entorno, es vital contar con líneas de abastecimiento. En Sudán, estas líneas de abastecimiento serían tres: el Nilo navegable hasta Khartoum, la capital de la región y única ciudad de importancia, el ferrocarril creado por los británicos que llegaba hasta allí y la vía marítima del Mar Rojo hasta Port Sudan.
Estas tres líneas favorecían a los del Eje, puesto que la conexión con Egipto facilita el transporte de pertrechos de sus ejércitos. Solo en la costa del Mar Rojo los aliados pueden imponer quizá su superioridad aeronaval pero esto dependería de que no se encontraran en la grave situación de tener otros frentes más prioritarios.
La situación en octubre de 1943 sería que la prioridad vital de los aliados consiste en salvar el Golfo Pérsico de la esperada ofensiva de Rommel con el apoyo del cuerpo Panzer de los SS. Esto, junto con el factor logístico (necesidad de cientos de buques de carga para transportar miles y miles de toneladas de suministros) impide una concentración suficiente de recursos para frenar una ofensiva del Eje en un frente de importancia estratégica secundaria.
Ahora bien, se podrá objetar: ¿no sería el Sudán y el Mar Rojo también de interés secundario para el Eje? Políticamente no, porque Italia, el principal aliado de Alemania, cuya posición de fuerza estaría muy disminuida por el cierre del Mediterráneo (los italianos quedan en seguridad, pero la relevancia de Italia a nivel político-estratégico sería muy escasa), va a exigir éxitos políticos en la guerra con vistas a recuperar e incrementar su imperio colonial, de acuerdo, en esta historia, con lo firmado en Barcelona, en diciembre de 1942 (reparto de África entre las potencias colonialistas del Eje).
Por ello, y porque en ese momento el ejército italiano no tendría más que tareas secundarias tanto en Rusia como en los Balcanes, la gran ofensiva para conquistar el Mar Rojo sería digna de la atención del mismo Hitler. Además, fortalecer a Italia y a España resulta conveniente para neutralizar a Francia, cuyo inevitable renacimiento como potencia europea constituiría siempre un riesgo.
Así que es lógico que Hitler favorezca esta campaña, incluso si implica detraer algunos recursos (no muchos) de la campaña decisiva del Golfo Pérsico. Y es que Hitler no puede estar seguro de que la campaña del Golfo Pérsico vaya a suponer el fin de la guerra para la Navidad de 1943. Es posible que haya que esperar un año más
No se ha de olvidar tampoco la sorprendente lealtad personal de Hitler a Mussolini
El ejército italiano de doce divisiones es perfectamente factible. Se trata de las mismas divisiones que en la realidad fueron aniquiladas en Túnez, en mayo de 1943. Ahora están mejor equipadas, mejor dirigidas, con muy alta moral y cuentan con los recursos aeronavales que ya habrían tomado parte en la campaña alternativa del cruce del canal de Suez: las tres divisiones anfibias (una alemana y dos italianas); más un poco de infantería egipcia: las dieciocho divisiones mencionadas. Para desplazarse desde el Nilo a la costa (unos quinientos kilómetros) habrían necesitado un gran número de vehículos, combustible suficiente y, una vez en la costa, el abastecimiento costero a cargo de las Motozattere (unas cien, por estas fechas), capaces cada una de dejar 50 toneladas de suministros en la misma playa.
Es histórico también que por estas fechas, finales de 1943, hubieran comenzado a aparecer en cantidades notables los nuevos cazas italianos Fiat (modelo G55 "Centauro"), Regianne (modelo Re.2005 "Sagittario") y Macchi (modelos Folgore o Veltro) que contaban con motores alemanes Daimler-Benz. Concentrar más de un millar de aviones italianos entre los que se incluyeran unos cientos de estos cazas modernos, más el cañoneo de la flota italiana permitiría aprovechar la superioridad numérica contra un ejército norteamericano inexperto y menos numeroso. Sin duda que la aviación y la marina aliadas harían pagar a los italianos un precio por ello, pero las necesidades políticas y propagandísticas del fascismo italiano harían necesario el sacrificio.
Otras armas italianas mencionadas en este episodio son el tanque pesado P-40 y el cañón móvil antitanque "Semovente". El P-40, al igual que otros modelos alemanes, se inspiraba en el tanque ruso T-34, y el "Semovente" era un arma adaptada de un modelo alemán, el Stug III. Todo parece indicar que hacia esta época, mediados de 1943, los italianos habían llegado a desarrollar estos modelos con eficacia, de modo que no hubiera sido sorprendente que con un buen número de ellos, sumado a las demás ventajas (aviación, artillería naval) hubieran podido vencer a una sola división de tanques norteamericana inexperta. Por supuesto, las divisiones italianas blindadas (Ariete, Littorio, Centauro) podían haber utilizado también algunos tanques de fabricación alemana y, más probablemente aún, tanques británicos y rusos capturados.
La victoria, que llevaría a los italianos a los límites de sus antiguas posesiones en África Oriental, perdidas en abril de 1941, tendría su aprovechamiento político (una victoria italiana sobre los angloamericanos, con muy poca ayuda alemana). E inmediatamente después, aviones y vehículos italianos tratarán de llegar a tiempo para contribuir a la gran ofensiva de Rommel contra el Golfo Pérsico, que se desencadena tres o cuatro semanas después, lo cual paralizaría momentáneamente ulteriores avances en el Mar Rojo (el objetivo estratégico buscado sería dominar también este mar, como ya se habría hecho con el Mediterráneo, el Mar Negro y el Mar Báltico).
Todos estos recursos mencionados, tanto los nuevos cazas como los vehículos, existieron en la realidad, pero llegaron tarde para evitar que Italia hiciera una contribución militar más notable en la guerra. No es cierto que el ejército italiano fuese inútil, más bien podríamos decir que su aportación fue desaprovechada por los alemanes porque el frente del Mediterráneo jamás fue considerado de interés estratégico por los mandos nazis.
Hay que señalar que, en la realidad, el 1 ejército americano no intervino en la guerra hasta el verano de 1944 y, por supuesto, en esta historia solo hemos tomado el nombre del ejército y no las divisiones asignadas. Hemos de tener en cuenta que ya se habrían desplegado dos ejércitos norteamericanos (uno en Marruecos y otro en Irak). En cualquier caso, si se les envía en septiembre de 1943 para cubrir un hueco en un territorio remoto que el ejército británico de Godwin-Austen no puede abarcar (por encontrarse en el Nilo), es dudoso que las tropas de las divisiones mencionadas (5 blindada y 90 y 92 infantería norteamericanas) pudieran hacer un gran papel. La 5 blindada no entró en combate, en la realidad, hasta Normandía (¿en qué condiciones habría estado para combatir en octubre de 1943 a orillas del Mar Rojo?), la 90 desembarcó el día D y la 92, afroamericana, entró en combate a finales de 1944, en el frente de Italia.
En cierto modo, lo que sucede en este pasaje de la historia alternativa tiene que ver con una victoria germano-italiana lograda en el momento de la batalla del Bulge, en el curso de la cual, una formación del Eje formada mayoritariamente por italianos de la república de Saló derrotó a una fuerza aliada numéricamente superior. Y esto a finales de 1944, cuando el Eje ya tenía la guerra perdida. No debemos olvidar que los recursos aliados exigieron mucho tiempo para ser reunidos (solo nueve divisiones estadounidenses habían estado en contacto con el enemigo nazi a finales de 1943), y que la inexperiencia de algunas unidades norteamericanas quedó bien patente en todas las ocasiones. En cuanto a las divisiones etíopes, debemos considerar que el ser equipadas y adiestradas por los angloamericanos no las convertiría en mejores que las egipcias, equipadas y adiestradas por los alemanes.
Y, en cualquier caso, a finales de 1943, los aliados angloamericanos solo tenían unas veinte divisiones en contacto con el enemigo. Eso permitió que en estas divisiones se concentrara la mejor tropa, los mejores mandos y el material más abundante mientras las demás fuerzas realizaban el gran esfuerzo de concentración y preparación para lo que luego sería el desembarco en Normandía. En esta historia, con más de cuarenta divisiones angloamericanas en contacto con el enemigo, éstas, de promedio, serían aún menos eficaces que las que a finales de 1943 combatieron en Italia (y que resultaron incapaces de conquistar Roma, algo que no se logró hasta junio de 1944). Por poner un ejemplo de la situación real, a primeros de 1944 los aliados salvaron la situación en la cabeza de playa de Anzio gracias a que dispararon diez veces más munición de artillería que los alemanes (tres de cada cuatro bajas alemanas eran consecuencia de la artillería enemiga). También la superioridad aérea aliada se encontraba en una proporción parecida. Nada de eso hubiera sido posible en esta situación alternativa, no solo porque los del Eje dispondrían de más recursos (el Reino de Italia abandonó el Eje en septiembre de 1943 en la realidad), sino porque los cargamentos de munición artillera aliada, en esta versión alternativa, tendrán destinos más prioritarios que la campaña del Mar Rojo (la defensa del Golfo Pérsico, sobre todo).
La reacción aliada de defender el cierre del Mar Rojo sí tendría sentido estratégico y podría hacerse a coste menor. De todas formas, Port Sudan habrá de ser forzosamente una posición de cierta importancia para los aliados y se habrá de defender. siempre con la esperanza de que los italianos se muestren de nuevo ineptos.
En cuanto a la deserción de los sudafricanos, es una circunstancia realista dado lo que sabemos de la actitud política de los sudafricanos durante la segunda guerra mundial. El general Smuts, probritánico y gran amigo de Churchill, no pudo introducir el servicio militar, de modo que siempre se podría argüir que faltasen voluntarios para completar la división sudafricana (el personal combatiente solo podía ser de raza blanca, y la población blanca de Sudáfrica en esta época no era mayor que la de Nueva Zelanda). En las elecciones sudafricanas de julio de 1943, el bloque proaliado de Smuts estaba casi equiparado en votos al bloque neutralista. Dado que el primer ministro Herzog fue depuesto en 1939 por intentar mantenerse neutral, en las circunstancias de esta historia alternativa ahora es el momento de la revancha de su partido afrikaner neutralista, liderado en esta ocasión por Daniel Malan, que se convertiría en primer ministro, mientras que otros grupos políticos sudafricanos, como el partido OB (del cual formaba parte Johannes Vorster, futuro primer ministro en la realidad), ya estarían tomando actitudes claramente pro-Eje. El resultado inevitable en esta historia es la retirada de la división sudafricana del Ejército del Sudán, primer paso hacia una posible declaración posterior de neutralidad. Estas circunstancias sin duda influirían también en los australianos, cuyas elecciones parlamentarias eran en agosto de 1943 y donde existía interés en que las tropas regresaran al entorno defensivo del país, ya que en Nueva Guinea, muy cerca de Australia, todavía se estaba combatiendo a los japoneses.
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